lunes, 6 de agosto de 2012

Elvio “Paraguay” Colunga


Historia de Vida.  Músico desde los dieciséis años “por necesidad” como gusta decir Don Elvio, cada cuatro de agosto festeja su cumpleaños, con música, familiares y numerosos amigos.  Nació hace ochenta años en el Paraje “Ombucito” zona rural de Paso de los Libres, fue lecherito desde niño “De pantalón corto, en mangas de camisa sufriendo el invierno traía al pueblo la leche que ordeñaba mi mamá Buenaventura, un día encontré un solo guante lo recibí como una bendición y lo usaba para calentarme un rato cada mano al tener las riendas de mi petiso, después durante mi vida desempeñé todos los oficios que pueda imaginar, pero sin ningún vicio, hasta ahora” Sentencia con picardía Don Elvio.

Colaboración especial Abelardo Rojas Maffei


Elvio “Paraguay” Columga.  Por la necesidad de llevar el pan diario a su madre y nueve hermanos fue carnicero, almacenero, bicicletero, vendedor callejero pero un día escuchó por una radio de Buenos Aires a Feliciano Brunelli y desde entonces la pasión por la música se adueño de él. Con esfuerzo se compró un acordeón a piano e inició su aprendizaje, cuando le tocó el servicio militar en Punta Indio su acordeón fue con él. Ya de regreso creó un cuarteto pero en breve lo amplió a once músicos los llamó “Colunga y sus muchachos”. Interpretaban música brasileña, todos los carnavales desde entonces fueron animados por ellos.

Actuaron en Concordia (Entre Ríos), en Salto (Uruguay) y en numerosas ciudades de Corrientes. Él siempre con su acordeón hasta el día que alguien le propuso cambiarle la bicicleta por un saxo, aprendió a tocarlo, reemplazo así su acordeón y lo incorporó al conjunto. Hoy al chamamé lo tiene atrapado en su acordeón.

Lleva cincuenta y cinco años felizmente casado con su compañera Ángela - “Negra”- que le dio dos hijos Elvio Joaquín y Claudia Itatí, ellos lo premiaron con cuatro nietos y por último con un biznieto Valentino.

“Soy hombre creyente, mis lecturas me brindan la amplitud necesaria como para sentirme compañero espiritual de Antonio Gil. Uno es lo que es, no lo que creemos ser. Siento que Dios me da siempre la ayuda que pido para aliviar a mis semejantes, nunca pido otra cosa soy millonario de amigos y de esperanzas”.

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