miércoles, 21 de marzo de 2018

Llueve poesía del litoral


En el día mundial de la poesía se abre este espacio con poemas.  “La poesía llama, sola llama. Eso sí, por las dudas, siempre hay que andar atento”, advierte la poeta Estefanía Ceballos con quien cruzamos unas breves palabras. “Hay un corazón al que sólo con poesía se llega y sólo con poesía se entiende”, agregara Franco Rivero. Además en este segmento compartimos poemas de Olga Zamboni, Elizabeth Bergallo y Blanca Salcedo.  Hoy en las ciudades de Corrientes y Resistencia habrá lectura de poesía, quizás lo haya en otras ciudades como Formosa o Posadas.  Para ir más allá también se cierra este bloque con un poema de Ana Ajmátova. Salud.



“Una palabra cualquiera no es una palabra cualquiera. No se parece al cuerpo que la dijo, no tiene manos, ni pies, ni amora como un mortal. Lo que nombra tiene mares que llevan lejos”, dice Gelman. Aquí se corre el velo de una selección apretada y mezquina de poemas del litoral.  

Para Franco Rivero la “poesía no es un medio de expresión sino de conocimiento. La uso para conocer. Para descubrir y no para decir algo de mí o decirle algo a alguien. Decir algo en primera persona suele ser una excusa, en mi caso, para conocer algo que no me compete sólo a mí. Hay un corazón en todo al que sólo con poesía se llega y sólo con poesía se entiende. Para acercarme a eso uso un yo pero después es otra cosa, un aire común, una soledad, un deseo”, subraya Franco.

me enderezo
temblando
pensás
va a caerse
es el malamor
que me quiebra
los dedos
de los pies
duele andar
cuesta huirte


Hace ya un tiempo Estefanía presentó su libro Desde la guarida, ahora volvimos en este día especial para charlar sobre la poesía y sus poemas.

En principio, ¿qué te seduce de otros poetas: la palabra, la música del poema, el o la poeta en sí, o todo junto?

Hay dos elementos que entiendo imprescindibles en la poesía, y que claramente es aquello que me seduce a la hora de “elegir” una o un poeta: la fuerza de las imágenes que surgen de la lectura del texto y la carga de electricidad que tiene el poema.
Cuando todavía era muy niña en este terreno, me crucé con los Manifiestos del Creacionismo de Vicente Huidobro y en él encontré un par de renglones que no se me borraron más y que justamente reflejan esa “carga eléctrica del poema”. Allí decía: “La vida de un poema depende de la duración de su carga eléctrica. Me pregunto si los habrá eternos”

Es esa carga eléctrica que el poeta pone en la creación de cada imagen - junto con la fuerza de esa imagen-  lo que me cautiva, como un sonido o un ritmo que antecede a la propia escritura, pero que es propio de la poética de cada uno.

La muerte en todas sus formas es indisoluble de la poesía. A veces tengo la sensación de que en tu poesía algo murió para que nazca el poema, ¿es así?

Bueno, si la poesía nace de una contradicción o incomodidad con el contexto (contradicción esa que es irresoluble, ya que de presentarse alternativa no sería necesario tal nacimiento), es cierto que algo parece morir.
Claro que tenés que poseer la herramienta para sacar de adentro ese aparente estado de parálisis en el que uno queda. Si no se tiene forma creativa de expresión entonces ahí no más estarán la frustración y/o la locura esperando.
Además tengo una personalidad muy melancólica y eso también es una forma de mirar todo el tiempo a la muerte.
No hay dudas que en mi poesía todo eso se refleja.

Por qué seguís (confío que seguís) eligiendo a la poesía como medio de expresión.
Aquí Estefanía suelta una sonrisa amplia, blanca, sostenida en sus rasgos angulosos.

No se puede renunciar a la poesía. No se puede detenerla. Pero, hay que respetar sus tiempos. Durante muchos años me enojaba cuando no “aparecía” el poema, también eso aprendí (bastante) a manejar.  Cuando esa ausencia sucede, como en estos últimos meses, dedico mi tiempo a otras actividades, el derecho por ejemplo que es mi otro trabajo. Pero la poesía llama, sola llama. Eso sí, por las dudas, siempre hay que andar atento.


Péndulo
Estefanía Ceballos
Una noche más estalla en mi ventana
El tiempo se suicida entre estas cuatro paredes
Voy vengo con un vértigo casi imperceptible
               Sobre mis pasos
Cabeza gacha buscando un sentido a este péndulo
Cada dos días el hambre gana la batalla   parezco rendirme
Horas sin sentido
               Nada     como jugar al dominó
La primera derrota viene siempre con su pieza mal puesta
Inevitable condición del azar
Sólo tratar de que la próxima hilera supere a la anterior
En distancia
Entonces giro el cuerpo
pie sobre pie ya no recuerdo si hilvano o deshilvano
esta ansiedad va comiéndome las ganas
el hambre sale una vez más victoriosa
               de este estúpido juego
voy vengo
y el tiempo que se suicida.


Mujer Que Siente El Tiempo
Elizabeth Bergallo
El último hombre tendrá tu mismo rostro
tu misma edad, tu misma boca llena de preguntas…4
Fragmento Apapókuvá-Guaraní
Mientras las uras iban cubriendo
los lapachos
lenta y calladamente vio nacer la luna;
en lugar de su rostro en el agua vio un cuchillo rasgando la boca
de la noche
llena
de palabras lamiéndose,
mordiéndose
casi sin sentido;
vio aparecer las arañas en la boca de la noche, las luciérnagas,
los ojos de los flamencos,
las ratas, los caúies, buscando sus chillidos, sus presas, sus nuevas guaridas,
sus goces,
sus tibias crueldades;
estaba sola en la fría boca del agua,
de repente estaban solas ella y sus preguntas,
se dio cuenta de que el universo
era una risa,
y se sentía una tierna criatura, entre divertida y asustada;
pensó entonces que ahora sí
quizás
podría comenzar a amar,
algo que parecería siempre casi inalcanzable.

Ser libro
Olga Zamboni
No sé si viviré en algún poema en el caso
De que un poema me sobreviviera
No sé si algún retrato
perdurará en el álbum de meses mentirosos
No sé
si las arenas del recuerdo
arrojarán sentido sobre mis iniciales.
Reprogramada en lápida invencible
tampoco sé si aquellos hombres que me amaron
me sobrevivirán y
por azar descuido
portarán una flor a mi tumba de aire.
Pero sí sé que libre
de ataduras y espantos
volará en compañía de los ángeles
mi repetido adiós nostálgico.
Sin voz solo memoria
desmemoriada y frágil sobre el cielo.

Ser formoseño
por Blanca Salcedo
Quizás...
porque en algún punto indefinido de la larga franja de Formosa se fusionan la
cultura guaranítica con la del altiplano, el formoseño es un guardián de
memorias, / ... porque el sol es un compañero implacable que lo envuelve y lo
calcina, tiene un alma cálida abierta a todos los que se acercan a él / ...
porque el peregrinar del agua es un ciclo perpetuo, que rebosa en el este y es
una permanente orfandad en el oeste, es un ser de agua / ... porque tiene un
cielo luminoso y azul, siempre bordado de pájaros, posee una suave libertad de
alas
... por ese calor de metal fundido que alucina a las víboras, le
abrasa la piel y las siestas, es pasional y sensible / ... porque ha vivido
eternos atardeceres rojos con los pies en el agua, perdido todo por la ambición
del río, tiene una larga paciencia / ... por ese silencio de voces que es el
monte y el estero, mantiene la voz sin gritos /
... porque vive
en una tierra sin la magnificencia de la montaña ni la imponente selva, un
territorio que evoca el gran pantanal, pero que todos los días le recuerda que
es más fuerte que él, bordando su paso con ofidios y alimañas, que no admite más
que un amor sin condiciones, es fiel y cuando se aleja, extraña / ... y porque
esa agresividad se alza en árboles de madera dura como el urunday y se suaviza
floreciendo en el aire en todos los tonos, es fuerte / ... por sus orígenes que
se pierden en el principio de los tiempos, es manso, pues, como reza un
proverbio popular: “para qué vas a pelear, si no vas a matar?” / ... porque
conserva las costumbres ancestrales que se han olvidado en otros lugares más
transitados por la civilización uniformada... aún honra la familia, el amor, la
edad y los elementos naturales / ... porque el viento norte nace frente a su
rostro y lo empuja con aliento de fuego hacia el sur, es resistente / ... porque
la temperatura le marca un ritmo que a veces no entienden otras latitudes, no se
apura sin razones valederas /
... porque aún retiene ancestrales
ritos y puede caminar sobre las brasas con sólo una promesa que cumplir, tiene
fe / ... porque generación tras generación ha parido mujeres fuertes, que
sostuvieron la familia más allá de la soledad y de la furia, reverencia a la
madre / ... por esa compleja combinación de verdes, espinas y ojos líquidos que
lo delimita, tiene un intrincado sentido del humor y una amistad filosa / ...
porque aún tiene confianza en la medicina natural y los conjuros...
Por todo eso y más, ser formoseño es más que un acontecimiento
aleatorio que se relaciona con el nacimiento; es un sentir, una decisión que
viene de las raíces del ser... Quizás... simplemente, porque uno es de donde
planta el corazón... y para eso, no hay tierra más cálida y fecunda que Formosa.

La tierra natal
Ana Ajmátova
No la llevamos en oscuros amuletos,
Ni escribimos arrebatados suspiros sobre ella,
No perturba nuestro amargo sueño,
Ni nos parece el paraíso prometido.
En nuestra alma no la convertimos
En objeto que se compra o se vende.
Por ella, enfermos, indigentes, errantes
Ni siquiera la recordamos.
Sí, para nosotros es tierra en los zapatos.
Sí, para nosotros es piedra entre los dientes.
Y molemos, arrancamos, aplastamos
Esa tierra que con nada se mezcla.
Pero en ella yacemos y somos ella,
Y por eso, dichosos, la llamamos nuestra.

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