lunes, 4 de junio de 2012

“Imaguaré es un proyecto político cultural”


Fabio Acevedo define con claridad la propuesta musical de Imaguaré.  “Fabio es un referente de la guitarra del chamame”, sostienen sus colegas, entre ellos Jorge Suligoy.  Actualmente Fabio reparte su tiempo como guitarrista de Imaguaré, trabaja en SADAIC y además es Profesor de Música en la Escuela Figeredo, Edgar Romero Maciel y Liceo Ferrer.  Repasamos aquí parte de su vida, su familia y su incorporación a uno de los grupos pilares de la música chamamecera.  Su hijo Fernando Acevedo también aparece en la charla.


Por paulo ferreyra
paulo.ferreyra@yahoo.com.ar


Fabio Acevedo conoció la música folclórica de nuestro país desde la cuna.  A los cuatro años comenzó a bailar folclore con Mataco Lemos.  Cuatro años más tarde comenzó a estudiar piano con la profesora Hilda Rosa Billordo. “Estudié hasta los doce años piano, las notas eran 10 con felicitaciones”, recuerda con una sonrisa.

Cuando ingresa al colegio secundario Fabio deja el piano.  “Por dos razones muy simples, en principio tenía doble turno en la escuela y por otra lado era imposible económicamente comprar un piano”.  Quizás el destino ya estaba echado, así Fabio comenzó a los doce años a trenzarse con una guitarra. 

“Lo más cerca que tenía era una guitarra.  Mi papá tocaba la guitarra.  Él no vivía con nosotros porque mis padres se habían separado cuando nosotros éramos pequeños.  Pero esa referencia siempre estuvo presente.  Él siempre tocaba la guitarra”, recuerda Fabio.

El entorno familiar de Fabio está signado por la música.  Aparece su padre y además toma contacto directo con Lindor López y Héctor López, dos reconocidos músicos chamameceros radicados en Buenos Aires.  Sin embargo un primo fue quien le enseño los primeros acordes, “fue re mayor y sol mayor”, advierte.  La primera canción que aprendió Fabio fue “Zamba del Valle”, de los Indios Tacunau.  Después abrazó para siempre el chamame.

En Corrientes estudió guitarra con Hilda López.  Esa base que tenía sobre los conceptos de música hizo que rápidamente asimilara las técnicas de la guitarra.  Pronto dejó de estudiar ya que “sacaba de oído las canciones”, recuerda.

- ¿Cuáles  eran o son tus referentes en la guitarra?

Desde joven me llamo mucho la atención como tocaba la guitarra Cacho Tirao.  Me llama la atención como el cantaba, punteaba y se acompañaba. Recuerdo que cuando volvía del colegio venía del colegio tomaba la guitarra y trataba de hacer esas cosas.  También escuchaba a Juan Ramón Gauna, ahí fue que comencé a puntear y acompañar.  En el año 1979,  participé en el certamen de Inter-Barrios como solista instrumental.

- ¿Qué temas tocabas por aquellos años?

Ahí tocaba “La Vestido Celeste”, “kilómetro 11”, “Alma Guaraní”, entre otros chamame.  

Dos años después vuelvo a competir en un concurso pero en el rubro de Folclore Correntino, eso me permitió ir al Festival de Folclore en Santo Tomé. 


“Inclinación por el arte”

Cuando Fabio Acevedo comenzó a ganar distintos concurso donde se presentaba como solista instrumental.  De este modo fue afianzándose en su instrumento.  Recorrió distintos escenarios siendo muy joven, además de acompañar a diferentes artistas pronto pudo formar su primer conjunto.  “Paraná Trio” estaba conformado por Fabio, Pedro Villalba y Dardo Sosa.

Fabio tuvo su primera grabación allá por 1981.  Por aquellos años se grababa en cassette.  Aún guarda aquella grabación como puntal de su carrera.  Después conocería a sus amigos de toda la vida. Rudi Flores le transmitió todo lo que sabía sobre la guitarra, comenzó a estudiar y practicar de forma profesional.

A mediados de los 80 Bruno Mendoza queda ampliamente sorprendido de cómo ejecutaba la guitarra.  En 1985 participa de una grabación junto a Las Hermanas Vera.  Por esos años también acompañará brevemente a Cacho Saucedo. 

“La inclinación por el arte ardía muy fuerte”, confía Fabio con una sonrisa.  Él y su guitarra comenzaron a recorrer el litoral acompañando a destacados músicos chamameceros.   Por esos años se afianza su amistad con Rudi y Nini Flores, tanto es así que el 6 de septiembre en la Iº Fiesta Nacional del Chamame comparte escenario. 

El 26 de enero de 1986 Fabio Acevedo se incorpora definitivamente a Imaguaré.  Su presentación en público fue en el escenario mayor de Cosquín.  

- ¿Por qué ingresaste a Imaguaré?

Imaguaré era y sigue siendo un grupo de mucho renombre.  Ha marcado un cambio dentro de lo poético y lo musical.  Era un estilo diferente, yo me sentía identificado con ese estilo.  En Imaguaré hubo buena química con Juancito Sacu.  Creo que marcamos algo importante con la guitarra dentro del chamame.  Después conocí a mi compañera y estar en el grupo era mi medio de vida.  Con los años vinieron los hijos.  Además hay un buen clima en el grupo. 

- ¿Debe ser como un matrimonio esta convivencia?, ¿cómo hacen para estar juntos tantos años?

Nos une la pasión por la música. Siempre pensé que Imaguaré es un proyecto político cultural.  Por ahí no se puede hablar de partido político, porque ya el nombre te dice, partido que están partidos. Letras como “Avío del alma” o “Compadre que tiene el vino” me parece que tienen un fondo político.  Esas composiciones transmiten un pensamiento filosófico que vuela alto.  Desde este lugar se puede militar detrás de un grupo que tira ideas, propuestas, un sueño también.




“Me siento un referente”


Con el paso del tiempo Fabio sostiene que aún admira a mucha gente.  “Hoy en YouTube ves los videos y no podes creer como tocan algunos.  Es bueno saber que hay géneros donde se destacan ciertos guitarristas y en otros hay otros guitarristas.  Creo que dentro del chamame uno tiene que proyectarse.  Para eso hay que seguir trabajando, estudiar y componer. Hoy para mi es más difícil porque está la compañera, están los hijos y el trabajo que demandan mucho tiempo.  Además tengo un hijo que es músico,  Fernando Acevedo.

- Ahí quería llegar.  ¿Cómo se hace para transferir la pasión por la música a los hijos?

Esas cosas no se planifican, no se arman.  Con mi hija se puede decir que planifique, yo quería que ella se dedicara a la música.  Ella estudio violín y terminó en el Instituto de Música.  Pero el violín está guardado en casa.  Con Fernando no planifique nada y desde los dos o tres años que le gusta la música, tenía una guitarra chiquita.  Fernando se hizo su camino, cuando me di cuenta ya tenía su guitarra y ya cantaba.  Todo aprendió solo, muchos creen que yo le enseñe pero no fue así. El mirando aprendió a tocar la guitarra. 

Por supuesto que después le hacía algunas correcciones.  Con algunos amigos que van a casa como Bruno Mendoza, Rudi y Nini Flores, Fernando se entreviera y va aprendiendo cosas de la guitarra.  También conoció a Mateo Villalba con quien tuvo una experiencia muy linda dentro del Instituto de Música.  Además en mi casa como te imaginaras hay mucho material sobre guitarra, hay guitarra, violín, órgano.  Siempre tuvo al alcance un instrumento musical.

- ¿Qué significó para vos tocar en la Fiesta del Chamame junto a Mateo Villalba y tu hijo?

Fue una sensación muy linda.  Además con Mateo me une una amistad de mucho tiempo.  Es emotivo.  Es difícil decir o transferir lo que uno siente cuando está con su hijo.  Además estábamos redeados de grandes maestros del chamame.  Estar mi hijo, con Mateo y Miguel Guerrero despertó emociones muy profundas. 

- Algunos colegas tuyos sostienen que sos un referente de la guitarra del chamame, ¿te sentís así?

En principio hay una cuota de cariño y afinidad entre los colegas.  Con el tiempo transcurrido creo que uno pasa a ser un referente de la juventud y de la muchachada que viene detrás.  Estoy pisando los 50 y hay que asumir ese lugar con gran responsabilidad y seriedad.  No hay vuelta de hoja. Yo con mucho cariño y mucho orgullo me siento un referente.  Pienso que me siento en la obligación de seguir siendo un referente y afirmarme cada vez más en lo que hago.  Además debo seguir trabajando para que los jóvenes se sientan fuertes y que sepan que también les va a tocar lo mismo.  Esto es como una rueda, es así, una vez que arrancó la vida sigue y sigue.  No se detiene.

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