Por Paulo
Ferreyra
Este año Flavia Pittella, además de dar clases y hacer recomendaciones de libros empezó el ciclo Fogoncito Literario. La escena es idílica. Flavia y un invitado o invitada especial charlan a la luz del fuego. El mismo se graba en Mar de las Pampas. La acompaña un gran equipo de producción. Las revelaciones de esas charlas son lo más parecido a poemas susurrados entre mar y selva.
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| Tapa del libro de Solange Levinton |
"El
fuego para mí es mi infancia absoluta", afirmó y la charla de libros
comenzó por ahí. Hablamos del fuego. En su casa de la infancia había una
chimenea que se prendía religiosamente todos los días de invierno. Alrededor de esa chimenea su padre tenía un
banquito muy bajito y se sentaba ahí a mirar la televisión. Cuando pudo hacerse
su casa lo primero que quiso tener fue una chimenea. “El fuego es reunión.
Reunión total. El fuego invita porque cuando hay fuego la gente se acerca. Mirar
el fuego es una de las cosas más lindas que uno puedo hacer", agregó y su
voz crepitó.
La
mayoría de nosotros leemos por placer. Pero para algunos, como para Flavia
Pittella leer se ha convertido “graciosa y amablemente en un trabajo”. Cuenta
que al igual que los escritores, que se asignan tiempo fijos para escribir ella
se asigna tiempo fijo para leer. Además, le roba tiempo a otras actividades.
“No
miro las series que querría mirar. No miro tantas películas como querría ver.
Pero insisto, porque muchas veces tengo que terminar de leer un libro. En ocasiones tengo que reseñar, recomendar o presentar”, cuenta al tiempo que abre
la intimidad de cómo es esa vida de lectora.
Su pasos dentro del mundo de la literatura se ha ido ensanchando con el tiempo. Este año realizó muchos prólogos de libros. Eso la llevó a más lecturas. “Para mí el momento de la lectura es un momento de plena conciencia de lectura” – aclara – “leo más rápido y más concentrada. Hago cosas como, por ejemplo, dejar el celular en otro lugar. El celular me contaminó mucho como a todos o a casi todos”.
— Hace más de quince años que haces
recomendaciones de libros, ¿podrías compartir tres características de por qué
un libro es bueno para vos?
— A
ver. Vamos por parte. En principio hay libros que ni bien empiezas a leer ya te
convocan. Lees las primeras páginas y decís acá hay algo. Después hay libros
que pasadas las primeras páginas no encuentro el tono, ¿qué me quiere decir? ¿Qué
me está contando? Si en las primeras páginas estoy haciendo un esfuerzo lo que
hago por profesión es saltar páginas, ir para adelante y para atrás. Ver qué
hay más adelante. Empiezo a jugar con el libro. Leo en diagonal. Además, busco
reseñas o pregunto si alguien lo leyó para saber si me estoy perdiendo de algo.
Entonces
la primera impresión viene del comienzo de cada libro. No viene de la tapa o
del título del libro. En Argentina se titula muy mal los libros. Eso me pone de
muy mal humor.
— ¿Los títulos de los autores o autoras
locales o las traducciones?
— Me
parece que es un perro que se muerde la cola. Porque las traducciones que nos
vienen de España vienen con títulos que incluso a veces contradicen el título
original. Acá no nos hemos acostumbrado a ese tipo de título efectivista que te
toca una fibra íntima. Me parece que ahí hay una búsqueda de efectividad que no
se logra siempre con las con los títulos.
Las
tapas ni hablar. Las tapas entiendo que hay un costo y entonces ahí,
obviamente, todos vamos a perdonar las tapas. Porque hay que tener mucha plata
para hacer una tapa que resalte, que sea original y que tenga diseño. Entonces
las tapas pueden fallar. Pero los titulo me ponen de muy mal humor.
La
segunda cosa que tengo en cuenta para recomendar es la hechura. ¿Qué quiere
decir? En la literatura lo importante es cómo está contada. ¿Cómo están puestas
las palabras? ¿Cómo bailan entre ellas? ¿Cómo me generan a mí imágenes en la cabeza?
Es la artesanía del autor que logra moldear las palabras de una historia que se
contó mil veces. Entonces tengo en cuenta qué imagen me genera,
qué sensación, qué agujero, qué emoción, qué piel de gallina. Eso es el arte de
cómo está contada la historia.
En
tercer lugar está mi secreto mayor. Mi secreto mayor para recomendar un libro
es si yo voy y lo compro. Para mí o para alguien. Si voy a la librería y lo
compro es porque el libro es bueno. Si yo bajo el mango te hago que vos bajes el mango. Me animo a decirte
que el libro vale la pena comprarlo. Tengo que estar convencida que yo también
lo compraría. Meto en la ecuación lo económico.
— Claro, los libros están caros.
— Los
libros están caros. Además, cuando vas a compras un libro no compras un libro. Cuando
vos compras un libro compras tiempo. Estas comprando tiempo de lectura, compras
la emoción de pasar por eso que los recomendadores decimos que vale la pena
leerlo. Entonces, en esa compra, es como cuando vas a comer a un restaurant. No
vas a comprar comida vas por la experiencia. Entonces, ahí hay más que pagar el
plato, estás pagando todo lo que te pasa alrededor de esa experiencia. Con los
libros pasa igual. Entonces, siempre la evaluación final que me hago es,
¿Compro este libro para mí? Sí. Perfecto. Listo. Entonces lo recomiendo. O me
pasa decirme este libro yo no lo compro. Bueno, entonces no lo recomiendo.
— Quiero llevar a otro campo tuyo. Hiciste
zoom, recomendaciones sobre libros de amor y el espectáculo No se puede vivir del amor. Con tanta data, ¿cambió algo tu forma
de entender el amor?
— Me
di cuenta de algo que ya sabía. Creo que lo sabemos todos de manera intuitiva.
El juego que hago con el título del espectáculo es que No se puede vivir del amor pero no se puede vivir sin amor. No hay
persona en el mundo que de una u otra manera no busque ni siquiera amar sino
ser amada. Todos buscamos amor. No hay nadie que de una u otra manera busque
ser amado, aunque la forma sea extraña, fuera de lo común, tóxica, no importa
cómo sea.
Nadie
no quiere que lo amen.
Es el
corazón de la humanidad.
El problema que estamos teniendo es precisamente no darle un lugar más explícito a la forma del amor. Un lugar más explícito al amor. En las redes, por ejemplo, son un gran tacho de basura de odio. De odio y maltrato. Eso no ayuda mucho a la formación de relaciones amorosas o de sentirse querido. Básicamente todos queremos que nos quieran. Si hay algo que descubrí fue eso. Te lo resumo de otra manera: Todos los libros son historias de amor.
En
todos los libros hay historias de amor. En todas las novelas que lees hay
historias de amor, si es solapa, si está de fondo, si es por su ausencia, si es
por su fracaso, si es por su búsqueda, si es un libro de guerra, si es un libro
de política, siempre de alguna u otra manera aparece la historia de amor.
Pensá
en un libro cualquiera que hayas leído en los últimos diez años que no tenga
dentro una historia de amor. No existe. Amor romántico en general pero también otro
tipo de amor, ¿no? Amistad o el amor, como un concepto más amplio que el amor
romántico.
— ¿Y tu relación con los libros es de
amor?
— Sí.
Es de amor. Es de amor total. Es de amor total y de entrega total. Porque creo
profundamente en la capacidad amorosa de los libros. Vos ves personas en un
tren leyendo un libro y con la cara contorsionada de angustia o riéndose o la
concentración de alguien que lee, que entra en ese mundo y está teniendo una
experiencia vital. Si sos muy muy lector te pasa cada vez y si lees un libro
por año te pasa cuando lees ese libro.
*****
Sus libros recomendados
del año 2025
El
buen mal - Samanta Schweblin
Un
sueño made in Argentina. Auge y caída de Pumper Nic - Solange Levinton
Japón
eterno - Amelie Nothomb y Laureline Amanieux
Espacio
para soñar (autobiografía de Lynch) - David Lynch con Kristine Mckenna
Podrías
hacer de esto algo bonito - Maggie Smith
A
pedazos - Hanif Kureishi
Si te
gusta la oscuridad (en ingles es - Si te gusta más oscuro) - Stephen King
*****
— Me gustaría desafiarte porque sos una
fan de Stephen King y William
Shakespeare. Aquí nos subimos a una nave y hay que llevar solo un autor, ¿a
quién elegirías y por qué?
—
Shakespeare.
Shakespeare.
Porque en Shakespeare están todos los autores. Todos los autores. No hay nadie
que se escape. O sea, si lees Shakespeare lees a King. Si lees a King lees a
Shekespeare en muchos aspectos. Para mí King es el Shakespeare del siglo XX.
La
condición humana que es de lo que trabaja Shakespeare está muy bien retratada
en King. El amor, el odio, la amistad, todos los temas que le importan a
Shakespeare le importan a Stephen King. Los dos hacen un trabajo similar. La
manera de los dos es que te ponen sobre el escenario el panorama y que vos juzgues.
Ninguno
de los dos juzga a sus personas haces. No hay juicio de valor sobre lo que
hacen. El juicio lo pones vos. Por eso por momentos querés a alguien malvado o
lo querés rescatar. Ellos no juzgan. Soy profesora de inglés y el inglés de
Shakespeare me subyuga. Creo que hay ahí una universalidad y atemporalidad en
Shakespeare que es muy difícil de superar.
La belleza es lo
verdadero
Hay un chico muy flaquito. Flavia mira la escena. Hay un chico muy flaquito que esta vestido muy fashion. El chico le está sacando fotos a otro chico muy musculoso que se puso contra una pared de una casa. La casa a primera vista es horrible. Pero si la mirás bien tiene su belleza. El chico flaquito le está haciendo una foto. "En esa escena veo un montón de cosas bellas. Porque hay autenticidad. Porque hay una búsqueda", afirma para describir qué es la belleza para ella. "Ese chico se está sacando esas fotos porque quiere lograr algo. Quiere mostrar algo y el otro le peina los pelitos y le saca la foto. Ya estoy embelesada. Esta escena es auténtica. Ninguno está fingiendo. No están actuando para nadie. Están en una búsqueda. Entonces ahí ya vi algo bello. La verdad. Vuelvo al amor. El amor total es la belleza. La belleza es lo verdadero. La verdad".













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