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viernes, 14 de noviembre de 2025

Pedro Rossi: “Buscamos poesías y canciones que nos interpelen”

Loli Molina y Pedro Rossi. Foto Cecilia Aiscurri

Este domingo 16 de noviembre llegan a Corrientes 
Loli Molina  y  Pedro Rossi. En esta ocasión presentarán las canciones de su primer disco juntos Un cosmos que camina conmigo. La cita es a las 18.30 en La Felipa Verde, Ruta 12 km 1034. “Vamos en un formato a dúo, dos guitarras y dos voces. Las presentaciones en vivo tienen ese toque especial donde el trabajo sonoro es distinto y único en cada concierto”, afirmó Pedro Rossi en esta charla. La tarde la abrirá el cantante y compositor correntino Yoshi Kuroki en formato de trío, lo acompañarán Brian Acosta y Amiliano Alegre.


Por Paulo Ferreyra

Foto gentileza de Cecilia Aiscurri


En el 2020 Pedro Rossi estaba de gira junto a Liliana Herrero en El Bolsón. Fue antes de que comenzara la restricción por la pandemia. En aquel lugar también se encontraba Loli Molina. Pedro y Loli se conocían de antes por amigos en común pero recién ahí compartieron música. “Estuvimos una tarde charlando y compartiendo nuestro arte”, recordó ahora Pedro.


Aquel encuentro encendió la llama y las ganas de indagar en el repertorio folclórico. Tuvieron una gran conexión que sigue vive hoy cinco años después. “Loli tiene un bagaje musical enorme. Es una cantautora y cantante muy buena. Además, es una guitarrista excelente”, desliza Pedro sobre su compañera de camino.


En el 2022 hicieron una gira por el país juntos. Ahí comenzaron a armar un repertorio. El hecho de compartir escenario, viajar juntos y seguir ahondando en la conexión acentuó la pulsión interna de plasmar un puñado de canciones en un disco. 

Loli Molina y Pedro Rossi. Foto Cecilia Aiscurri


En esta charla telefónica con Pedro Rossi su voz llega con la cadencia de una caricia, un acorde en el aire que tiñe el ambiente de un vino azul. En esta charla cuenta de los desafíos que se le fueron planteando el dúo y cómo fueron armando un repertorio para este disco titulado Un cosmos que camina conmigo.


— Para mi cantar sigue siendo un desafío interesantísimo. Estoy acostumbrado a tocar y acompañar a Liliana Herrero. También, acompaño a otros proyectos en el rol de guitarrista. Ahora con Loli pase a tener un rol en la guitarra y en la voz, tuve que ponerme a practicar ya que la manera de timbrar con el canto de Loli es muy particular. 


Es un lindo desafío habitar la voz como instrumento. Busco la manera de sentirme cómodo y encontrar esa comodidad cuando toco la guitarra y estoy cantando. Sigue siendo un desafío y la vengo descubriendo, la voz es un universo infinito. Aquí no es solo la voz como instrumento - sino el cuerpo y el texto, son muchas más cosas. Estoy contento con la invitación de Loli. Desde el principio el proyecto ya era de dos guitarras y dos voces. Es un desafío y lo celebro enormemente 


— Este correr de eje, también aquí incursionaste en la búsqueda o en la reflexión de la palabra, ¿cómo fue eso para vos?


— Para mí ahondar en la palabra fue un gran descubrimiento desde el ponerle la voz a elegir un repertorio. Vengo trabajando con la palabra con Liliana Herrero todos estos años. Trabajamos con ella los arreglos y la intervención musical porque partimos de los textos para hacer música. El texto lo tengo presente hace un montón. Con Liliana Herrero tenemos un trabajo muy profundo con la poesía. 


En este proyecto con Loli empecé a ponerle palabras desde mi voz. Eso fue muy interesante, empezar a profundizar más el sentido cuando uno empieza a decir. No es lo mismo leer e interpretar en la música que buscar el significante para leer y decir. Para mí es un cambio y un aprendizaje enorme. 

Pedro Rossi. Foto Cecilia Aiscurri


— El título del disco que grabaron es Un cosmos que camina conmigo, ¿De dónde viene?


— Estuvimos buscando mucho el título del disco. Conversamos acerca de nuestra condición de dos músicos que que venimos de Buenos Aires, que crecimos en un ambiente de ciudad, que nos criamos con otras músicas, que venimos de otras trayectorias musicales lejanas y cercanas al folklore a la vez. Pero no venimos de una tradición folklórica y nos sentimos de alguna manera visitantes de estas músicas.


Entonces, a la hora de buscar el título fue muy difícil, fue todo un desafío y le propuse a Loli que miremos juntos el libro El canto del viento, de Atahualpa Yupanqui. Este libro tiene unos textos muy hermosos y unas descripciones del folklore muy lindas. Loli encontró dentro de ese libro un poema que se llama El tiempo del hombre. Este poema cierra con la copla diciendo, "Y así voy por el mundo, sin edad ni destino /  al amparo de un cosmos que camina conmigo. / Amo la luz, y el río, el silencio, y las estrellas, / Y florezco en guitarras porque fui la madera".


Me encantó ese recorte que propuso Loli, un cosmos que camina conmigo. Tiene múltiples sentidos y es un título que nos define en esta condición de gente de ciudad haciendo una música folklórica. Estas canciones, estas músicas son un cosmos que camina con nosotros y a la vez tiene sentido para quien la escuche porque son un cosmos que caminan con ellos. 


— El disco tiene un repertorio muy amplio, ¿Cuál fue el criterio para seleccionar estas canciones?


— La elección de repertorio fue todo un desafío porque buscamos primero letras que nos interpelen. Hemos repasado el recorrido enorme que tienen algunas canciones como Entra a mi pago sin golpear, Luna Tucumana o Vidala para mi sombra. Son canciones que tienen versiones memorables y que ya están inmortalizadas. Nosotros buscamos quedarnos con la canción. Buscamos habitar la canción.


En esa conversación de distintos autores y de distintas épocas aparecieron las canciones de Loli. Las canciones que más se acercan a ese universo folclórico.

Loli Molina. Foto Cecilia Aiscurri


Folclore regional


Loli y Pedro ya están haciendo la segunda gira por el país y ahora llegarán a Corrientes. Cuentan que visitan el repertorio de cada región. Tienen preparado un repertorio litoraleño porque también les interesa conectar con el público en cada lugar que visitan, “cuando el público se suma a cantar con nosotros suceden cosas hermosas”, agregó Pedro.


Este disco de alguna manera trae y acentúa la figura de Atahualpa Yupanqui. Sobre este autor Pedro recuerda las palabras de Liliana Herrero, “Atahualpa nos está esperando en el futuro. No quedó atrás en el pasado sino que nos está esperando en el futuro. Siento que ha dejado un legado enorme en cuanto a una mirada del folclore no como pieza de museo, sino como una especie viva que está en constante transformación y una mirada universal de la música”.


Durante la charla Pedro Rossi destacó que el repertorio es muy poderoso y que admite nuevas lecturas. Resuenan en distintas tradiciones y distintos recorridos. Ese andar de Atahualpa - cantando y alumbrando su camino - tiene hoy su correspondencia en esa construcción de caminos que están haciendo juntos Pedro y Loli. “Siento que estamos conversando con las canciones, conversamos con la tradición, conversamos con la historia y conversamos desde nuestro propio tiempo y desde nuestro propio territorio”, destacó.


El silencio es inherente al encuentro y al lenguaje en donde nos encontramos. La cadencia de les dos músicos es una caricia poética. Los arreglos de las voces y las guitarras regará el espacio verde la La Felipa de una manera única e irrepetible. “Esta idea de los silencios siempre me pareció muy estimulante - susurró - Me parece que todo lo que no se dice lo completa el público. Ahí es cuando se produce un cierre de un círculo virtuoso de la música y más aún de estas músicas folclóricas que hablan tanto en nuestro país y en nuestro tierra”.

Loli Molina y Pedro Rossi. Foto Cecilia Aiscurri


“Habitar el espacio”


Este domingo la propuesta musical en La Felipa Verde comenzará a las 18 con el autor y compositor Yoshi Kuroki. El músico se presentará en formato de trío junto a Brian Acosta en percusión y Amiliano Alegre en guitarra. Será también una oportunidad para escuchar temas del nuevo disco de Yoshi titulado Tres, ya disponible en plataformas digitales.


La idea de escuchar música nos sugiere la oportunidad de escucharnos a nosotros mismos. Loli Molina y Pedro Rossi ya visitaron las ciudades de Tucumán, Salta, Córdoba, Rosario, La Plata y en todas han tenido una muy linda recepción. Llegarán a la ciudad de las siete puntas en un formato a dúo, dos guitarras y dos voces. En el disco además, hay percusión, charango, entre otros instrumentos. La propuesta será en formato de guitarreadas y cada músico también abrirá su espacio para interpretar otras canciones por fuera del disco.


Vivimos hoy muchas capas de tiempo a la vez, el tiempo virtual, el tiempo real, el tiempo administrativo, el tiempo creativo, el tiempo ocioso, entre otros tiempos. Loli y Pedro traen un disco para detener y apagar por un ratito todos los otros tiempos. Su propuesta es poder entrar en el tiempo del disfrute y el tiempo de la reflexión. La puerta abierta de la poesía y la música, Un cosmos que camina con nosotros.



miércoles, 12 de noviembre de 2025

Claudia Masin: "Escribir y leer poesía en estos tiempos es una suerte de antídoto"

 


Este jueves 13 de noviembre la poeta 
Claudia Masín  vuelve a leer poemas a la ciudad de Resistencia. Será parte del ciclo Buenas lecturas – ciclo de lecturas de autor en el Auditorio Fernando Operé de la Fundación Mempo Giardinelli. La cita es a las 20.30 con entrada libre y gratuita. “Voy a leer poemas de mis nuevos libros, Antifascista y El animal más hermoso del mudo”, adelantó en esta entrevista.

 

Por Paulo Ferreyra

 

“La verdad es que hace bastante tiempo que no estoy leyendo en Resistencia”, así comentó Claudia Masín esta entrevista. Si bien viaja periódicamente a la ciudad, pero ahora para ella es un placer poder volver a leer. En esta ocasión estará en el Ciclo Buenas Lecturas en la Fundación Mempo Giardinelli. “Esta fue una invitación de Natalia Porta López, a quien agradezco esta oportunidad”, agregó.

 

— Antes de comenzar hablar de tus lecturas quería preguntar ¿cómo es ser poeta en estos tiempos en Argentina?

 

— La poesía, a diferencia de tantas otras cosas, en estos tiempos florece. Es como si hubiera una necesidad social de acercamiento a otro tipo de discursos, ¿no? El discurso predominante en esta época es el discurso de la crueldad y de la violencia. Tanto a nivel local como en buena parte del mundo. La poesía frente a eso es una suerte de antídoto. La poesía nos ofrece una mirada más amorosa, más atenta, una mirada de reconocimiento hacia el otro. Creo que escribir y leer poesía en estos tiempos es una suerte de antídoto ante todo lo que nos sucede como sociedad.

 

Sabemos que la poesía es minoritaria en un sentido. Mi deseo y para lo que trabajo todos los días en estos tiempos es para que la poesía llegue a quienes no están cerca de la poesía. Me interesa que se formen nuevos lectores.


 

— Hablas de que la poesía va en el sentido inverso a la crueldad, ¿el libro Antifascista lo acentúa?

 

— Exactamente. La decisión de nombrar de esa manera al libro tiene que ver con la época que estamos viviendo. Es también la necesidad de poner sobre la mesa determinadas palabras que quizás son un poco tabú. Me interesa aquí nombrar determinados modos de gobernar.

 

He tomado una posición. Decidí tomar esa posición y quiero hablar con claridad. El libro se abre con una suerte de manifiesto en tono político. Luego están los poemas que desde su naturaleza tienen su modo de decir. Los poemas trabajan deshaciendo lo que los discursos y los actores crueles están creando.

 

Me parece que si algo tiene la poesía es su vitalidad. Aun cuando la poesía habla de cosas terribles lo hace desde un lugar vital. No se regodea en las miserias, en lo cruel y en lo violento, sino que de alguna manera propone otra cosa aunque no lo diga literalmente.


 

— ¿Cómo se formó el cuerpo de este poemario? Porque si miramos atrás con el gobierno de Macri hubo algunas medidas parecidas a este gobierno. Aunque hoy todo se ha vuelto más cruel.

 

— Te cuento, hay un poema que está en ambos libros, en Antifascista y en El animal más hermoso del mundo. Es un poema que está basado en una película que se titula El huevo de la serpiente, de Ingmar Bergman. En ella se remite al germen del nazismo. Ese es un poema que escribí entre el 2016 o 2017. En ese tiempo observaba y sentía la presencia de esto siniestro que todavía estaba en german. En aquel momento creíamos que era lo máximo a lo que podía llegar este modo de concebir la política. En el presente nos damos cuenta que aquello no era en absoluto lo máxima crueldad que se podía concebir.  Que como vos decís, hoy se recrudeció. Ahora es necesario e imprescindible que cada cual desde su lugar, aunque sea algo pequeño pero desde su lugar vaya en una dirección opuesta a la crueldad.

 

Para mí decir antifascista es como decir antimuerte. Cuando hay violencia no hay libertad. Cuando se quitan más derechos y más libertades no hay espacios para que florezcan las ideas, al contrario, las ideas son pisoteadas.

 

Pero volviendo al cuerpo del libro hay algunos poemas que tienen algunos años y hay ocho poemas que ya fueron editados en otros libros. Con los editores habíamos pensado en hacer una antología antifascista - tomando textos de toda mi obra - pero cambiamos y decidimos publicar textos actuales, desde el 2015 hasta este último año. Hay muchos poemas inéditos.

 

Hacía tiempo venía pensando en publicar un libro de poemas políticos. En estos momentos más que un deseo es una urgencia.

 


— Este jueves en el ciclo de lectura también vas a leer poemas del libro El animal más lindo del mundo. Es una trilogía y he visto el libro es un objeto casi de colección.

 

— Los libros que acabo de editar este año son de editoriales cordobesas. Hace seis años que vivo en Córdoba. Es un poco paradójico que en una provincia donde la mayoría de su población apoyan estas ideas de las que hablamos salga el libro Antifascista, en editorial Bardos.

 

El animal más lindo del mundo fue editado por Portaculturas, es como decís una trilogía y ellos tienen un cuidado infinito con la estética y la belleza del objetivo libro. Esto es muy bueno. Aparecen aquí tres libros, dos de ellos son reediciones y el último de la trilogía se titula La reparación. Estos textos conversan con la época.

 

El título es esta trilogía es de un poema del libro La mujer maravilla y yo. Es un juego - un poco con lo que vos mencionabas - sabía que se iba a tratar de un libro objeto hermoso desde lo estético. A su vez la poesía es en sí misma El animal más hermoso del mundo. En este caso la poesía está embellecida por la forma en la que es presentada. Pienso que uno va llevando siempre cositas de un libro a otro o de un poema incluso a otro, es inevitable porque están ahí las cosas que nos desvelan o las cosas que nos impulsan a levantarnos todos los días.

 

— Dada tu producción de los últimos años da la sensación de que vivís en estado de escritura, ¿es así o cómo es?

 

— No. Hace poco charlaba en relación a otro libro que se titula Curar y ser curado. Me había invitado un colegio psicoanalista. Ese libro me ha llevado nuevamente a un público de psicoanalistas que me encanta por lo que te decía antes, porque me encanta que la poesía llegue a lugares donde quizás no llegaría.

 

En la charla con los psicoanalistas surgió esto que me preguntas porque en el libro algo de eso se habla. Pero mi respuesta fue y es que es imposible vivir en estado de poesía. Tanto de escritura como el estado de atención. Siento que sería imposible. Se puede vivir en estado de recepción.

 

Soy una persona muy curiosa y con muchos intereses e intereses muy variados. La poesía, la lectura y la escritura son el eje que estabiliza mi vida pero no es una profesión o un oficio, no pasa por sentarme a escribir todos los días. Por otro lado en mi experiencia la poesía rechaza esa intención de escribir mucho y todos los días. La poesía no está ligada a lo productivo. La poesía está ligada a lo creativo y lo creativo es muy caprichoso.

 

Si puedo decir que es posible estar en estado de receptividad. En mi caso escribo mucho en poco tiempo. Después puedo estar sin escribir durante un largo período. Me ha pasado.

 

 

Sensibilidad


Fragmento de un poema de Claudia Masin

…La felicidad plena es una felicidad física

y debería ocurrir solo una vez,

antes de que conozcamos las palabras. Su regreso es siempre

un momento de gracia que restaura el amor con el que la materialidad del mundo

nos conmovió una vez. 

 

 

Si pudiéramos trazar una línea imaginaria con los textos de la poeta Claudia Masín una de esas líneas es la sensibilidad. Es un ser poeta sensible. También está el amor en sus diferentes formas. Ella dice que todos tenemos la posibilidad de ser sensibles. 

 

“En mi caso personal lo que me abrió los canales de la sensibilidad y me abrió la cabeza fue el hecho de haber empezado a leer desde muy chica”, comentó. “Esto mismo para otras personas puede ser empezar a escuchar música, ver película, tocar música o tener contacto con el arte de alguna manera”.

 

“A mí me parece que el arte ayuda a sensibilizar”, subrayó. Además, sostiene que a través del arte no nos ponemos en el lugar del otro pero el arte sí ayuda a intentar acercarnos al otro. “Nos ayuda a intentar entender lo que le pasa a otro. En ese sentido el cine por ejemplo es maravilloso, nos permite conocer historias de personas que no tienen absolutamente nada que ver con la propia vida y nos hace empatizar con su historia. Eso me parece que hace la sensibilidad, hacer que reconozcamos al otro como un igual aun en su diferencia”.

 

Al cerrar esta charla, Claudia Masin destacó que el arte y el hecho de encontrarnos nos hace sensibles. No es casual que esta sea una época en que los espacios de encuentro entre las personas también estén reducidos. La gente está cada vez más aislada, donde las redes ocupan el lugar que antes ocupaban las reuniones de amigos. Hay una atomización que favorece esta cuestión de la individualidad. El arte y el encuentro, “el arte y encontrarnos nos hace seres sensibles”, concluyó.


 

viernes, 7 de noviembre de 2025

Lucas Monzón: “La música es una construcción colectiva”


 Uno de los más grandes referentes de la música regional reflexiona cómo ve la música del litoral en la escena nacional. Lucas está de regreso. Este sábado estará en La Maraña como invitado de Facundo Rodríguez. Además, este mes participa como actor y músico en la obra La radio que lo parió. “Estoy de regreso porque voy a grabar un nuevo disco y lo estoy haciendo en Resistencia”, adelantó. De estos y otros temas, charlamos en esta entrevista.

 

Por Paulo Ferreyra

 

Haces tres años cuando estábamos saliendo de la pandemia Lucas Monzón se estaba dedicando a la docencia. Ya lo hacía desde antes pero con la pandemia profundizó sus métodos y recursos para la enseñanza del acordeón. La docencia ocupaba gran parte de su trabajo. En algún momento se va a Buenos Aires a grabar con un saxofonista que es profesor de Historia del Conservatorio Superior de Música Manuel de Falla. Él le había pasado información de que se había abierto un concurso para rendir y ser profesor de acordeón en el prestigioso conservatorio. Lucas se fue con esa mochila de experiencias que había acumulado en la docencia y concursó. Ganó. A los pocos meses ya estaba siendo docente en esta alta casas de estudios e instalado en Buenos Aires.

 

El contexto postpandemia había sido difícil para todos y la excepción no fue en el mundo del arte. Para los músicos los espacios para tocar y hacer música en vivo se habían cerrado y fue un proceso largo volver abrirse. El ese marco Lucas decidió irse a Buenos Aires y sumergirse de lleno en la docencia sin descuidar su quehacer artístico. Además, tenía en el horizonte seguir profundizando su instrumento y buscar nuevos espacios para tocar.

 

Lucas Monzón es acordeonista, arreglador y compositor. Es de Hermoso Campo, Chaco. El acordeón es el instrumento que lo conecta con el mundo, donde plasma su arte y su sentir desde la infancia. Lleva ya tres producciones discográficas editadas bajo el sello discográfico “Los Años Luz“, se ha ganado el reconocimiento de la prensa especializada como Página 12, Billboard.Ar y Diario Clarín, entre otros medios. Su disco Franco fue considerado dentro de los destacados discos del año 2018 por la Red de Periodistas de Música de Iberoamérica, entre otros laudos que lleva consigo.

 

Hace unos días hicimos esta entrevista por teléfono. Él estaba muy cómodo en Hermoso Campo. “Siempre estoy con la música”, advirtió. Luego adelantó que está grabando un disco nuevo y por ello está viajando seguido entre Buenos Aires y Resistencia, en el medio visita a su familia en Hermoso Campo.

 

— Quisiera comenzar por captar tu mirada ya que están en la gran ciudad. ¿Cómo se ve la música del litoral desde Buenos Aires?

 

— Es un tema complejo. Podrías charlar horas. Pero creo que estamos entrando en una era donde habría que replantearse o pensar seriamente que está pasando con la música popular a nivel general. Antes me preocupada un poco más esta cuestión local pero cuando empiezas a ver la foto más grande los problemas se amplifican o profundizan. Por eso digo que desde mi punto de vista habría que pensar más seria mente en la música popular a nivel general.

 

Por otro lado la música del litoral, hace poco lo hablaba con un amigo y productor en Buenos Aires, Javier Tenenbaum. Él me decía, "la música del litoral se mantiene muy viva. Genera cosas colectivas con los músicos a diferencia del tango que hoy prácticamente se la toca solo para le gente que viene de afuera. También se toca como algo exótico. Ya no produce ese efecto colectivo que tenía antes. El chamamé sí superó esa instancia en el contexto que vivimos hoy, en medio de tanta tecnología”.


 

En lo personal en algún momento ya dejó de importarme si la música del litoral está presente o no está presente en determinados circuitos. Para mí está presente y en mí la música está viva porque lo vivo. Es mi vida. Soy con la música.

 

Después hay que decir que el chamamé en Buenos Aires está muy presente en el conurbano donde hay muchos músicos chamameceros. Incluso hay más bailantas de las que hay acá en la región entre Chaco y Corrientes. Hay gente que sigue conservando sus tradiciones, chicos y jóvenes tocando el acordeón, la guitarra y cantando.

 

— Hace poco se anunció la grilla del Festival de Cosquín y la ausencia de músicos del litoral es notable, algo que se repite ya en los últimos años también en otros festivales.

 

— Sí. He tenido oportunidad de ver esa grilla y se repiten los mismos patrones de siempre. No hay músicos chamameceros. Si hay chamameceros en festivales que no son chamameceros por ahí de canta en algunos artistas que ya están insertos a nivel nacional, que pueden ser el Chango Spasiuk, antes era Raúl Barboza que ya no está más con nosotros y por ahí aparecía Teresa Parodi, semejante artista popular. Eso me llama la atención. Hay muchos exponentes nuevos del género que podían estar participando de la grilla y lamentablemente no están.

 

Hay que tener en cuenta que es muy difícil entrar. Es muy difícil que te convoquen. También les pasa a los otros músicos que hacen folclore en el país. A veces no se entiende que debe pasar para entrar. El público también se comporta de maneras diferentes. De todos modos, hay músicos o un sector del público que el parámetro es Cosquín y para otros artistas no lo es. Al mismo tiempo, Cosquín no deja de ser un festival importante y un festival emblemático en el país. Pienso que todos quisiéramos ser felices de estar o ser felices de vera a la música del litoral sobre ese escenario.

 

“Hago música y ahí soy”

 

La charla con Lucas Monzón se profundizó sobre las expectativas de los músicos. Él reflexionó y explicó que en algún momento se replanteó mucho cuál era mi expectativa en cuanto a la música. En ese sentido explicó, “hay una parte de la música y del arte que tiene relación directa a como lo vivís todos los días. Ese arte cuando te levantas a la mañana, tomas unos mates y agarras el acordeón para tocar. Ahí  tocas y en mi caso toco el acordeón porque ahí soy. Hago música y ahí soy”.

 

“Después viene la otra parte artística que es salir a tocar y mostrar tu música. Esa parte que es la más profesional si se quiere, de salir a tocar y traer unos mangos a la casa con la música es más compleja. En mi caso esta relación profesional con la música la sigo haciendo pero traté siempre de que eso no me consuma o me queme la cabeza. Sigo haciendo música porque sigo teniendo ganas, me apasiona y es mi vida. Si pusiera la expectativa o el objetivo en querer lograr ciertas cosas - económicas o lo que fuera - tal vez provocaría frustración”.

 

Lucas disfruta mucho tocar y juntarse con amigos. Tiene varias composiciones creadas con amigos, tanto del Chaco como de otros lugares. Le gusta ese lugar primero de la creación donde muestra a un amigo un tema que no está resuelto, donde a veces aparece la primera parte o la segunda pero falta la melodía o al revés, pero siempre un proceso que se completa en el diálogo con otro músico.

 

“Me parece extraordinario escuchar opiniones de otras personas. Hablar de música”, agregó. Así siente la música. Ha obrado así desde los inicios y afirma que esa es la motivación para hacer música. El nuevo disco – cuyo lanzamiento se realizará entre noviembre y diciembre, son composiciones nuevas hechas con amigos. “Me dieron ganas de grabar estos temas para que no queden en el olvido. Participan músicos que admiro mucho. Además, me parece que siempre es importante grabar, que quede un registro y dejar un material para siempre”, añadió.

 

Lo colectivo - la música es eso. La música es una construcción colectiva. Lucas subraya este carácter de la música sin descuidar lo íntimo, “hay un momento de soledad donde uno estudia y donde uno practica con su instrumento íntimamente para conocerlo. Pero después está lo otro vital que es compartir la música. Cuando se da naturalmente ese compartir salen cosas muy lindas”. Como una extensión desde Lucas Monzón a la poeta Circe Maia, ambos sostienen que lo más hondo no es íntimo: está afuera. Hondura de vivir día por día con otros, entre otros.


 

 

viernes, 31 de octubre de 2025

Elaine Vilar Madruga: “Me interesa que el lenguaje se performativo”


La escritora cubana publicó el libro El cielo de la selva. Aborda aquí temas centrales como las maternidades, la selva, sobre el cuerpo de las mujeres, los tributos que pagan y es un libro necesario para estos tiempos. “Me interesa que el lenguaje se performativo. Me interesa que el lenguaje rompa esa famosa cuarta pared”, comentó. Ella ya es ciudadana del mundo viajando por distintos países llevada por su literatura.  En esta entrevista hablamos del libro, de sus influencias, del realismo mágico y claro, también hablamos de feminismo.

 

Por Paulo Ferreyra

Fotos Mauro Cantillo

 

La gran escritora ecuatoriana María Fernanda Ampuero desde julio a diciembre es la curadora de Nave, de la suscripción Escape a Plutón. La serie de libros elegida por Ampuero visita la violencia en sus diferentes formas. Su propuesta es llevar a los diferentes hogares lo mejor de literatura latinoamericana e hispanoamericana contemporánea escrita por mujeres. Así fue que llegó a mis manos el libro de Elaine Vilar Madruga El cielo de la selva.

 

— El libro comienzas con un epígrafe, “para mis bisabuelas, que parieron demasiado. Y para mis tías, que decidieron no parir”, ¿por qué?

— El libro nació de la familia. Diría más, este libro nació de las heridas no curadas de una familia. La mía, pero casi todas las familias latinoamericanas vivieron durante una época importante ignorando o quizás reescribiendo las historias de las ancestras, de las bisabuelas. Esto es algo que le debo a mi abuela. Siempre digo que ella fue la gran escritora de la familia. Sobre todo la gran memoriosa de la familia porque recuperó muchas historias y ahí está un poco la base de la literatura. 

Al final cuando estaba escribiendo no solo relataba la historia de mis bisabuelas o mis tías abuelas, sino que estaba escribiendo historia de las mujeres latinoamericanas. En distintos territorios de Latinoamérica, con diferentes cicatrices pero todas atravesadas por un dominador común  - que es las maternidades forzadas, la pérdida de las autonomías de los cuerpos y como el cuerpo de la mujer puede ser un espacio de daño antropológico y espacio de politización. 

 

— Hoy desde los movimientos feministas se alza la voz, entre otras claves, donde sostienen que la maternidad será deseada o no será. ¿Cómo fue para vos recorrer esta historia donde la maternidad era impuesta?

 

— ¿Imagina darte cuenta de que no existe una opción? No existe esto de la maternidad será deseada o no será. Estaba por delante el mandato social y biológico. Qué tamaño de tiempos le tocó habitar a las abuelas y sobre todo a las bisabuelas. En el caso mío mis dos bisabuelas materna cada una parió diez hijos. Muchas de esas maternidades no fueron deseadas. Eran tiempos - como decía mi abuela – donde te tocaba apechugar. Dar el pecho y continuar hacia adelante. Porque se suponía que era lo que a las mujeres les correspondía hacer. 

 

La literatura nos obliga a mirarnos en un espejo incómodo de las realidades. Incómodo me refiero a que nos reta. Reta nuestra sensibilidad contemporánea y también nuestros privilegios. Esta no es una historia del pasado. Es una historia que sigue sucediendo en diferentes ámbitos del mundo y profundamente en Latinoamérica. Todavía en nuestros días hay mujeres - me atrevo a decir niñas y adolescentes - que siguen obligadas a parir más allá de los deseos. Por ello esta es una novela que no solo apela a las bisabuelas o a las abuelas, sino que profundamente a nuestras mujeres que en nuestros días siguen sufriendo de todos esos males. Por ellas una escribe y una piensa hacer literatura. No con una mirada historiográfica o genealógica, sino con una mirada que tiene los ojos puestos en el presente doloroso.


 

 

 

 “No es azar que las escritoras estemos conversando sobre temas comunes”
 

 

 

La joven Elaine Vilar Madruga es narradora, dramaturga y poeta. Sus libros aterrizaron en Argentina gracias a la editorial chilena La pollera, que publicó su novela Salomé, y Concreto Editorial, que se encargó de su poesía con Las tarántulas.  Es considerada una de las voces literarias más destacadas de Cuba y el Caribe, ha recibido numerosos reconocimientos internacionales. La tiranía de las moscas, por ejemplo, Premio Cálamo al Libro del Año, fue nominada al Premio Finestres de Narrativa en 2021. El cielo de la selva recibió el Premio Nollegiu a la Mejor Novela del Año en Español en 2023. Para María Fernanda Ampuero contó que ha marcado y releído El cielo de la selva, “la escritura de Elaine es poética y desquiciada. Es el libro que hubiera querido escribir”.

 

Durante la charla con Elaine sostuvo que la literatura tiene una relación directa con la historia. De hecho mapea una realidad histórica determinada. La literatura latinoamericana escrita por mujeres en estos años se inserta dentro de una generación donde hablan de los mismos temas. Temas vinculados a la maternidad y al cuerpo de la mujer. Sobre esto Elaine sostuvo que “la literatura matea las realidades y los conflictos sociales. Las creadoras estamos reflejando una realidad que nos preocupa y que nos duele, que queremos dejar para la historia en forma de un documento artístico, creativo y que al fin y al cabo forma parte de la historia con h mayúscula”.

 

El hecho de que haya un hilo visible entre las escritoras latinoamericanas no es azar, “No es azar que las escritoras estemos conversando sobre temas comunes”, subrayó. Más que azar esto es sintomático. Es sintomático de una época que les ha tocado vivir, naturaleza que viene de sus preocupaciones y de sus miradas políticas.


 

“Miro a las autoras con las que comparto generación, tiempo y espacio de creación y descubro que esos temas nos atraviesan transversalmente”, explica. “Lo veo en las escritoras pero también lo veo en los lectores y las lectoras, hay una necesidad de diálogo. Hay un hambre verdadera por conocer estas verdades, creo que la literatura pone sobre la mesa incómoda de nuestras conciencias particulares pero también pone estos temas en las mesas familiares, de amigos, temas de debates que son importantes para la sociedad contemporánea”.

 

El hecho de que a partir de una obra literaria un grupo se siente a discutir y pensar la realidad a partir de ella ya es una ganancia en cuanto a comunicación humana. 

 

La escritora cubana nació 1989. Ha crecido en un entorno privilegiado de muchos afectos. Esa cuna tan florecida en afectos la ha vuelto aún más sensible ante la realidad de otras personas, especialmente de otras mujeres, niñas y adolescentes del mundo. La literatura le permitió se empática, su escritura nos pone en la piel del otro y de la otra, nos hace sentir y experimentar por ellos. “Cualquier dolor humano no debería sernos ajeno”, advirtió. En esa misma sintonía, “ninguna alegría humana debería sernos ajena. Independientemente del territorio y de la lengua que habitemos”.


 

“La burbuja moral no es exacta”

 

— Soy una persona privilegiada en muchos sentidos pero también fui oprimida en varios sentidos. Me siento a pensar en las historias de mis ancestras y con esa mirada, pensando en las mujeres del presente y del futuro pienso que estoy escribiendo una historia contemporánea, realista, teñida quizás por elementos mágicos, extraordinarios o del extrañamiento.

 

— En tu escritura hay oscuridad, ¿por qué?

 

— La oscuridad es donde fue concebida o cocinada mis historias. Estoy convencida de que ahí una luz de esperanza. Una luz de sororidad, una luz de encuentro o debate. He trabajado casi siempre con el territorio oscuro del pensamiento humano y de la literatura. Me interesa entrar en esa zona nebulosa donde la brújula moral - como lo puedes ver en El cielo de la selva - la brújula mural no es exacta. No marca directamente los puntos cardinales de lo que es el bien y el mal. Es una brújula maleable. Vemos seres humanos cometiendo actos atroces con la mejor voluntad y algunos llegando hacer el bien por casualidad. Creo que en el efecto de la búsqueda de la brújula moral y de entender que eso de los polos opuestos de luz y oscuridad - o del bien y el mal - no son necesariamente antípodas sino que todo eso es más confuso en el terreno humano.

 

— No somos completamente luz ni completamente oscuridad

 

— Sin dudas. Somos claroscuros. A veces en determinadas áreas o momentos de nuestras vidas hay zonas que se iluminan o se oscurecen. Hace tiempo deje de creer en el bien y en el mal absoluto. Me interesan condiciones o concepciones menos radicales de la humanidad. Concepciones que nos hacen más frágiles, seres compuestos de un barro más moldeables y sin extremos ni absolutos. Creo que en los extremos y los absolutos está construido el mito humano, como todo mito en el fondo es una mentira. 


 

— Esta es una novela selvática, se respira y nos llevas al medio de la selva, ¿cómo lograste eso?

 

— Que bueno que las lectoras y los lectores hayan sentido eso. Mi gran miedo era como llegar a ese lugar al cual nunca estuve. Pero ahí está el recurso de la memoria emotiva, el hecho de escuchar - me senté mucho con mi esposo que también nació en el monte y con mi padre. Ellos me describieron como es el olor del patricor - por ejemplo - o con ellos hablamos de que no existe el silencio de la selva.

 

El monte me era más próximo en cuestiones geográfica. Pero yo quería escribir una novela no sobre un contexto cubano, al menos no únicamente, sino que quería escribir una novela Latinoamérica para que las lectoras y los lectores pudieran sentirse reflejado. En la novela no se dice en qué lugar ocurre ni en qué tiempo, quizás podía ser la de mi país o la de un país vecino. 

 

— Jugaste ahí entonces la memoria y el lenguaje.

 

— El lenguaje nos ayuda a conseguir la pretendida universalidad. Hablamos el castellano en buena parte de Latinoamérica. El lenguaje nos hermana, nos une. Siempre he pensado al lenguaje como una arcilla, una arcilla con la que una puede levantar templos, el templo de las palabas. Incluso la musicalidad de las palabras. Vengo Paulo de un contexto educativo de música, estudié música once años. Siempre he sentido que la musicalidad de las palabras, que la rítmica, que la métrica de las palabras es algo que muchas veces pasamos por alto. La manera en que las palabras nos acompañan pero también nos estremecen. Cuando uno lee un buen texto literario una siente que esas palabras se meten en la linfa y en los huesos de una. Desde ahí repiquetean. Eso tiene que ver con nuestros ritmos, el cuerpo, el lenguaje apela al cuerpo. Así pensando el lenguaje como música me gusta entender y abordar la realidad - me interesa que el lenguaje se performativo. Me interesa que el lenguaje rompa esa famosa cuarta pared.

 

 

Una meta a seguir y una búsqueda constante

 

Elaine comentó que entre sus búsqueda en la escritura de El cielo de la selva fue la bifurcación de los tejidos de lo real. Es decir, como en los ambientes selváticos o montunos de repente la realidad se bifurca y no es tan real como la imaginamos. O sucesos extraordinarios pueden acontecer en algún momento y parecernos parte de lo más ordinario del mundo. “Eso es el realismo mágico como lo entendemos nosotros”, advierte Elaine. “Esto forma parte de nuestra cultura y del ADN de nuestra memoria. Para lo que para otros pueda ser lo más extraordinario o lo más mágicos del mundo para nosotros forma parte de una cotidianidad entendida y aceptada como tal”.

 

A la autora le interesa que el lenguaje se performativo. Es decir, trabaja para que los lectores nos sintamos dentro de la selva, sintamos emociones y tengamos sensaciones como escalofríos, sofocos, claustrofobia o repulsión. “Me interesa que los lectores y las lectoras salgan de mi trabajo sintiendo una experiencia sensorial a través de un mundo que los estremeció. Me interesa que después de recorrer este viaje de la lectura ya no seas la misma persona que fuiste cuando empezaste la historia. Soñar con eso como proceso de la literatura o tener como una aspiración de procesos de la literatura ha sido para mí una meta a seguir y es una búsqueda constante”, sostuvo. Elaine Vilar Madruga lo logra. No salimos igual después de leer El cielo de la selva. Su pujo con el que construye sus universos de palabras se nos mete en la linfa y en los huesos.


 

viernes, 24 de octubre de 2025

Joaquín Rodríguez: “En ninguna actividad se puede crear solo”


Hace una semanas atrás terminó la Feria de Arte a.362. Entre las distinciones que se entregaron estuvo el Premio In Situ de los coleccionistas
Joaquín Rodríguez y Abel Guaglianone. En medio de todo hubo varias actividades paralelas, como fue la apertura de la muestra Donde las orillas se tocan por debajo del agua, de la artista Candela Pietropaolo. Esta muestra continúa abierta al público en la galería Yuyal. Joaquín visitó la misma y ahí charlamos entre paredes vestidas de arte.


Por Paulo Ferreyra

 

 

De andar tranquilo. Ropa clara. De centro sin ser el centro. Atrae miradas. Joaquín camina lento. Junto a Abel están apoyando actualmente a más de diez ferias de arte en todo el país. En el marco de la Feria Internacional del Arte a.362 ellos entregaron el premio In Situ al Proyecto Amorada Arte – Constanza Vicco (Buenos Aires).

 

Joaquín es coleccionista y curador de arte, además de gestor independiente. “Esta es la tercer o cuarta vez que venimos a la Feria de Arte de Resistencia. Se nota siempre un cambio, un crecimiento y una madurez. Esta edición en particular refleja mucho estos cambios”, expresó. Así, comenzamos esta entrevista.

 

— ¿Por qué la mirada en el litoral? Primero en ArteCo y ahora en a.362.

 

— En realidad la mirada es al país. En un momento de nuestras vidas nos empezamos a preguntar de qué se trataba el arte argentino. Nos preguntábamos, si para tener una respuesta era suficiente mirar lo que se muestra y lo que se exhibe en Buenos Aires. Con eso se puede alcanzar a tener una aproximación a esa complejidad.

 

Pero cuando empezaron a surgir las ferias de arte provinciales - que abordamos y apoyamos - entendimos que para entender el arte argentino hay que entender a la Argentina. Somos en nuestro país un montón de culturas, nacionalidades y saberes muy amplios y diversos. Cada provincia tiene su particularidad.

 

En la complejidad y riqueza están los genes del argentino. Para poder entender la amplitud del arte argentino hay que pisar el territorio en su esencia. Hay algo que pasa en las producciones cuando uno las conoce en su lugar de origen, esa producción y su significado se expande mucho más. Estando en el territorio entendés de dónde viene, hacia donde van dirigidas y por qué se crean estos temas, estos colores y esas materialidades.


 

— Hablamos al comienzo de la charla del crecimiento de la feria, ¿eso tiene que ver con la organización, con los artistas o con todo su conjunto?

 

— El arte hoy por hoy es un sistema. Hay un montón de actores trabajando. Cada uno tiene un rol importante y necesario. Es un ecosistema. Todas las miradas, visitas y comentarios de alguna manera enriquecen las experiencias. La Feria desde la organización y desde los propios artistas tiene una apertura al diálogo, al intercambio y a la crítica.

 

La Feria me parece que tienen un poder de censo, cuando se lanza una convocatoria empiezan aparecer un montón de proyectos que quizás no se conocen e incluso proyectos que no se conocen entre ellos. Pero, a partir de estar en la feria se activa un trabajo colectivo mucho más potente. Estas cosas nos interesa apoyar con nuestro granito de arena.

 

— Tocaste ahí algo importante, ¿El artista cuando está trabajando no está solo en el momento creativo?

 

— Totalmente. En ninguna actividad se puede crear solo. Todos nos necesitamos. Por más que estemos solos pintando, recluidos en el medio de una isla, hemos tenido primero influencias de directa de nuestras familias que nos crió, desde nuestros afectos, las personas con las que intercambiamos en la vida cotidiana - siempre hay influencias de alguien más. Por más que no queramos reconocer o que incluso en la obra no se sean evidentes, siempre hay algo del entorno presente y latente.

 

— Volviendo a esta cuestión del arte argentino, ¿Buenos Aires sigue siendo el faro de todo? ¿Dónde está el centro?

 

— Recién estuvimos hablando sobre eso con Jorge Tirner de la galería Yuyal y con Tomás Ezequiel Bondome, un gran referente del arte en Córdoba. Hablamos con ellos de que hay procesos internos y externos. Les compartí que una vez alguien me habló de que no se puede hablar de periferia sino de periferización, dando cuenta de que es un proceso. Ese proceso viene de una mirada externar que nos coloca a veces en lugares secundarios o menos importantes. Pero también a veces esa mirada es interna, donde nos sentimos menos importantes.

 

Creemos, hablo en plural porque es un trabajo en conjunto, que donde haya un artista trabajando eso ya es un centro. Si lo entendemos desde esa manera todo tiene una importancia de ser mirado. Te puede gustar o podes compartir o no, pero en la práctica hay algo importante para mirar. Más allá de que sea en la gran ciudad o en un pueblo en medio de una provincia argentina.

 

Miradas

 

“El arte debe ser como ese espejo / que nos revela nuestra propia cara”, decía en un poema Jorge Luis Borges. Algo de eso hay en esa búsqueda de Joaquín y Abel de conocer a los artistas del interior del país para conocer cómo es en su complejidad el arte argentino.

 

“El arte ha transformado mi vida desde hace mucho años. Es parte de mi vida diaria ya que trabajo con esto y lo disfruto”, agregó Joaquín. “A vece siento que cuando estoy en una reunión y si no estamos hablando de arte siento que estoy perdiendo el tiempo”.

 

El coleccionista y curador es un admirador de la creación, de la cabeza y el pensamiento de los artistas, su forma de mirar la realidad que nos rodea desde otros puntos de vistas. “El arte hace que tu comprensión de lo que sucede a tu alrededor de alguna manera se expandan o se enriquezca. Te pone en duda o cuestione tus creencias o tus verdades, depende del punto de vista la verdad puede cambiar”, advierte.

 

Ya sobre el final de la charla él sigue entusiasmado por hablar de arte. En la galería Yuyal las paredes se alzaban como un río silencioso con las obras de Candela Pietropaolo. Era un río que pasaba y se quedaba, un cristal brillante, en el decir de un poeta las obras eran las mismas y eran otras. 


Por un momento viajamos al hogar de Joaquín Rodríguez donde sus paredes también están florecidas de obras.  “El arte nos inspira – desliza  – es un disfrute estético y al mismo tiempo nos cuestiona. Me interesa tener una convivencia armónica con las obras de arte. Es decir, uno no invita a alguien que no te gusta a tu casa y mucho menos convivir toda tu vida”.