jueves, 19 de junio de 2014

“Las mujeres no son mercancías”

Sibila Camps es autora del libro “La red. La trama oculta del caso Marita Verón”. En esta entrevista aseguró que eliminando el consumo de la prostitución se combate la trata. Además advierte que “las mujeres no son productos, no son mercancías, no brindan servicios con sus cuerpos, no son objetos”.

Por Ana Espinosa

“En casi todas las ciudades, en casi todos los pueblos del país hay al menos una Marita Verón, con su historia previa única, que fue atrapada por la típica red de reclutadoras, proxenetas, explotadores, funcionarios corruptos y consumidores de sexo”. Este fragmento forma parte de la introducción de La red. La trama oculta del caso Marita Verón, el libro que presentó días atrás en Posadas Sibila Camps.

Desde septiembre de 1977 Camps ejerce el periodismo. Luego de una amplia trayectoria y con más de 30 años trabajando en uno de los diarios con mayor alcance nacional, podría haberse jubilado, pero decidió continuar hasta la publicación del libro. “Las crónicas que escribía no alcanzaban a representar los contextos, tenía que profundizar en cuestiones de Tucumán, de La Rioja, las relaciones políticas, la matriz de miedo que tiene Tucumán especialmente a partir del terrorismo de Estado. Todo eso confluía para que necesitara contarlo a través de un libro”, explicó Camps en esta entrevista.


A doce años del secuestro de Marita Verón en Tucumán Camps tiene una hipótesis, cree que la mataron. A partir de este caso, la periodista vio la posibilidad de adentrarse en la problemática y mostrar cómo funcionan las redes de trata y de explotación sexual.

-¿Cuál fue el principal objetivo?

Durante el juicio o antes ya tenía un objetivo muy claro, quería instalar la problemática de la trata y la explotación sexual desde el punto de vista de la mujer, de la víctima, y mostrar que no es que está porque les gusta, no se fue porque no quiso, le gusta la plata fácil, lo hace porque no quiere laburar; es decir, los mitos clásicos, los prejuicios y preconceptos que existen sobre esto.

-¿Qué se logra develar con el libro?

Personalmente me sirve como un espacio de difusión de los derechos de las mujeres, porque la explotación sexual, la trata y el proxenetismo son delitos que resumen una enorme cantidad de violaciones de los derechos humanos; la prostitución forzosa, el aborto obligado o la obligación de tener el bebé para luego ser elemento extorsivo, todo tipo de torturas, denegación de derechos de salud. Es larga la lista.

-¿Y sobre el funcionamiento de la red?

En realidad, el caso en sí mismo y la difusión que tuvo el juicio permitió mantener el tema en agenda durante prácticamente todo un año. Es paradójico que las trece absoluciones con las que terminó el juicio sirvieran para convertir a Marita y a su madre en mártires, porque hubo una mayor conciencia a partir del escándalo y la vergüenza que fue ese fallo. Ya desde mediados del 2012 algunas ciudades habían empezado a tomar la decisión política de cumplir con la Ley 12.331, una ley de enero de 1937 que prohíbe los prostíbulos y los regenteos; es la ley más ampliamente violada a lo largo de la historia y del territorio argentino. Si esa ley se viola es porque hay todo un sistema prostituyente, que está integrado por un primer eslabón municipal que habilita un prostíbulo o no controla; el otro eslabón son las fuerzas de seguridad, y después el Poder Judicial, por acción o por omisión, por desconocimiento de la legislación o por una visión patriarcal y llena de prejuicios. El consumo de prostitución empezó a ser socialmente incorrecto a partir del fallo absolutorio del caso Marita Verón. Eso ha motivado que muchas provincias o municipios hayan decidido terminar con el prostíbulo.


Misiones tradicionalmente ha sido un lugar de captación y de tránsito


Misiones aparece en el libro a partir del testimonio de una víctima de la trata que declaró en el juicio. Esa chica fue secuestrada en la calle a los 16 años y ya tenía una beba; era analfabeta. Los riojanos la marcaron, la metieron en un auto y sin escalas la llevaron a La Rioja. Estuvo durante ocho años secuestrada, fue una testigo muy importante, le arruinaron la vida de una manera terrible, es un relato crudo, durísimo. Alcanzaría con eso para decir basta.

¿Cuál es tu mirada de Misiones en relación a la problemática?

Misiones tradicionalmente ha sido un lugar de captación y de tránsito. De captación por el hecho de tener una fuerte inmigración europea, chicas adolescentes de piel blanca, ojos claros, cabello rubio; hay rubios pobres en Misiones y eso es un elemento de vulnerabilidad que permite la captación y el secuestro.

La pobreza es clave

En general sí, porque van engañadas por una falsa oferta laboral, no han ido a la escuela o tienen una escolarización muy baja, tampoco se dan cuenta de que es un engaño, o son secuestradas o quizás algún familiar las entrega. Me impacta mucho el poco respeto que hay en Misiones hacia los derechos de niñas, niños y adolescente. Esto se ve desde hace muchísimos años. La trata sexual forma parte de este paquete. El maltrato, los golpes y los abusos sexuales hacia los niños y niñas están muy asentados en esta zona; las violencias extremas en el ámbito intrafamiliar facilitan la fácil entrega de una chica.


EL periodismo está para informar

¿Cómo se construye eso? ¿Cómo se debe hacer periodismo?

En primer lugar, ir a las fuentes de información, chequearlas, cotejarlas, no quedarme satisfecha con la idea previa, no conformarme con lo primero que me digan; buscar más allá y tratar de meter los datos en un contexto. Los casos son individuales pero siempre hay contextos que los explican. Siempre he tratado de ser seria en ese sentido. A veces me he encontrado con resultados que no eran lo que yo quería pero los he reflejado y eso ha hecho que nunca tuviera un problema legal. No existe la objetividad, es una utopía. Existe la honestidad, que implica poner toda la información aún cuando no sigue la línea que a una le gustaría o que una venía investigando. Y en segundo lugar, implica no cargar las tintas. Ya al elegir un tema de investigación, al elegir las fuentes, al elegir qué información poner y qué no, por más honesto que se sea, siempre existe una subjetividad y una toma de posiciones. Las palabras están cargadas de significados, no son neutras.

En este sentido, ¿cómo ves al periodismo actual?

Creo que estamos en un mal momento del periodismo en Argentina, porque todo se vuelca para el lado político y se está dando una posición de oficialismo total u oposición absoluta. Como público y ciudadana me cuesta muchísimo enterarme, primero, qué es lo que pasa, y segundo, cuál es la verdad. No me encuentro con información y no le creo a nadie. El periodismo está para informar, y eso significa dar herramientas para que las personas tomen mejores decisiones en su vida cotidiana. Y estamos lejos de eso.

¿Cómo es el tratamiento de la trata sexual en los medios?

En general hay muy baja cobertura. Se escribe sin conocer lo que hay detrás, se trabaja con el parte policial o de la fiscalía, sin tener una perspectiva o conocimiento sobre la problemática de la trata sexual y la prostitución.

¿De qué manera hay que empezar a desmantelar las redes de trata?

Es un problema multidisciplinario. La base de la existencia de las redes de trata y de explotación sexual es el consumo de prostitución. El dicho es ‘sin clientes no hay prostitución’, y sin prostitución no hay trata, porque si quitamos el eslabón de la prostitución, estamos mintiendo y ocultando el problema.

¿Tu postura es abolicionista en relación a la prostitución?

Totalmente. Yo tenía una idea de que la prostitución iba para un lado y la trata por el otro, hasta que escuché los testimonios de las mujeres que estuvieron en contacto con Marita Verón y en los prostíbulos, y después de escucharlas me quedó muy claro que es un camino reversible: la que hoy está por su cuenta, mañana está explotada. Al consumidor de prostitución no le importa si la mujer está por su propia voluntad o no. Por lo tanto, es la demanda la que provoca la oferta. Hay que trabajar para cambiar la cultura de los varones, y de las mujeres que muchas veces reproducen ese esquema criando a sus hijos varones. Las mujeres no son productos, no son mercancías, no brindan servicios con sus cuerpos, no son objetos. En segundo término, trabajar con la prevención y los alertas a las mujeres para que no caigan en las redes de trata. También dar herramientas educativas, sociales, laborales, para que esas mujeres no terminen en situación de prostitución por necesidades. Y el resto es cumplir la ley.

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