viernes, 19 de agosto de 2011

Mainumby

El acordeonista Raúl Barboza estuvo en el mes de julio en Puerto Tirol. En la localidad se presentaba un video donde el músico grabó el tema Puerto Tirol con los chicos de la Asociación Civil Cruce Joven, hablamos con ellos también y nos contaron de su actividad. En Buenos Aires el músico presenta “el árbol y el colibrí”, su recién producción discográfica. “El colibrí – o el mainumby – era el pájaro sagrado de los guaraníes. Yo soy descendientes de guaraní, sin ninguna duda entonces para mi cultura también es importante. Soy un trabajador que quiere y ama a su música y a las otras músicas, por eso no las toco para no tocarlas mal”, advierte.

Por paulo ferreyra especial para corrienteschamame.com

paulo.ferreyra@yahoo.com.ar


Esta historia comienza el 8 de enero. “Los chicos recién me recuerdan bien el día, tienen la memoria mucho más fresca”, advierte Raúl Barboza. Estamos en el centro Cultural de Puerto Tirol, los chicos llegan desde el Paraje Cruce Viejo, el pueblo se arrima tímidamente y el acordeonista va saludando y sacándose fotos con quienes se arriban junto a él. El clima está fresco y el sol coquetea con el horizonte.

Con una sonrisa silenciosa y una amabilidad desbordante, María Lila Biner, coordinadora de la Asociación Civil Cruce Joven nos cuenta que dentro de la asociación cuentan con el proyecto de Artistas Comunitarios. Aquí van chicos desde los 7 años hasta una abuela de 50, al ser un programa comunitario todos están invitados a formar parte. La actividad se llevan a cabo en la zona rural de Puerto Tirol, en el paraje Cruce Viejo y zona de influencia. “El proyecto tiene como objetivo la inclusión social, la igualdad de oportunidades y la formación musical”, comenta Lila.

Los chicos se concentran los días sábados desde las 9.30 hasta las 5 de la tarde. “Se hacen clases individuales de música y después el ensayo con la orquesta”, comenta Lila. “Ya llevamos tres años y medio con este trabajo, los chicos que quieren optar por la formación musical profesional pueden hacerlo a partir de la formación que reciben aquí, en este momento vienen profesores de Resistencia y los chicos más grandes enseñan a los que recién se insertan al proyecto”.

Estamos en el fondo del Centro Cultural, los chicos pasan y le hacen seña a Lila, ella los mira y se ríe. Por momentos la alegría casi es contagiosa. El 8 de enero Raúl Barboza estuvo con ellos, “nos dimos el gusto y el placer de grabar en nuestra sede el chamame Puerto Tirol. Acompañamos al maestro Raúl Barboza. Después compartimos un almuerzo, además tuvimos el privilegio que él nos diera una clase sobre ritmos de chamame y sobre el sonido del acordeón. Fue una experiencia enriquecedora para los chicos y para los grandes”.


El Árbol y el Colibrí

Raúl Barboza llega pasado las siete de la tarde, hace tiempo el sol se abrazó al horizonte y el frio vuelve apretar en estos días de julio. El acordeonista recibe saludos, conversa con unos y con otros, el mate no tarde en llegar mientras sus músicos preparan todo para tocar. “En realidad me hubiera gustado estar mucho más tiempo – comenta – en todo caso estoy contento en poder participar de esta reunión, de ver lo que hemos hecho a principio de enero, el 8 de enero me dijeron los chicos. Tengo que viajar a Buenos Aires esta noche en ómnibus porque nuestro móvil tuvo un desperfecto, así que no disponemos de tiempo para salir más tarde. Pero lo importante es que estoy y con mucho placer de acompañar estas cosas.

En Buenos Aires estás presentando el Disco “El árbol y el colibrí”, un disco con mucho color y aromas del litoral.

Escucho y respeto todo tipo de música, pero no tengo necesidad de tomar formas musicales de otras culturas para manifestar lo que siento. A veces encuentro similitudes sonoras en algunos ritmos del Brasil, algunos ritmos o giros musicales venezolanos, que hay en nuestra indoamericalatina. Entonces veo que la música que práctico se acercan a los colores de las diferentes músicas del mundo. Porque cuando yo escucho en Suiza un acordeón de dos hileras noto que el ritmos y la melodía no tiene nada que ver con nuestros ritmos y melodías. Lo que si hay es sonido.

Supongamos que no puedo hablar el alemán, pero hay un sonido vocal, y ese sonido me dice usa los mismos instrumentos que yo para comunicarse. Lo mismo pasa con los acordeonista de cualquier parte del mundo. Hay giros y colores que son muy similares. Cuando uno ve el arcoíris en distintas partes del mismo siempre es el mismo, los colores y su frescura. Por eso yo no tengo necesidad de buscar otras formas musicales para hacer creer que yo soy un buen músico. Yo no soy un buen músico, soy un trabajador que quiere y ama a su música y a las otras músicas, por eso no las toco para no tocarlas mal.

Quienes te escuchamos a menudo nombrar la naturaleza siempre están los pájaros, pero en este disco en particular el Colibrí, ¿por qué?

El colibrí es un símbolo de los guaraníes. El existir para los guaraníes está ligado al Colibrí. El tiene un viaje que va del mundo visible al mundo invisible. El no visible para nosotros. Entonces el colibrí es un pájaro mítico, es un ave que simboliza esa relación del hombre con el mundo de los espíritus. El colibrí es una bella criatura de Dios, es un pájaro muy veloz, puede subir y bajar, va hacia adelante y hacia atrás, hay diferentes tipos de colibrí con diferentes ejemplares de pico para introducir el mismo en diferentes tipos de flores. Es una creación maravillosa, cada vez que veo un ave, ha sido creado para determinados actos y el colibrí es un pajarito que me gusta mucho. El colibrí – o el mainumby – era el pájaro sagrado de los guaraníes. Yo soy descendiente de guaraní, sin ninguna duda entonces para mi cultura también es importante.

Hay un tema de tu disco anterior, “Cherógape”, que me interesaría que cuentes cómo surgió y que pensamientos sobrevuelan este chamame.

Yo tengo mi casa física. En realidad tengo muchas casas físicas, no hablo de propiedad, hablo de lugares donde yo puedo ir a reposar mi esqueleto, mi materia. En Buenos Aires, en Francia, después las casa de los amigos que siempre me dicen –“cuando andas por acá vení, llama y entrar”. Puedo decir que con los años aprendí que no es – para mí - estrictamente necesario tener la propiedad.

Hay personas que son felices de decir yo tengo mi propiedad, y me parece muy bien. Es algo en lo que hay que pensar porque es una especie de futuro. Ahora yo me he criado libre, me he criado en libertad de pensamiento y estoy atado al amor de mi tierra, estoy atado a la lengua guaraní, a las melodías de esta tierra, a los paisajes de esta tierra. Sin embargo cuando yo veo el paisaje de otros mundos – pájaros de otros mundos – también los amo de la misma manera que yo amo la primera visión que yo tuve del mundo que fue acá en Argentina. Es cierto que no veo al hornero, no hay el pilincho, el gorrión hay, pero hay otros pájaros, la madre tierra les da vida y nacen otros árboles y otros pájaros. Entonces es cierto que yo tengo una cultura guaraní – esa cultura guaraní yo la comparto de la misma manera que yo intento absorber las otras culturas.

El ser generoso no es solamente dar sino también saber recibir. La generosidad es eso, no tratar de imponer nada, simplemente mostrar lo que se tiene. Se da lo que se solicita, estar dispuesto a escuchar y estar dispuesto a acompañar a quien necesita una compañía. La música además tiene el lenguaje del amor y no hay muchas necesidades de dar explicaciones, cuando una melodía es tocada con amor y belleza.

Una última antes de despedirnos. Estuviste trabajando en el disco de los Hermanos Núñez y Chacho Ruíz Guiñazú, ¿cómo fue esa producción?

He vivido más de siete décadas y cuando alguien me necesita por cualquier razón que fuere artística yo estoy disponible. No voy a decir que no, no me niego a la vida. Si yo veo que puedo como voy a rehusar al placer de tocar juntos. Ahora bien, hay cosas que no puedo hacer, soy muy cuidadoso de las cosas que puedo y no puedo hacer. No puedo ir a tocar con un grupo que de repente no siente lo que quiere exponer entonces yo no me niego sino que esperare que tengan una razón porque que yo pueda estar junto a ellos.

Los Núñez son músicos que tienen un enorme concepto sobre la música, son respetuosos, yo hablo a nivel musical, hablo a nivel musical porque no los conozco individualmente. Salvo al muchacho que toca el bandoneón – Juan Núñez – que es con quien más he podido conversar y me parece una excelente persona. Yo me base en el conocimiento que tengo de este joven para aceptar estar con ellos. El hecho que ellos hayan tocado un tema mío no es porque yo lo haya impuesto, simplemente ellos me pidieron. Yo nunca impongo nada, no es mi manera de trabajar o hacer las cosas en la vida.

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