domingo, 2 de julio de 2017

"Mi traje de Pochosky es mi identidad"

El próximo domingo 9 de julio Pochosky celebrará sus 20 años en el Paseo de los Artesanos de Resistencia, Chaco. "Siempre voy de blanco y negro, la cara como un mimo pintado de blanco. El personaje se fue y se va dando con la gente. No tengo libreto. Cuando estoy por entrar en escena me agarra una ansiedad y una energía que corre por adentro que no puedo describir. Creo que si todo eso no pasara no haría lo que hago", describe en esta extensa charla exclusiva con ñeepora.com.ar. Además, recordó que en el festejo estarán presentes varios artistas invitados y para el público habrá importantes premios.

Por paulo ferryera
Paulo.ferreyra@yahoo.com.ar


Por una cosa u otra vamos pateando o voy pateando la fecha de la entrevista. Finalmente llega el día. "No me llames tan tarde", advierte Pochosky. Después de que realizamos giras de noches sin fin ahora él tiene horario a la noche. "La nena está durmiendo y no quiero que se despierte", advierte casi como pidiendo disculpa del otro lado del teléfono. Pochosky, el payaso callejero que se define en "un 50 por ciento artista y un 50 por ciento busca vida" cumple 20 años de trayectoria.



Hay un silencio. El reloj marca más de las 23 del martes y en Córdoba hace frío. Él sale afuera para hablar más tranquilo, o para poder hablar, y no despertar a la pequeña reina del hogar que apenas tiene tres meses. Arami, nombre en guaraní que traducido al castellano sería algo así como "pedazo de cielo". "Eso es. Ella es un pedazo de cielo que se rubrica en sus ojos, en sus gestos, en sus manos", cuenta.

El motivo de la charla son los 20 años de Pochosky. El gran festejo será el próximo domingo 9 de julio en el Paseo de los Artesanos.


¿Cómo empezó todo?


En un verano del año ‘95 me fui de vacaciones con unos amigos a la costa argentina. En esa oportunidad vi un espectáculo callejero y me gustó. Cuando volvimos del viaje comencé a escupir fuego y a copiar las cosas que había visto. Me gustó desde un principio esa vida, mostrar el arte y después pasar la gorra. Con el tiempo me fui animando hacer un poco más.

Al poco tiempo llegó una nueva edición del certamen de Esculturas de Resistencia. Por aquellos años se hacía en la plaza 25 de mayo. En mi casa busqué y me puse el traje que había usado mi viejo cuando se casó con mamá. Me puse una peluca. Llevé una antorcha para escupir fuego con querosene, unas pelotitas de tenis decoradas con cinta aisladora y me fui a la calle. Así comencé a mostrar lo que sabía hacer y a pasar la gorra.

¿Así arrancó?


Así. No sé cómo había llegado a mis manos un libro que se llamaba juguemos a los payasos, ahí tenía skech, diferentes tipos de payasos y algunas otras cositas. Eso me sirvió mucho en ese momento. En la primera incursión callejera me fue bien y me gustó.

Con el tiempo fui consiguiendo más material que sirven para hacer malabares. Hacía malabares como payaso y con la plata. Por aquel tiempo había encontrado una oferta en Casa Tía que salía 13 con 90 un set de juegos de malabares que venían con clavas, diábolo y otras cositas. Eso me compré y así me fui haciendo mis primeras herramientas.




El bautismo de Pochosky


A él le gusta el calor, la comida chatarra acompañada de la bebida internacional de letras blancas y fondo rojo o letras rojas sobre fondo blanco. Recorrió gran parte del país y de Sudamérica. Junto a Joselo Schuap viajó a Europa y llevó también por allá su arte y la gorra. Aunque ahora vive en Córdoba dice que si tuviera que elegir un lugar para vivir en el país sería Misiones, "me encanta Misiones", desliza con entusiasmo y la sonrisa blanca le cubre la cara.

A lo largo de estos años vivió diferentes experiencias. Se acercó a una escuela de teatro. Como payaso además de las intervenciones callejeras comenzó animando cumpleaños. "Me iba ganando unos pesos y esa era una gran motivación para seguir adelante", cuenta.

También iba tomando contacto con artistas callejeros donde sumaba experiencia y buscaba ir pulir su arte. "Hice talleres, conocí mucha gente que me abrió la cabeza, al principio y aún hoy sigo absorbiendo todo. Antes había que tomar contacto con la gente, con los pares, viajar y hacer talleres. Hoy podes ver quizás un tutorial en internet y aprendes cosas. Antes no teníamos estas cosas", explica.



A fines de 1990 y principio del año 2000 viajó por todo el litoral con una compañía de circo. Ahí conoció varios pueblos del interior del litoral. En esa gira Arturo Belsagui lo bautizó Pochosky. "Yo miraba todo. Íbamos con el circo de pueblo en pueblo. Llegábamos a un baldío y nos instalábamos. Los chicos iban a la escuela y los demás nos encargábamos del circo. Era una movida muy importante. Aprendí ahí cosas de payaso pero también aprendí cosas que me sirvieron como ser humano para toda la vida. Lo bueno y lo malo. Ahí Arturo Belsegui me bautizó Pochosky".


Ese es un gran un dato. ¿Cómo se llamaba el presentador del circo?
Arturo Belsegui. A él le debo mi nombre. Estando a su lado aprendí muchas cosas y muchas de esas cosas me sirvieron después para la vida ambulante con Joselo Schuap.

¿Qué te producía ser payaso?

Entre las cosas que me gustan hasta el día de hoy es el trato que uno tiene con la gente. El hecho de que la gente te salude bien. Un payaso puede educar a los chicos. En un momento puede concentrar la mirada del chico y el mensaje es poderoso. Un payaso puede dar muchas cosas.

Hace unos días atrás fuimos acá en Córdoba al Archivo. El Archivo fue un lugar de detención clandestina en la última dictadura militar. El payaso aquí intenta poner otra mirada en ese lugar del horror. Creo que se asemeja mucho a lo que hacían los bufones ante el rey. Un bufón se jugaba la vida en cada chiste porque los chistes eran sobre el mismo rey o sobre su reinado. Si al rey no le gustaba lo mandaba a decapitar. El payaso arriesgaba todo por un momento.




La última gota sin contaminar del universo

Pochosky siguió creciendo. Viajando. Conociendo gente por todos lados hasta llegar al Brasil donde comenzó a tener temporadas fuertes en Rio de Janeiro. "Después de la temporada hacía siempre el mismo recorrido, una parada en Iguazú donde hacía intervenciones en la calle y después Posadas. Un domingo de marzo llegué a Posadas. Voy a la costanera de la ciudad para hacer un espectáculo callejero. Ahí veo el colectivo de Joselo Schuap y me acerco. Ese día me cambié en el colectivo y cuando terminé mi intervención Joselo Schuap me dice:

- che eso que hacés con la bola parece la última gota de agua sin contaminar del universo.


A mí me sorprendió pero yo me quería ir. Ya había pasado la gorra y tenía la plata para ir a Resistencia. Entonces seguimos charlando hasta que Joselo me propone unirme a su gira y recorrer el país.

- puede ser. Cuándo sería eso.
- Mañana arrancamos la gira.

"Mañana arrancamos la gira me contesta Joselo y así fue. Todo lo que vino después fue un gran regalo. Recorrimos Sudamérica y llegamos a Europa", resalta.

De este escena pintada por el propio Pochosky ya pasaron 12 años. Joselo con un chamamé afilado como un buen machete sigue recorriendo el universo y en cada oportunidad en que sus vidas se pueden cruzar caminan juntos. "Estoy muy agradecido a todo lo que me ha dado este lazo con Joselo. Soy muy agradecido con eso. Nosotros dejamos nuestra vida por andar en el Dino, el colectivo de Joselo Schuap. Nosotros estuvimos en 15 países, en Europa, en fiestas grandes como Cosquín y la Fiesta Nacional del Chamame, hicimos tres películas y la lista sigue", resalta y hace un silencio para tomar aire. "Hicimos muchas cosas", vuelve exaltado.




- ¿Te tatuaste el Dino?


Si. En el antebrazo. Hay una puja larga por la herencia del Dino. Seguramente estará Jesús ahí en el medio pero yo no me rindo. Estamos cabeza a cabeza.

- Volviendo a esta celebración. Chaplín decía que su vida era su traje. ¿Qué significa para vos tu personaje y el traje que llevas siempre?

Mi vida pasa el traje. Esto se fue dando solo y hoy estoy en un momento que no podía cambiarme o vestirme de otra forma. Mi traje también es hoy mi identidad. Siempre voy de blanco y negro, la cara como un mimo pintado de blanco. El personaje se fue y se va dando con la gente. No tengo libreto. Sé que hay dos o tres cosas que puedo hacer si o sí pero después me dejo llevar por la gente.

Lo bueno que me pasa es que siempre no sé qué va a suceder. Cuando estoy por entrar en escena me agarra una ansiedad y una energía que corre por adentro que no puedo describir. Creo que si todo eso no pasara no haría lo que hago.

- Soñaste algunas vez con estos 20 años y que lo ibas celebrar rodeado de amigos y familiares.


Si, totalmente. Creo que vengo festejando desde el año 5. Yo soy un laburador de mi empresa, si no me vendo nadie me va a vender. Siempre hacía a fin de año el evento - "Pochosky y sus amigos despiden el año". En toda mi vida puse en valor los amigos y buscaba una excusa para celebrar.

-¿Qué habrá de especial en esa tarde noche del 9 de julio en Resistencia?


Será una tarde diferente. Quizás para mí lo más importante es que estará mi hija de cuatro meses. Ella estará ahí en primera fila. Estará mi familia y mi hermosa compañera de la vida. No puedo pedir nada más. Además habrá muchos músicos invitados. Haremos sorteos con premios y haremos actividades con los chicos. Uf, habrá muchas cosas.

- Por último, ¿qué significa para vos el Paseo de los Artesanos?


En el paseo de los artesanos tuve muchas etapas. La principal fue sobrevivir. Había etapa donde sólo laburaba los domingos. Cuando pasaba la gorra la gente se desprendía de los bonos quebrachos y me los empaquetaba todos. Igual me dio muchas cosas. Al Paseo de los Artesanos lo quiero mucho porque me dio de comer, pude crear y sentirme cómodo haciendo de payaso ahí en ese lugar. Para hacer arte uno tiene que estar cómodo y en ese lugar siempre me sentí cómodo.




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