martes, 2 de octubre de 2018

Mistura: un camino de mandarinas al sol

Bullen cuerpos en palabras, música y danza. Esta es la propuesta que comenzó Mistura en su presentación en la Biblioteca Mariño de Corrientes y llegó días atrás a Resistencia.  María Fernanda Sánchez Barros, Estefanía Ceballos, Claudio Margosa, Esteban Ordenavía, Laura Chávez, Jao y Daniel Villalba, dan cuenta de ese espectáculo multidisciplinario. 


Por Paulo Ferreyra
Fotos Carlos Maciel



Hay quienes dicen que ante las pinturas de Rothko hay que pararse como frente a un amanecer. Sus pinturas tienen la vitalidad y la fuerza del color puro. Aunque parezca paradójico, en sus cuadros el negro está vivo.

Hace unos días, la noche viva se abrió ante esta propuesta de música, poesía, cuerpo y alma. Pasadas las diez de la noche, la voz de Estefanía Ceballos hendía el espacio de Nanas. Luego le siguió la voz de Fernanda Sánchez Barros. Por momentos, un amable silencio en derredor. Un coqueteo insistente se percibía entre un decir y el otro, una voz y la otra. La palabra se expandía en el silencio.

El público llevaba sus ojos al escenario pero la atención también se esparcía hacia otros movimientos. El movimiento de las poetas arrastraban las miradas y la atención.

Las palabras tienen música, y ésta se hace melodía dulce refulgiendo en los instrumentos.



Silencio



Danza



La música rasga el vientre de la noche



Hay movimientos corporales. Desde distintos espacios, los fotógrafos también se mueven en formas danzantes para poder capturar la mejor imagen. Se ven sonrisas de dientes de marfil entornados en labios con tinta rojo fuego.

“Soy consciente de que pintar cuadros tan grandes es grandilocuente y pomposo”, había declarado Rothko hace más de 60 años. “Pero pinto así precisamente porque quiero ser íntimo y humano. Si pintas cuadros grandes, tú estás dentro. Y el espectador también se siente dentro del cuadro”.

Entre estas palabras y la música, la propuesta de Mistura se ensancha con la danza. Manos que se tocan sin tocarse, se acarician, se besan. Manos que besan. El público inmerso sigue en silencio. No hay aplausos. Mientras intento asir lo que sucede en un papel inmaculado en otra mesa cercana alguien dibuja con fruición.

La noche madura y llegan sonidos del monte en el centro de la ciudad. Las voces de las poetas que cubren todos los espacios, una pisadas crujiendo el presente para despegarnos del bar, la música, con sonidos ancestrales, llega para amasar todo y llevarnos a un viaje.


La propuesta de Mistura combina textos, música y danza. La segunda función de esta propuesta artística tuvo lugar hace unos días atrás en Nanas Suena Bien, Resistencia. Los textos fueron de María Fernanda Sánchez Barros y Estefanía Ceballos, la música, danza y canciones llegaron de la mano de Claudio Margosa, Esteban Ordenavía, Laura Chávez, Jao y Daniel Villalba, la realización visual corrió por cuenta de Maru Richeri.

Se entrecruzan las palabras y las voces de un coro. Las poetas acentúan palabras, versos, leen al público que los mira con todo el cuerpo. Aparecen el padre, la madre, la siesta, el cuerpo, la infancia,la duda, la grieta, el dulzor de la tarde, la casa, el viento que cuaja las heridas y el rancio sabor que me devuelve la mirada como un animal fugaz.

La tentación de desgrabar los audios de los poemas es alto, crece como un sismo en mis oídos, pero las palabras se suceden dulces, manchadas por el alcohol de la noche y en vano busco ser fiel a la palabra poética.

Mistura tendrá nuevas fechas, nuevos artistas, la invitación es para hacer un viaje de noche al interior de la creación artística. “El alma puede aquietarse y los peces no ahuyentan fantasmas".

Suena Mi pueblo, mi casa y la soledad, en una versión exquisita en violín, guitarra y percusión. La casa de al lado llegará en una versión donde bailan y los cuerpos salen de sí. Los tambores sobre el cierre son latidos.

Al finalizar la noche, el público aplaudió con entusiasmo como después de un chapuzón. Rejuvenecidos.

Mistura tendrá nuevas fechas tanto en Corrientes como en Resistencia.

Rothko sintió la presión del arte sobre sus espaldas, cuando podía se abría e insistía: “Debemos encontrar un modo de vida y un trabajo que no tenga las consecuencias de ir acabando uno a uno con todos nosotros”. De eso se trata la vida, un baño de poesía, música y danza. Mistura.






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