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“La hoja es el equivalente a la vida”

Entrevista con Franco Rivero

viernes, 7 de noviembre de 2025

Lucas Monzón: “La música es una construcción colectiva”


 Uno de los más grandes referentes de la música regional reflexiona cómo ve la música del litoral en la escena nacional. Lucas está de regreso. Este sábado estará en La Maraña como invitado de Facundo Rodríguez. Además, este mes participa como actor y músico en la obra La radio que lo parió. “Estoy de regreso porque voy a grabar un nuevo disco y lo estoy haciendo en Resistencia”, adelantó. De estos y otros temas, charlamos en esta entrevista.

 

Por Paulo Ferreyra

 

Haces tres años cuando estábamos saliendo de la pandemia Lucas Monzón se estaba dedicando a la docencia. Ya lo hacía desde antes pero con la pandemia profundizó sus métodos y recursos para la enseñanza del acordeón. La docencia ocupaba gran parte de su trabajo. En algún momento se va a Buenos Aires a grabar con un saxofonista que es profesor de Historia del Conservatorio Superior de Música Manuel de Falla. Él le había pasado información de que se había abierto un concurso para rendir y ser profesor de acordeón en el prestigioso conservatorio. Lucas se fue con esa mochila de experiencias que había acumulado en la docencia y concursó. Ganó. A los pocos meses ya estaba siendo docente en esta alta casas de estudios e instalado en Buenos Aires.

 

El contexto postpandemia había sido difícil para todos y la excepción no fue en el mundo del arte. Para los músicos los espacios para tocar y hacer música en vivo se habían cerrado y fue un proceso largo volver abrirse. El ese marco Lucas decidió irse a Buenos Aires y sumergirse de lleno en la docencia sin descuidar su quehacer artístico. Además, tenía en el horizonte seguir profundizando su instrumento y buscar nuevos espacios para tocar.

 

Lucas Monzón es acordeonista, arreglador y compositor. Es de Hermoso Campo, Chaco. El acordeón es el instrumento que lo conecta con el mundo, donde plasma su arte y su sentir desde la infancia. Lleva ya tres producciones discográficas editadas bajo el sello discográfico “Los Años Luz“, se ha ganado el reconocimiento de la prensa especializada como Página 12, Billboard.Ar y Diario Clarín, entre otros medios. Su disco Franco fue considerado dentro de los destacados discos del año 2018 por la Red de Periodistas de Música de Iberoamérica, entre otros laudos que lleva consigo.

 

Hace unos días hicimos esta entrevista por teléfono. Él estaba muy cómodo en Hermoso Campo. “Siempre estoy con la música”, advirtió. Luego adelantó que está grabando un disco nuevo y por ello está viajando seguido entre Buenos Aires y Resistencia, en el medio visita a su familia en Hermoso Campo.

 

— Quisiera comenzar por captar tu mirada ya que están en la gran ciudad. ¿Cómo se ve la música del litoral desde Buenos Aires?

 

— Es un tema complejo. Podrías charlar horas. Pero creo que estamos entrando en una era donde habría que replantearse o pensar seriamente que está pasando con la música popular a nivel general. Antes me preocupada un poco más esta cuestión local pero cuando empiezas a ver la foto más grande los problemas se amplifican o profundizan. Por eso digo que desde mi punto de vista habría que pensar más seria mente en la música popular a nivel general.

 

Por otro lado la música del litoral, hace poco lo hablaba con un amigo y productor en Buenos Aires, Javier Tenenbaum. Él me decía, "la música del litoral se mantiene muy viva. Genera cosas colectivas con los músicos a diferencia del tango que hoy prácticamente se la toca solo para le gente que viene de afuera. También se toca como algo exótico. Ya no produce ese efecto colectivo que tenía antes. El chamamé sí superó esa instancia en el contexto que vivimos hoy, en medio de tanta tecnología”.


 

En lo personal en algún momento ya dejó de importarme si la música del litoral está presente o no está presente en determinados circuitos. Para mí está presente y en mí la música está viva porque lo vivo. Es mi vida. Soy con la música.

 

Después hay que decir que el chamamé en Buenos Aires está muy presente en el conurbano donde hay muchos músicos chamameceros. Incluso hay más bailantas de las que hay acá en la región entre Chaco y Corrientes. Hay gente que sigue conservando sus tradiciones, chicos y jóvenes tocando el acordeón, la guitarra y cantando.

 

— Hace poco se anunció la grilla del Festival de Cosquín y la ausencia de músicos del litoral es notable, algo que se repite ya en los últimos años también en otros festivales.

 

— Sí. He tenido oportunidad de ver esa grilla y se repiten los mismos patrones de siempre. No hay músicos chamameceros. Si hay chamameceros en festivales que no son chamameceros por ahí de canta en algunos artistas que ya están insertos a nivel nacional, que pueden ser el Chango Spasiuk, antes era Raúl Barboza que ya no está más con nosotros y por ahí aparecía Teresa Parodi, semejante artista popular. Eso me llama la atención. Hay muchos exponentes nuevos del género que podían estar participando de la grilla y lamentablemente no están.

 

Hay que tener en cuenta que es muy difícil entrar. Es muy difícil que te convoquen. También les pasa a los otros músicos que hacen folclore en el país. A veces no se entiende que debe pasar para entrar. El público también se comporta de maneras diferentes. De todos modos, hay músicos o un sector del público que el parámetro es Cosquín y para otros artistas no lo es. Al mismo tiempo, Cosquín no deja de ser un festival importante y un festival emblemático en el país. Pienso que todos quisiéramos ser felices de estar o ser felices de vera a la música del litoral sobre ese escenario.

 

“Hago música y ahí soy”

 

La charla con Lucas Monzón se profundizó sobre las expectativas de los músicos. Él reflexionó y explicó que en algún momento se replanteó mucho cuál era mi expectativa en cuanto a la música. En ese sentido explicó, “hay una parte de la música y del arte que tiene relación directa a como lo vivís todos los días. Ese arte cuando te levantas a la mañana, tomas unos mates y agarras el acordeón para tocar. Ahí  tocas y en mi caso toco el acordeón porque ahí soy. Hago música y ahí soy”.

 

“Después viene la otra parte artística que es salir a tocar y mostrar tu música. Esa parte que es la más profesional si se quiere, de salir a tocar y traer unos mangos a la casa con la música es más compleja. En mi caso esta relación profesional con la música la sigo haciendo pero traté siempre de que eso no me consuma o me queme la cabeza. Sigo haciendo música porque sigo teniendo ganas, me apasiona y es mi vida. Si pusiera la expectativa o el objetivo en querer lograr ciertas cosas - económicas o lo que fuera - tal vez provocaría frustración”.

 

Lucas disfruta mucho tocar y juntarse con amigos. Tiene varias composiciones creadas con amigos, tanto del Chaco como de otros lugares. Le gusta ese lugar primero de la creación donde muestra a un amigo un tema que no está resuelto, donde a veces aparece la primera parte o la segunda pero falta la melodía o al revés, pero siempre un proceso que se completa en el diálogo con otro músico.

 

“Me parece extraordinario escuchar opiniones de otras personas. Hablar de música”, agregó. Así siente la música. Ha obrado así desde los inicios y afirma que esa es la motivación para hacer música. El nuevo disco – cuyo lanzamiento se realizará entre noviembre y diciembre, son composiciones nuevas hechas con amigos. “Me dieron ganas de grabar estos temas para que no queden en el olvido. Participan músicos que admiro mucho. Además, me parece que siempre es importante grabar, que quede un registro y dejar un material para siempre”, añadió.

 

Lo colectivo - la música es eso. La música es una construcción colectiva. Lucas subraya este carácter de la música sin descuidar lo íntimo, “hay un momento de soledad donde uno estudia y donde uno practica con su instrumento íntimamente para conocerlo. Pero después está lo otro vital que es compartir la música. Cuando se da naturalmente ese compartir salen cosas muy lindas”. Como una extensión desde Lucas Monzón a la poeta Circe Maia, ambos sostienen que lo más hondo no es íntimo: está afuera. Hondura de vivir día por día con otros, entre otros.


 

 

viernes, 31 de octubre de 2025

Elaine Vilar Madruga: “Me interesa que el lenguaje se performativo”


La escritora cubana publicó el libro El cielo de la selva. Aborda aquí temas centrales como las maternidades, la selva, sobre el cuerpo de las mujeres, los tributos que pagan y es un libro necesario para estos tiempos. “Me interesa que el lenguaje se performativo. Me interesa que el lenguaje rompa esa famosa cuarta pared”, comentó. Ella ya es ciudadana del mundo viajando por distintos países llevada por su literatura.  En esta entrevista hablamos del libro, de sus influencias, del realismo mágico y claro, también hablamos de feminismo.

 

Por Paulo Ferreyra

Fotos Mauro Cantillo

 

La gran escritora ecuatoriana María Fernanda Ampuero desde julio a diciembre es la curadora de Nave, de la suscripción Escape a Plutón. La serie de libros elegida por Ampuero visita la violencia en sus diferentes formas. Su propuesta es llevar a los diferentes hogares lo mejor de literatura latinoamericana e hispanoamericana contemporánea escrita por mujeres. Así fue que llegó a mis manos el libro de Elaine Vilar Madruga El cielo de la selva.

 

— El libro comienzas con un epígrafe, “para mis bisabuelas, que parieron demasiado. Y para mis tías, que decidieron no parir”, ¿por qué?

— El libro nació de la familia. Diría más, este libro nació de las heridas no curadas de una familia. La mía, pero casi todas las familias latinoamericanas vivieron durante una época importante ignorando o quizás reescribiendo las historias de las ancestras, de las bisabuelas. Esto es algo que le debo a mi abuela. Siempre digo que ella fue la gran escritora de la familia. Sobre todo la gran memoriosa de la familia porque recuperó muchas historias y ahí está un poco la base de la literatura. 

Al final cuando estaba escribiendo no solo relataba la historia de mis bisabuelas o mis tías abuelas, sino que estaba escribiendo historia de las mujeres latinoamericanas. En distintos territorios de Latinoamérica, con diferentes cicatrices pero todas atravesadas por un dominador común  - que es las maternidades forzadas, la pérdida de las autonomías de los cuerpos y como el cuerpo de la mujer puede ser un espacio de daño antropológico y espacio de politización. 

 

— Hoy desde los movimientos feministas se alza la voz, entre otras claves, donde sostienen que la maternidad será deseada o no será. ¿Cómo fue para vos recorrer esta historia donde la maternidad era impuesta?

 

— ¿Imagina darte cuenta de que no existe una opción? No existe esto de la maternidad será deseada o no será. Estaba por delante el mandato social y biológico. Qué tamaño de tiempos le tocó habitar a las abuelas y sobre todo a las bisabuelas. En el caso mío mis dos bisabuelas materna cada una parió diez hijos. Muchas de esas maternidades no fueron deseadas. Eran tiempos - como decía mi abuela – donde te tocaba apechugar. Dar el pecho y continuar hacia adelante. Porque se suponía que era lo que a las mujeres les correspondía hacer. 

 

La literatura nos obliga a mirarnos en un espejo incómodo de las realidades. Incómodo me refiero a que nos reta. Reta nuestra sensibilidad contemporánea y también nuestros privilegios. Esta no es una historia del pasado. Es una historia que sigue sucediendo en diferentes ámbitos del mundo y profundamente en Latinoamérica. Todavía en nuestros días hay mujeres - me atrevo a decir niñas y adolescentes - que siguen obligadas a parir más allá de los deseos. Por ello esta es una novela que no solo apela a las bisabuelas o a las abuelas, sino que profundamente a nuestras mujeres que en nuestros días siguen sufriendo de todos esos males. Por ellas una escribe y una piensa hacer literatura. No con una mirada historiográfica o genealógica, sino con una mirada que tiene los ojos puestos en el presente doloroso.


 

 

 

 “No es azar que las escritoras estemos conversando sobre temas comunes”
 

 

 

La joven Elaine Vilar Madruga es narradora, dramaturga y poeta. Sus libros aterrizaron en Argentina gracias a la editorial chilena La pollera, que publicó su novela Salomé, y Concreto Editorial, que se encargó de su poesía con Las tarántulas.  Es considerada una de las voces literarias más destacadas de Cuba y el Caribe, ha recibido numerosos reconocimientos internacionales. La tiranía de las moscas, por ejemplo, Premio Cálamo al Libro del Año, fue nominada al Premio Finestres de Narrativa en 2021. El cielo de la selva recibió el Premio Nollegiu a la Mejor Novela del Año en Español en 2023. Para María Fernanda Ampuero contó que ha marcado y releído El cielo de la selva, “la escritura de Elaine es poética y desquiciada. Es el libro que hubiera querido escribir”.

 

Durante la charla con Elaine sostuvo que la literatura tiene una relación directa con la historia. De hecho mapea una realidad histórica determinada. La literatura latinoamericana escrita por mujeres en estos años se inserta dentro de una generación donde hablan de los mismos temas. Temas vinculados a la maternidad y al cuerpo de la mujer. Sobre esto Elaine sostuvo que “la literatura matea las realidades y los conflictos sociales. Las creadoras estamos reflejando una realidad que nos preocupa y que nos duele, que queremos dejar para la historia en forma de un documento artístico, creativo y que al fin y al cabo forma parte de la historia con h mayúscula”.

 

El hecho de que haya un hilo visible entre las escritoras latinoamericanas no es azar, “No es azar que las escritoras estemos conversando sobre temas comunes”, subrayó. Más que azar esto es sintomático. Es sintomático de una época que les ha tocado vivir, naturaleza que viene de sus preocupaciones y de sus miradas políticas.


 

“Miro a las autoras con las que comparto generación, tiempo y espacio de creación y descubro que esos temas nos atraviesan transversalmente”, explica. “Lo veo en las escritoras pero también lo veo en los lectores y las lectoras, hay una necesidad de diálogo. Hay un hambre verdadera por conocer estas verdades, creo que la literatura pone sobre la mesa incómoda de nuestras conciencias particulares pero también pone estos temas en las mesas familiares, de amigos, temas de debates que son importantes para la sociedad contemporánea”.

 

El hecho de que a partir de una obra literaria un grupo se siente a discutir y pensar la realidad a partir de ella ya es una ganancia en cuanto a comunicación humana. 

 

La escritora cubana nació 1989. Ha crecido en un entorno privilegiado de muchos afectos. Esa cuna tan florecida en afectos la ha vuelto aún más sensible ante la realidad de otras personas, especialmente de otras mujeres, niñas y adolescentes del mundo. La literatura le permitió se empática, su escritura nos pone en la piel del otro y de la otra, nos hace sentir y experimentar por ellos. “Cualquier dolor humano no debería sernos ajeno”, advirtió. En esa misma sintonía, “ninguna alegría humana debería sernos ajena. Independientemente del territorio y de la lengua que habitemos”.


 

“La burbuja moral no es exacta”

 

— Soy una persona privilegiada en muchos sentidos pero también fui oprimida en varios sentidos. Me siento a pensar en las historias de mis ancestras y con esa mirada, pensando en las mujeres del presente y del futuro pienso que estoy escribiendo una historia contemporánea, realista, teñida quizás por elementos mágicos, extraordinarios o del extrañamiento.

 

— En tu escritura hay oscuridad, ¿por qué?

 

— La oscuridad es donde fue concebida o cocinada mis historias. Estoy convencida de que ahí una luz de esperanza. Una luz de sororidad, una luz de encuentro o debate. He trabajado casi siempre con el territorio oscuro del pensamiento humano y de la literatura. Me interesa entrar en esa zona nebulosa donde la brújula moral - como lo puedes ver en El cielo de la selva - la brújula mural no es exacta. No marca directamente los puntos cardinales de lo que es el bien y el mal. Es una brújula maleable. Vemos seres humanos cometiendo actos atroces con la mejor voluntad y algunos llegando hacer el bien por casualidad. Creo que en el efecto de la búsqueda de la brújula moral y de entender que eso de los polos opuestos de luz y oscuridad - o del bien y el mal - no son necesariamente antípodas sino que todo eso es más confuso en el terreno humano.

 

— No somos completamente luz ni completamente oscuridad

 

— Sin dudas. Somos claroscuros. A veces en determinadas áreas o momentos de nuestras vidas hay zonas que se iluminan o se oscurecen. Hace tiempo deje de creer en el bien y en el mal absoluto. Me interesan condiciones o concepciones menos radicales de la humanidad. Concepciones que nos hacen más frágiles, seres compuestos de un barro más moldeables y sin extremos ni absolutos. Creo que en los extremos y los absolutos está construido el mito humano, como todo mito en el fondo es una mentira. 


 

— Esta es una novela selvática, se respira y nos llevas al medio de la selva, ¿cómo lograste eso?

 

— Que bueno que las lectoras y los lectores hayan sentido eso. Mi gran miedo era como llegar a ese lugar al cual nunca estuve. Pero ahí está el recurso de la memoria emotiva, el hecho de escuchar - me senté mucho con mi esposo que también nació en el monte y con mi padre. Ellos me describieron como es el olor del patricor - por ejemplo - o con ellos hablamos de que no existe el silencio de la selva.

 

El monte me era más próximo en cuestiones geográfica. Pero yo quería escribir una novela no sobre un contexto cubano, al menos no únicamente, sino que quería escribir una novela Latinoamérica para que las lectoras y los lectores pudieran sentirse reflejado. En la novela no se dice en qué lugar ocurre ni en qué tiempo, quizás podía ser la de mi país o la de un país vecino. 

 

— Jugaste ahí entonces la memoria y el lenguaje.

 

— El lenguaje nos ayuda a conseguir la pretendida universalidad. Hablamos el castellano en buena parte de Latinoamérica. El lenguaje nos hermana, nos une. Siempre he pensado al lenguaje como una arcilla, una arcilla con la que una puede levantar templos, el templo de las palabas. Incluso la musicalidad de las palabras. Vengo Paulo de un contexto educativo de música, estudié música once años. Siempre he sentido que la musicalidad de las palabras, que la rítmica, que la métrica de las palabras es algo que muchas veces pasamos por alto. La manera en que las palabras nos acompañan pero también nos estremecen. Cuando uno lee un buen texto literario una siente que esas palabras se meten en la linfa y en los huesos de una. Desde ahí repiquetean. Eso tiene que ver con nuestros ritmos, el cuerpo, el lenguaje apela al cuerpo. Así pensando el lenguaje como música me gusta entender y abordar la realidad - me interesa que el lenguaje se performativo. Me interesa que el lenguaje rompa esa famosa cuarta pared.

 

 

Una meta a seguir y una búsqueda constante

 

Elaine comentó que entre sus búsqueda en la escritura de El cielo de la selva fue la bifurcación de los tejidos de lo real. Es decir, como en los ambientes selváticos o montunos de repente la realidad se bifurca y no es tan real como la imaginamos. O sucesos extraordinarios pueden acontecer en algún momento y parecernos parte de lo más ordinario del mundo. “Eso es el realismo mágico como lo entendemos nosotros”, advierte Elaine. “Esto forma parte de nuestra cultura y del ADN de nuestra memoria. Para lo que para otros pueda ser lo más extraordinario o lo más mágicos del mundo para nosotros forma parte de una cotidianidad entendida y aceptada como tal”.

 

A la autora le interesa que el lenguaje se performativo. Es decir, trabaja para que los lectores nos sintamos dentro de la selva, sintamos emociones y tengamos sensaciones como escalofríos, sofocos, claustrofobia o repulsión. “Me interesa que los lectores y las lectoras salgan de mi trabajo sintiendo una experiencia sensorial a través de un mundo que los estremeció. Me interesa que después de recorrer este viaje de la lectura ya no seas la misma persona que fuiste cuando empezaste la historia. Soñar con eso como proceso de la literatura o tener como una aspiración de procesos de la literatura ha sido para mí una meta a seguir y es una búsqueda constante”, sostuvo. Elaine Vilar Madruga lo logra. No salimos igual después de leer El cielo de la selva. Su pujo con el que construye sus universos de palabras se nos mete en la linfa y en los huesos.


 

viernes, 24 de octubre de 2025

Joaquín Rodríguez: “En ninguna actividad se puede crear solo”


Hace una semanas atrás terminó la Feria de Arte a.362. Entre las distinciones que se entregaron estuvo el Premio In Situ de los coleccionistas
Joaquín Rodríguez y Abel Guaglianone. En medio de todo hubo varias actividades paralelas, como fue la apertura de la muestra Donde las orillas se tocan por debajo del agua, de la artista Candela Pietropaolo. Esta muestra continúa abierta al público en la galería Yuyal. Joaquín visitó la misma y ahí charlamos entre paredes vestidas de arte.


Por Paulo Ferreyra

 

 

De andar tranquilo. Ropa clara. De centro sin ser el centro. Atrae miradas. Joaquín camina lento. Junto a Abel están apoyando actualmente a más de diez ferias de arte en todo el país. En el marco de la Feria Internacional del Arte a.362 ellos entregaron el premio In Situ al Proyecto Amorada Arte – Constanza Vicco (Buenos Aires).

 

Joaquín es coleccionista y curador de arte, además de gestor independiente. “Esta es la tercer o cuarta vez que venimos a la Feria de Arte de Resistencia. Se nota siempre un cambio, un crecimiento y una madurez. Esta edición en particular refleja mucho estos cambios”, expresó. Así, comenzamos esta entrevista.

 

— ¿Por qué la mirada en el litoral? Primero en ArteCo y ahora en a.362.

 

— En realidad la mirada es al país. En un momento de nuestras vidas nos empezamos a preguntar de qué se trataba el arte argentino. Nos preguntábamos, si para tener una respuesta era suficiente mirar lo que se muestra y lo que se exhibe en Buenos Aires. Con eso se puede alcanzar a tener una aproximación a esa complejidad.

 

Pero cuando empezaron a surgir las ferias de arte provinciales - que abordamos y apoyamos - entendimos que para entender el arte argentino hay que entender a la Argentina. Somos en nuestro país un montón de culturas, nacionalidades y saberes muy amplios y diversos. Cada provincia tiene su particularidad.

 

En la complejidad y riqueza están los genes del argentino. Para poder entender la amplitud del arte argentino hay que pisar el territorio en su esencia. Hay algo que pasa en las producciones cuando uno las conoce en su lugar de origen, esa producción y su significado se expande mucho más. Estando en el territorio entendés de dónde viene, hacia donde van dirigidas y por qué se crean estos temas, estos colores y esas materialidades.


 

— Hablamos al comienzo de la charla del crecimiento de la feria, ¿eso tiene que ver con la organización, con los artistas o con todo su conjunto?

 

— El arte hoy por hoy es un sistema. Hay un montón de actores trabajando. Cada uno tiene un rol importante y necesario. Es un ecosistema. Todas las miradas, visitas y comentarios de alguna manera enriquecen las experiencias. La Feria desde la organización y desde los propios artistas tiene una apertura al diálogo, al intercambio y a la crítica.

 

La Feria me parece que tienen un poder de censo, cuando se lanza una convocatoria empiezan aparecer un montón de proyectos que quizás no se conocen e incluso proyectos que no se conocen entre ellos. Pero, a partir de estar en la feria se activa un trabajo colectivo mucho más potente. Estas cosas nos interesa apoyar con nuestro granito de arena.

 

— Tocaste ahí algo importante, ¿El artista cuando está trabajando no está solo en el momento creativo?

 

— Totalmente. En ninguna actividad se puede crear solo. Todos nos necesitamos. Por más que estemos solos pintando, recluidos en el medio de una isla, hemos tenido primero influencias de directa de nuestras familias que nos crió, desde nuestros afectos, las personas con las que intercambiamos en la vida cotidiana - siempre hay influencias de alguien más. Por más que no queramos reconocer o que incluso en la obra no se sean evidentes, siempre hay algo del entorno presente y latente.

 

— Volviendo a esta cuestión del arte argentino, ¿Buenos Aires sigue siendo el faro de todo? ¿Dónde está el centro?

 

— Recién estuvimos hablando sobre eso con Jorge Tirner de la galería Yuyal y con Tomás Ezequiel Bondome, un gran referente del arte en Córdoba. Hablamos con ellos de que hay procesos internos y externos. Les compartí que una vez alguien me habló de que no se puede hablar de periferia sino de periferización, dando cuenta de que es un proceso. Ese proceso viene de una mirada externar que nos coloca a veces en lugares secundarios o menos importantes. Pero también a veces esa mirada es interna, donde nos sentimos menos importantes.

 

Creemos, hablo en plural porque es un trabajo en conjunto, que donde haya un artista trabajando eso ya es un centro. Si lo entendemos desde esa manera todo tiene una importancia de ser mirado. Te puede gustar o podes compartir o no, pero en la práctica hay algo importante para mirar. Más allá de que sea en la gran ciudad o en un pueblo en medio de una provincia argentina.

 

Miradas

 

“El arte debe ser como ese espejo / que nos revela nuestra propia cara”, decía en un poema Jorge Luis Borges. Algo de eso hay en esa búsqueda de Joaquín y Abel de conocer a los artistas del interior del país para conocer cómo es en su complejidad el arte argentino.

 

“El arte ha transformado mi vida desde hace mucho años. Es parte de mi vida diaria ya que trabajo con esto y lo disfruto”, agregó Joaquín. “A vece siento que cuando estoy en una reunión y si no estamos hablando de arte siento que estoy perdiendo el tiempo”.

 

El coleccionista y curador es un admirador de la creación, de la cabeza y el pensamiento de los artistas, su forma de mirar la realidad que nos rodea desde otros puntos de vistas. “El arte hace que tu comprensión de lo que sucede a tu alrededor de alguna manera se expandan o se enriquezca. Te pone en duda o cuestione tus creencias o tus verdades, depende del punto de vista la verdad puede cambiar”, advierte.

 

Ya sobre el final de la charla él sigue entusiasmado por hablar de arte. En la galería Yuyal las paredes se alzaban como un río silencioso con las obras de Candela Pietropaolo. Era un río que pasaba y se quedaba, un cristal brillante, en el decir de un poeta las obras eran las mismas y eran otras. 


Por un momento viajamos al hogar de Joaquín Rodríguez donde sus paredes también están florecidas de obras.  “El arte nos inspira – desliza  – es un disfrute estético y al mismo tiempo nos cuestiona. Me interesa tener una convivencia armónica con las obras de arte. Es decir, uno no invita a alguien que no te gusta a tu casa y mucho menos convivir toda tu vida”.


 

 

 

 

 

 

viernes, 17 de octubre de 2025

“Hay distintas maneras de emocionarse ante la canción”


El trío 
Dos Más Uno  se presentó en La Felipa Verde, Corrientes. Los músicos Hugo y Marcelo Dellamea junto a Ariel Sánchez presentaron en la región su nuevo disco, Las canciones más lindas del mundo Volumen II”. Estuvieron como invitado Los hermanos Duarte. Fue una tarde henchida por un repertorio amplio, generoso y ensanchado por la emotividad que se respiró en el ambiente. En estas líneas parte de lo que fue una tarde de sol, poesía y música.

 

Por Paulo Ferreyra

Fotos Guillermo Billordo

 

 

— Vamos a empezar esta charla por algo sencillo, hace varios años que viven en Buenos Aires ¿Qué es lo primero que hacen cuando llegan a Resistencia?

 

Hugo Dellamea — Lo primero que hacemos es ver a la familia y a los amigos. Para nosotros que hace tanto tiempo vivimos afuera volver a la ciudad nos gusta mucho. Nos gusta volver a encontrarme con amigos y recorrer la ciudad, ver las cosas que siguen igual o las cosas que han cambiado. Encontrarme con amigos desde la música.

 

Marcelo Dellamea — En mi caso me paso que llego y me conecto con las cosas que me hacen sentir ser de acá. Cuando recorro la ciudad siento que soy de acá. Los recuerdos vuelven. Paso por un lugar donde tocamos hace mucho y los recuerdos florecen. Es una sensación muy linda. Es mi caso, vuelvo a un lugar seguro. Así lo vivo.


 

 

De Chaco a Corrientes

 

Unos días antes de que los hermanos Dellamea llegaran a Corrientes nos encontramos para una breve entrevista. Habían arribado a la zona para realizar presentaciones en Resistencia, Sáenz Peña y el cierre de la gira en la ciudad de las siete puntas.

 

Cerca de las 17 de un domingo de septiembre el público fue ocupando los lugares disponibles. Una hora después ya no había asientos libres. Ronda de amigos, familias y músicos amigos fueron ocupando los distintos espacios de La Felipa Merienda. Mate, café, leche, entre otras infusiones iban vistiendo distintas mesas. Además, varias exquisiteces dulces y saladas.

 

Al abrir el show Hugo Dellamea agradeció la presencia del público. Agradeció al lugar y a los amigos la presencia en una tarde de sol. “Gracias por venir. Aquí nos encontramos con Yoshi que es una gran persona y un gran amigo. Teníamos ganas de tocar en Corrientes con el formato del trío. Hoy es especial porque lo que más nos gusta hacer es tocar y hacerlo donde tenemos a la gente cerca es doblemente especial. Prepárense para disfrutar de un repertorio amplio”, deslizó y la música salió como pulsos de rayos hacia los presentes.

 

Este año Los Hermanos Dellamea comenzaron en el litoral la gira de la presentación del disco Las canciones más lindas del mundo Volumen 2. La música fue conquistando la tarde. Cada canción se cerraba con un aplauso emotivo, donde también se alzaban las voces de bravo y expresiones como, ¡qué lindo! ¡qué bárbaro! En algún lugar ya el sol comenzaba a jugar a las escondidas entre los árboles. Ahí los artistas hacían que Chabuca Granda, el Cuchi Leguizamón, Manuel Castilla, Fito Ledezma o Chacho Echenique dialogarán desde las canciones.


 

Los aplausos tras cada canción se hacían sostenidos. El clima era emotivo y feliz, las sonrisas silenciosas ensanchan los rostros. La voz de un niño se trepó tras un silencio — Papi —, y los suspiros se espejaron. Hugo Dellamea comentó que era la voz de su hijo y que este es el primer concierto que miraba.

 

 

“Los límites de los géneros están diluidos”

 

En la previa de esta presentación charlamos con Marcelo Dellamea. Hablamos de esa potencia que tienen cuando entrelazan los géneros musicales. Además, abordamos algunos aspectos del disco que presentaron.

 

 

— ¿Qué son los géneros musicales?

 

Marcelo  Son etiquetas que sirven para vender. Cuando uno ama la música, como es nuestro caso, esos límites de los géneros están diluidos. En mi caso soy un músico muy curioso. Me gusta navegar por distintos géneros. Con Hugo y Ariel sentimos lo mismo. Si bien reconocemos que tenemos un píe muy fuerte en el folclore, desde ese lugar nos proyectamos hacia otras músicas.

 

Esa libertad también viene un poco dada de lo que nos dio ser parte del programa La Peña de Morfi. Antes de eso nosotros no nos animábamos tanto a tocar otros géneros. Pero ahí lo hacíamos en vivo y para mucha gente. La idea de los discos Las canciones más lindas del mundo es navegar por distintos géneros y rescatar esas canciones que son inolvidables en la música latinoamericana y argentina.


 

— Sobre el final del disco Las canciones más linda del mundo Volumen 1 se escucha la voz de Gerardo Rozín, ¿Qué significa Rozín para ustedes?

 

Marcelo — A veces pienso que a medida que pasa el tiempo nos cae más la ficha sobre lo que vivimos con Gerardo Rozín. Realmente fue un punto de inflexión para nosotros. Él fue el gran responsable porque nos llevó al programa. Es y sigue siendo un hombre muy importante para nosotros. Además, esto de haber participado en el Volumen 1 cuando ya estaba cursando su enfermedad muy avanzada es especial. Cuando lo escucho me emociona.

 

Gerardo hace la introducción de la canción Yo me quedo. Esa canción es especial para todos, por el significado que tiene y porque llegó a mucha gente. Es una de las favoritas de la gente y nos gusta interpretarla.

 

— En cada show hay momentos furiosos y otros más serenos, en algunas canciones muestran el virtuosismo que pueden desplegar con las guitarras, ¿cómo conviven en ustedes esos climas?

 

Marcelo — Hay distintas maneras de emocionarse ante la canción, tanto para nosotros como para el público. La emoción puede venir con una buena melodía o con una letra profunda. Nosotros podemos tener los dos mundos. Nos gusta tener esos dos mundos.

 

Cuando éramos más jóvenes estábamos obnubilados por la rapidez y el virtuosismo, hablo por mi propia experiencia. Después fui descubriendo que la música es más que eso y descubrí que hay otras cosas para disfrutar. En los conciertos tenemos esos dos momentos. Disfrutamos de las dos cosas y la gente también disfruta de las dos cosas. Además, el público expresa sus emociones de diferentes maneras.


 

 

“Cuanto más vivo mañana, más feliz soy”

 

Los músicos se buscan con la mirada. Hay sonrisas cómplices. Ariel Sánchez, percusionista queda un poco atrás de algún cuchicheo que hacen Hubo y Marcelo Dellamea. Ariel tuvo su momento para contar algún chiste, su momento stand up mientras preparaban las cámaras para registrar algunos temas.

 

El repertorio incluyó homenaje a la Chacarera del monte, con un tema de Coco Gómez y Magali Gómez. Antes de interpretar el tema Cambia todo cambia, explicaron que conocieron una gira por Europa al autor de esta canción, el chileno Julio Numhauser. “Pudimos interpretar nuestra versión de este tema para él y le gustó. Eso nos dio una gran satisfacción”, comentó Hugo.


 

“Cambia, todo cambia”, el público coreó casi todo el tema. Una canción viva en la memoria de todos los presentes. Hubo un momento especial cuando Los Hermanos Duartes, de Villa Berthet - Chaco, fueron invitados para compartir parte del repertorio de la tarde. Facundo en acordeón y Nazareno en guitarra junto a Dos más uno acentuaron un repertorio chamamecero. “Cuando se confirmó la fecha que podíamos hacer en Corrientes - comentó Hugo Dellamea - lo primero que pensamos para compartir música fue invitar a los hermanos Duarte. Ellos son chaqueños pero viven en Corrientes. Son hermanos como nosotros, jóvenes y tremendos músicos”. Juntos interpretaron temas de Roque Librado González, Tilo Escobar y Mario Bofill, entre otros.

 

La noche había madurado. Las luces discretas hacían distintos focos en el jardín vivo de La Felipa Verde. Una brisa hamacaba algunas hojas. Entre el público crecía la emoción, las miradas, los abrazos y los más íntimos que seguían el concierto tomados de la mano. Las mesas también subieron de tinta, alguna cerveza y en otras vino.

 

Los músicos habían advertido que el frío le estaba llegando a los dedos. Se acercaba el final del show. El público deslizaba a viva voz algunas canciones que quería escuchar. De repente, los acordes de la guitarra anunciaban un guarania, Marcelo se acercó al micrófono y comenzó a cantar Che pikasu mí. Cantó en guaraní y en castellano. La emoción abrazó a todos y a todas. La poesía y la música juntos, en el decir de la poeta Circe Maia, “puede ocurrir –y a veces con frecuencia– que / uno se sienta como despellejado / sin la barrera de la piel, en contacto directo / en carne viva, a nervio desnudo / con el extraño ser de la belleza”.


 

 

 

viernes, 10 de octubre de 2025

Candela Pietropaolo: “Siempre estuve conectada al río”



Esta noche se inaugura la muestra
Donde las orillas se tocan por debajo del agua, de la artista  Candela Pietropaolo.  La curaduría es de Silvia Gurfein. A las 21 se abrirán las puertas de la galería Yuyal, en Resistencia. Si bien cuando se inauguró esta galería mostraron obras de Candela, lo que trajo en esta muestra son todas obras nuevas. “Son obras que estuve trabajando en los últimos meses”, destacó. 

 

Por Paulo Ferreyra

 

Las formas de abordar sus temas, su manera de investigar, los procedimientos a los que Candela Pietropaolo recurre en su quehacer artístico son variados. Son variados y muy ricos, pero en cada una de estas operaciones estará presente el río. En esta charla nos sumergimos así en su universo donde los humedales casi ungen estas palabras.


 

— Recuerdo que cuando se inauguró la galería Yuyal mostraron obras tuyas, ¿en esta exposición qué elegiste mostrar?

 

— Todo lo que van a ver en esta exposición es obra nueva.

 

Desde diciembre del 2024 soy una de las artistas que forma parte de la galería Yuyal. En su programación se pensó en una muestra individual por cada artista que la galería representa. La fecha que pensamos con Jorge Tirner fue esta de octubre del 2025. Estos últimos meses estuve trabajando especialmente para esta exposición.

 

El eje de estas obras es lo que vengo desarrollando desde hace cinco años. La mirada está puesta en el río y en el paisaje que habito. Es un proceso de largo aliento que me acompaña hace tiempo junto a otras ideas que voy desarrollando.

 

Siempre digo que me gusta trabajar desde la imposibilidad. Eso es lo que me mueve cuando no sé algo o cuando no puedo abarcar ciertos temas. En ese contexto trato de seguir desarrollando ideas nuevas o hipótesis, a partir de esas indagaciones hago otras producciones.


 

— Siguiendo esa línea, para dar un ejemplo, hiciste una investigación sobre los colores del río, ¿Cuántos colores tenés registrados?

 

— Este trabajo de los colores del río lo empecé en el 2017. Mi idea original era pintar el río. Ahí me encontré con la imposibilitada de poder lograr esa pintura. Me di cuenta que era bastante imposible definir un color para el río. Surge lo que ya mencionaba antes, la imposibilidad de definir algo como un impulso para sumergirme en el trabajo.

 

Hay montón de factores que hacen que el río esté en constante movimiento y cambio. Fui al río en diferentes jornadas, por varios años y en cada una de esas jornadas lo que hacía era pintar el color que veía en ese momento y con en ese paisaje.

 

Fui recolectando muchas muestras de colores durante varios años. Llegué a tener 400 colores más o menos. Esto tiene que ver mucho con el estado del clima, la estación del año, el lugar donde me ponía a ver el río, no es lo mismo verlo desde arriba que verlo de la orilla o verlo en sombra que verlo a la luz del sol. Verlo en un día nublado o en un día a pleno sol de verano o un día a pleno sol de invierno.

 


 

Trascendencia

 

Si salimos por un instante de este contexto nos vamos a la costa argentina. Hay persona que cuando se acercan al mar ya perciben su aroma, su fuerza y su magnificencia. Cuando Candela habla del río se siente eso, respira y sus palabras se expanden en una lluvia de soles.

 

Su investigación que cuenta que la llevó a registrar más de cuatrocientos colores del río sigue, sus deseos siguen pulsando a medida que ensancha la mirada. “En los últimos años empecé a mirar la orilla y la isla. También empecé a fantasear o tratar de entender cómo era el estado del río, quién o qué determina el estado del río”, explicó.

 

Volvemos al mar, en sus costas se ubican banderas que indican sus condiciones de seguridad o peligro. Los colores más van del celeste, amarillo, rojo y negro. “En las playas del río Paraná no pasan lo mismo. El río sabemos que es muy diferente al comportamiento del mar pero también sabemos que tiene sus complejidades”, advirtió Candela.

 

Este detalle le llevó a la artista a pensar que habría que tener información sobre el comportamiento del río o cuál es su estado. Así empezó a diseñar una serie de pinturas con banderas en la costa del río.  Para este trabajo aprovechó algunas informaciones que se repitan como un ciclo real del río. Por ejemplo, los ciclos de las creciente, de la bajante, de las presencias de tormenta o de donde es posible bañarse y cuando no es posible. Si el río está contaminado o no. Además de tener en cuenta su fauna. 

 

— ¿En la muestra en la galería habrá algo más que las pinturas sobre banderas?

 

— He realizado varias obras sobre las banderas en el río, son doce pinturas que estarán dispuestas en una sala. Quizás en algunos años sean muchas más.


 

En otra sala habrá obras que tienen que ver con los mensajes que nos puede dar el río o lo que se dice de él. Para hacer esto retomé el código internacional de banderas marítimas, porque hay barcos que tienen banderas con sus significados. Estas banderas sirven para comunicarse con otras embarcaciones o con otros navegantes. A partir de ese alfabeto de banderas acá las uso como letras, entonces las banderas van creando mensajes.

 

— El paisaje que traes con vos viene de una gran intimidad con el río, ¿podrías contar qué es el sitio ramsar?

 

— En la zona donde vivo es un sitio ramsar que se llama Jaaukanigás. Es una parte de la ciudad de Reconquista. Ramsar es un sitio reconocido internacionalmente donde se trata de preservar la biodiversidad, los humedales y las especies que lo habitan. Para ello se tiende al ecoturismo. Hoy es una zona urbana pero que se rige por ciertas normas.

 

En el litoral tenemos ciudades como Corrientes o Rosario que tiene un vínculo directo con el río. Tienen sus orillas urbanizadas. En cambio reconquista está lejos del río, a unos dieciséis kilómetros. Sin embargo, la gente tiene vínculo con el río a pesar de esa distancia. Para muchas personas es un evento ir hasta el río.

 

 

“El río está desde siempre conmigo”

 

Ante la consulta de por qué esta inclinación hacia el río Paraná Candela Pietropaolo explicó que hace varios años que trabaja sobre el tema. “Cuando terminé de estudiar me preguntaba de qué iba hablar como artista o qué me iba a representar como artista. Estuchando y viendo a diferentes artistas y autores encontré algo que me define y ese algo es mi paisaje en torno al río Paraná”. Explico.


 

“El río es a lo que siempre estuve conectada, desde chica, mi familia era de ir mucho al río y eso se mantuvo a lo largo de mi vida. Hubo épocas en la que me vinculé al río desde otra orilla cuando viví en Rosario. Cuando voy al río me encuentro por momentos en estados de meditación. Hay un vínculo ahí que queda reflejado en lo que hago como artista”.

 

La mirada de Candela es inquieta. Después de pintar durante muchos años el río extendió su contemplación a la isla, a las orillas y a imaginar sobre sus profundidades. En sus obras el río está presente de una manera directo o sugerida.

 

El poeta Juan L. Ortiz escribió una vez, de pronto sentí el río en mí, / corría en mí / con sus orillas trémulas de señas, / con sus hondos reflejos apenas estrellados. Todas las señales que el río despierta se hicieron arte en las manos de Candela. Sus obras son disparadores para quienes se acercan y toman ese contacto con un río que está vivo. El río vive.