"Navegamos sin más pretensiones que ver los ríos libres"

Jorge Mazzochi, Sebastián Arena y Hernán Gigena partieron días atrás en kayak desde El Pintado a Buenos Aires.

“La hoja es el equivalente a la vida”

Entrevista con Franco Rivero

domingo, 16 de julio de 2017

“Vamos a ofrecer un repertorio distinto y ecléctico”

El próximo viernes Carlos Maciel y Marta Toledo se presentarán por primera vez juntos en el Café El Mariscal. “Estamos ensayando hace un tiempo y básicamente haremos música de acá, música de Corrientes con autores conocidos pero con un repertorio poco conocido de estos autores”, adelantó Maciel en comunicación telefónica con esta revista. La propuesta de guitarra y voz comenzará a las 22.30.

por paulo ferreyra
Foto Alfredo Barrios

“La primera excusa para este dúo es un vínculo afectivo y familiar. Marta Toledo comenzó a cantar desde muy chiquita, le acerqué guitarras pero su potencial está en la voz. Después ella se fue a Rosario y hace poco tiempo volvió a la provincia para ejercer su profesión de fonoaudióloga y a seguir cultivando el canto”, explicó el guitarrista Carlos Maciel.


Para esta oportunidad en El Mariscal el dúo ofrecerá temas de Edgar Romero Maciel, Teresa Parodi, Pocho Roch, Falú, Dávalos, entre otros. “Vamos a ofrecer algunas piezas locales y otras nacionales. Estamos preparando un repertorio muy ecléctico a nuestro gusto”, destacó Maciel.

Marta Toledo tiene un modo, una forma, un timbre especial. En una oportunidad destacó que la música le dio identidad. “La música, en general, me dio lo que soy. No me imagino mi vida fuera de la música. Mi fortaleza está en la música”, deslizó poniendo un acento a cada una de estas palabras.

Por último Carlos Maciel insiste en comentar algunos aspectos importantes. Para esta presentación están ensayando mucho, el repertorio es muy cuidado y para el viernes el sonido será tan importante como la guitarra y la voz. “Nosotros pintaremos temas para quienes estén sentados escuchando y no para salir a bailar. Seremos breves. Quizás un poco más de una hora. Marta trabaja mucho y es muy profesional. Todo será canto y guitarra. Voy a tocar con la guitarra de nailon y la eléctrica, hay temas que invitan o incitan a tocar la guitarra eléctrica, yo me defiendo con las dos guitarras así que haremos ruido”, concluye Carlos Maciel como si fuera un niño y su rostro de plata sonríe con dientes amplios.


sábado, 15 de julio de 2017

"El rock nacional sigue manteniendo su entusiasmo y su frescura"

Organizado por el Gobierno de Corrientes a través del Instituto de Cultura de la Provincia este mes tendrá lugar la 7ª Feria Provincial del Libro “Dime qué lees”. La misma se llevará a cabo del 19 al 29 de julio en el predio de Tekove Poti. En este marco llegará a Corrientes Marcelo Fernández Bitar a presentar el viernes 21 de julio su libro 50 años del Rock en la Argentina. "Tener contacto con la gente que siente curiosidad o es fanática del rock argentino es siempre interesante. En cada ocasión se generan charlas y preguntas muy buenas al final de la presentación del libro", adelantó Bitar.

por paulo ferreyra
paulo.ferreyra@yahoo.com.ar

Marcelo Fernandez Bitar es periodista especializado en música popular. Se desempeñó como Secretario de Redacción del diario El Cronista y Editor de Espectáculos en los diarios Perfil y Crítica. Además trabajó como Secretario de Redacción de las revistas Rock & Pop, Pelo y La Mano. Fue corresponsal en Argentina de la revista Billboard. Publicó los libros Historia del Rock en Argentina (1987); Soda Stereo, la biografía (1990) e Historia del Rock en Argentina (edición ampliada, 1993). Durante 2007 acompañó a Gustavo Cerati, Charly Alberti y Zeta Bosio durante toda la gira de Soda Stereo y escribió Diario de gira, un relato detallado del reencuentro de esa banda.



- Impresiona un poco toda tu trayectoria. ¿En qué estás trabajando actualmente?

Actualmente estoy haciendo radio en Radio Nacional, estoy como columnista de Osvaldo Basan en su programa que va de lunes a viernes 15 a 17. Además en gráfica estoy escribiendo en la revista Billboard y en la página de Bebe Contepomi que se llama Generación B. Después hago algunas notas sueltas pero lo estable pasa por estas cosas.

- ¿Cómo fue poner en palabras los 50 años del rock Argentino?

Este es un proyecto muy lejano. Cuando yo empecé a ser un fanático del rock nacional, del rock argentino, creo que tenía unos 15 o 16 años. Por entonces encontré muchas revistas, recortes, iba recopilando todo la información que podía. Pero a los 20 años, más o menos, me parecía que faltaba un libro que reuniera toda la información sobre el rock en el país.

Había ya por entonces muchas bandas y nombres importantes de la historia de la música dando vueltas. Había pocos libros que llegaban hasta el 76. Entonces con esa pasión, arrogancia e ímpetu que uno lleva a los 20 me dije - por qué no escribir ese libro. Así empecé a entrevistar a distintos músicos, hacer notas y a conocer más de fondo el ambiente musical. Me fui conectando con periodistas que también escribían sobre el tema. Ahí empecé a escribir sobre música y no era una profesión que yo imaginaba. En el año 87 salió una primera versión del libro con la historia del rock desde los años 60 hasta el 86 inclusive.

- ¿Con esta base hiciste el libro que vino hace algunos años?

Así es. Lo que ocurrió hace dos años fue que me llamaron de una editorial para ver si me animaba a actualizar el libro y hacer un libro con los 50 años del rock. Me pareció genial la idea porque había cosas que quería reescribir de aquel texto y agregarle declaraciones. En estos últimos 20 o 30 años entreviste a todos los protagonistas de la escena del rock argentino. Por alguna u otra razón pude cruzarme con ellos y pude entrevistarlos o inclusive acompañarlos en algunas giras.

Para mi internamente esta es la edición definitiva y para otros recién ahora se enteran de que hay un libro sobre la historia del rock en argentina. Pero la historia arrancó así, hace mucho tiempo atrás y ahora termino dándole forma bajo esta celebración de los 50 años del rock.

- Es curioso pero entonces aquel interés por la música te empujó al periodismo, ¿o no?

Absolutamente. Al hacer algunas notas me permitió que me junte con gente como pipo Pipo Lernoud que estaba por hacer la revista Cantarock. Cuando salió el número 1 dije en qué podía ayudar y así arranqué desde el número dos. También en la revista Cerdo & Peces que dirigía Enrique Symns, le mostré mis trabajos y él decidió publicarlos.

Casi, casi me fui metiendo en una profesión que no me imaginaba que existía. No pensaba que era posible y hoy sigo dando vueltas sumergido en el periodismo.

- En tantos años de lectura y contacto con el rock. ¿Descubriste algún lazo común que haya atravesado a la música Argentina?

Hay lago constante y lo reafirmo en cada oportunidad es que en estos 50 años hay esa pasión, esa frescura y esa inocencia que tenía en sus comienzos la música. Más allá de que se construya después una industria enorme que genera plata y que antes nadie sabía que podía generar tanta plata.

Pero las bandas cuando se juntas, los artistas cuando comienzan a componer sus canciones, lo que descubro cuando los entrevisto es que siguen teniendo todo el entusiasmos desbordante por la música misma. No sé si existe de la misma manera esa pasión interna por la música en otros países. Me atrevería decir que en otros lugares se especula más con una profesión posible porque allá afuera se genera mucho más dinero que acá. Pero a lo largo de estos 50 años la clave es el entusiasmo de los creadores y la identificación que tiene el público con esa música.



- Muchos se habló de lo que significó la tragedia de Cromañón para el Rock Argentino. Para vos que lo estudiaste más de fondo, ¿Cómo vivieron los músicos de rock esta tragedia?

Más allá de la tragedia tremenda que dejó y del número de víctimas fue un cimbronazo para toda la sociedad. Para el rock significo una dificultad muy grande para las bandas poder tocar, sobre todos para las bandas que venían atrás, para las bandas más jóvenes, sobre todo las pequeñas y medianas. Ya las grandes bandas tenían sus circuitos por otros escenarios y seguían tocando en todo el país.

Para las bandas pequeñas fue una gran dificulta lo que arrojó Cromañón porque el resultado que encontraron en Buenos Aires, ante la irregularidad de los locales mal habilitados o coimeados, la solución fue cerrar esos locales en lugar de ponerlos en orden. Se cerraron muchos locales. Eso duró varios años y toda esa generación del 2000 tuvo muchos inconvenientes para encontrar lugares para tocar. Otras bandas agudizaron el ingenio y volvieron hacer lo mismo que hacían los músicos en los años 70. Ellos mismos se alquilaban un teatro, ellos mismos vendían sus entradas y hacían una producción independiente. Esto era complicado pero era la única manera de seguir adelante.

- A lo largo de estos años hubo propuestas musicales contestatarias o de protestas. ¿Cómo viste este costado musical en los últimos años?

Eso sigue presente y si algo puede tener de rico el rock Argentino es la enorme diversidad en la música de estilos, género y maneras de hacer música. Esto incluye a bandas con lenguajes sociales e inquietudes muy importantes. Se me ocurre ahora desde la más punk hasta una banda de gran convocatoria hoy en día como Salta la Banca. Ellos hicieron un disco entero sobre un chico que fue detenido y prácticamente desaparecido por la policía como Luciano Arrúa. Eso fue reciente, es un disco de hace 4 o 5 años. Después hay bandas que hacen letras lindas que hablan de vivencias y cosas que le ocurren al compositor o a lo que ve en su entorno. Otros deciden salir a protestar y hacen temas como señor cobranza que tiene tanto peso como los temas de Pedro y Pablo frente a la resistencia de la dictadura.

- Muchos se habla de la tendencia que tienen los géneros a mudarse al jazz. En este sentido, ¿cuál es la salud del rock argentino?

El género tiene vida por si mismo pero tanto acá como afuera siempre estuvo abierto a fusionarse con otros estilos, otros ritmos, otras armonías. Acordate cuando una tradicionalista como Antonio Tarrago Ros comenzó a tocar con León Gieco. En la escena a él le decían Tarragó Rock de forma despectiva, sin embargo nadie duda de que León Gieco es rock y que Antonio Tarrago Ros es chamame. Pero se armo un pequeño puente en el medio donde cada uno puede aporta al otro desde su lugar musical. Además han demostrado que pueden convivir tranquilamente.

A veces sucede que hay sectores muy ortodoxos del público y también de la prensa que son muy cerrados frente a estas convivencias musicales. Sin embargo en estos 15 últimos años quedo demostrado que el público es muy receptivo, los músicos son los primeros en abrir pasos para estos puentes musicales.

- Hace algunos años un diario nacional puso como a los tótem de la música Argentina a Gieco, Cerati, Fito y Charly. ¿A quién sacarías o agregarías de esta lista?

Hay como un pequeño problema, por un lado es un problema y quizás por otro lado es una virtud. En los últimos 15 o 20 años el rock no tiene tantos totem del rock. Si en los años 80 tenías que elegir los artistas más importantes era muy fácil llegar a un puñado de nombre consensuados por una gran mayoría. Hoy creo que si tenés que buscar los más representativos o los más importantes son muchos pero ninguno es tan inmenso o tan grande que puedo ubicarse por encima de los demás.

Hay muchos grupos, bandas o solistas que son grandes en su género, en sus estilos, en su pequeña subcultura. Entonces tenés en el reggae, en rock pesado, en los cantores, tenés artistas o bandas que llenan teatros o inclusive estadios. Pero si uno le pregunta a la gente en la calle cual es el nombre más importante de los últimos años se les complica un poco.

Tras el fallecimiento de Gustavo Cerati se volvió a poner el ojo en lo que significó Soda Stereo para el ambiente musical. ¿Cuánto representa realmente el legado de este trío para la música argentina?

Soda le dio muchísimo al Rock Argentino. Soda fue un grupo fundamental tanto como las bandas de Charly, Spinetta, Fito, Gieco. Lo que hizo Soda fue grande no solo dentro de la historia del rock en nuestro país sino que ayudo a que muchos países de Latinoamérica tuvieran su propia escena de rock. Gracias a Sosa aparecieron muchas bandas nuevas. Así como en una primera época las bandas iban a visitar esos países latinoamericanos después ellos mismo comenzaron a generar sus propias bandas de rock.

- Cambiando ya el eje de la charla y para cerrar la comunicación en este instante, ¿qué significa para vos venir a presentar el libro a Corrientes?

Para mi es algo exultante, genial e impensado. No tenía dimensión de que a partir de un libro se podría genera un pequeño circuito de visitar provincias y llegar a una Feria del Libro. Esto no ocurrió cuando saqué aquella primerísima versión de la historia del rock argentino. No había nada parecido y solo hubo unas pequeñas notas en los diarios. Ahora tener contacto con la gente que siente curiosidad o es fanática del rock argentino es siempre interesante. En cada oportunidad se generan charlas y preguntas muy buenas al final de cada presentación. En estos últimos meses estuve recorriendo la provincia de Buenos Aires, en Salta y en pocos días más me voy a La Rioja. Es sorprendente, gratificante y estimulante. Por momentos esto te llena de nervios pero habrá que sobrellevarlo.

martes, 4 de julio de 2017

“Hemos sentido la calidez del público y eso nos devolvió mucha energía”

El sábado último la Orquesta Sinfónica dependiente del Instituto de Cultura de la Provincia de Corrientes realizó una presentación novedosa en contacto directo con el público en el Teatro Oficial Juna de Vera. La propuesta musical en esta ocasión propuso un recorrido por la sonoridad del Renacimiento al Barroco. En este nota un breve repaso por algunos testimonios que dejaron este concierto de la mano de la maestra Andrea Fusco, Adriana Verónica Sargenti, Juanchi Cardozo, Griselda Copani y Alejandro Bendersky

paulo ferreyra
paulo.ferreyra@yahoo.com.ar


La fricción del arco con las cuerdas. Algunas voces tímidas pidiendo permiso y esquivando la posición de los músicos de la Orquesta Sinfónica fue la ante sala del concierto. El sábado último los espectadores vivieron algo único en la apertura de esta quinta presentación de la Orquesta Sinfónica, dependiente de la dirección de Artes Escénica, Música y Artes Audiovisuales del Instituto de Cultura.

Cuatro chelista recibían a los espectadores con obras Johann Pachelbell, Luis de Narvaez, Gaspar Sanz. Absortos al comienzo, después se movieron entre la fascinación, el asombro y el deleite por la música.



“Tengo muchos nervios. Este será un concierto diferente y estoy más expuesta con el violín”, desliza antes del inicio de la velada una violinista vestida de negro impecable, el pelo recogido a los costados y el resto suelto besando sus hombros. Llevaba una amplia sonrisa blanca. Sobre el filo del inicio de la velada llegan familias, amigos, público en general. Parte del público habitué de la Orquesta ya tiene su lugar fijo, determinada fila y butaca en la ancha platea del Teatro.

Pasada las 21.30 comenzó el concierto. “Esta es una propuesta distinta de la Orquesta Sinfónica de la Provincia de Corrientes. Esto está inspirado en el maestro Claudio Monteverdi. Este año se cumplen 400 años de su natalicio. Fue un compositor paradigmático para la historia de la música. Allá por el año 1607 presentó esta obra titulada L’Orfeo, es la opera más antigua que se conserva”, explicó la maestra Andrea Fusco.

“En este concierto hemos propuesta no solo la música sino también invitarlos a sumergirse en los conceptos de la música de aquella época. La música tenía funcionalidad. Así como cuando entraron en la sala hoy había músicos que los recibieron mientras ustedes se disponían en sus asientos. En aquella época las orquestas tocaban para diferentes momentos de la vida. En este concierto van a ver a los músicos de la Orquesta cumpliendo diferentes roles, mucha música de cámara en la noche de hoy y espero que disfruten de esta propuesta”, resaltó Fusco y dio unos pasos al costado. La música regó las emociones en una noche totalmente diferente.

Al finalizar parte de la propuesta musical o un tema los utileros entraban en escena para disponer los movimientos de los músicos. Vestidos de negro, sobrios, sin sonrisa en el rostro ordenaban todo en un parpadear, así iban Juan Pablo Alfonso y Gonzalo Naranjo. El copista y parte responsable de esta propuesta de la Orquesta, Osvaldo Buscos, se paseaba por los pasillo u observaba de píe en la última fila de la platea.

El público se mostró sorprendido y acompañó cada nueva propuesta de la orquesta. Al finalizar el músico Juanchi Cardozo expresó que esta propuesta fue muy interesante porque el trabajo en sí de la orquesta es un trabajo de cámara. “Por lo general se trabaja por familias y después se ensambla todo. Por ejemplo, en el festival de Lucerna el director Claudio Abbado había convocado a muchos músicos de distintos países y hacía un gran festival. Cuando uno escucha hay muchos músicos de distintas orquestas pero se ensamblan y hacen una sola orquesta. El fin es un gran ensamble de música de cámara. Acá hicimos algo parecido separando las distintas familias para mostrar el trabajo. El repertorio giró en torno a la música renacentista y barroca. Creo que fue una gran propuesta y algo nuevo que hicimos con la Orquesta”, destacó.

Entre los chelistas que recibieron al público estuvo Alejandro Bendersky. “Fue algo extraño. Por momentos era incómodo porque la gente pasaba a nuestro lado y nos desconcentraba”, explicó en los pasillos del Teatro Vera. “De todos modos fue muy buena la propuesta porque sentimos que la gente estaba entre la música y sentimos que la gente disfrutaba de ese momento. Fue la primera vez que me tocó hacer algo así entre el público. Cuando surgió en los ensayos nos pareció muy buena idea. Estas cosas vienen bien a la propuesta de la Orquesta no solo en la forma sino también en la selección del repertorio. Creo que es enriquecedor para nosotros también trabajar otros periodos y se aprende mucho más de la riqueza de la música”, subrayó Bendersky.

Entre los condimentos que tuvo esta presentación de la Orquesta Sinfónica fue las voces, una de ellas, la voz de Griselda Copani volvió a cargar de luz y sentido distintos momentos del repertorio. “La verdad es que fue algo nuevo para mí. Esto fue mucho más exigente porque había que cuidar mucho la afinación. Me sentí muy a gusto pero estaba muy comprometida con la música que se propuso en esta ocasión. El clima que se creo fue un plus importante para poder llevar a delante cada momento. Creo que es significativo que la gente conozca lo que fuimos heredando a través de los tiempos musicalmente y esta fue una oportunidad para conocer la herencia de la música”.

“La propuesta de los músicos tocando en el ingreso de la sala me pareció muy original. Recibir así al público es algo fabuloso. Los músicos toman otro contacto con la gente y esto es muy importante. La directora nos da las posibilidades de trabajar con nuestras fortalezas. Yo nunca había trabajado con obras de Claudio Monteverdi pero me sentí muy bien. El hecho de estar preocupada por la afinación tiene relación con la música. Todas las música deben sonar bien pero esta música tiene que sonar pura y bella porque aquí se vuelve a los cánones de belleza donde todo está medido”, explicó Copani.

Por último la pianista invitada Adriana Verónica Sargenti manifestó que fue un placer acompañar a la Orquesta Sinfónica. “Fui invitada para este concierto y toqué como refuerza. Toqué el teclado en función de clave. El ambiente fue maravilloso y fue un placer enorme poder participar de este concierto. Hemos sentido la calidez del público y eso nos devolvió mucha energía. Este concierto fue distinto a todo lo que uno hace y nos sentimos más cerca del público”, concluyó.




domingo, 2 de julio de 2017

"Mi traje de Pochosky es mi identidad"

El próximo domingo 9 de julio Pochosky celebrará sus 20 años en el Paseo de los Artesanos de Resistencia, Chaco. "Siempre voy de blanco y negro, la cara como un mimo pintado de blanco. El personaje se fue y se va dando con la gente. No tengo libreto. Cuando estoy por entrar en escena me agarra una ansiedad y una energía que corre por adentro que no puedo describir. Creo que si todo eso no pasara no haría lo que hago", describe en esta extensa charla exclusiva con ñeepora.com.ar. Además, recordó que en el festejo estarán presentes varios artistas invitados y para el público habrá importantes premios.

Por paulo ferryera
Paulo.ferreyra@yahoo.com.ar


Por una cosa u otra vamos pateando o voy pateando la fecha de la entrevista. Finalmente llega el día. "No me llames tan tarde", advierte Pochosky. Después de que realizamos giras de noches sin fin ahora él tiene horario a la noche. "La nena está durmiendo y no quiero que se despierte", advierte casi como pidiendo disculpa del otro lado del teléfono. Pochosky, el payaso callejero que se define en "un 50 por ciento artista y un 50 por ciento busca vida" cumple 20 años de trayectoria.



Hay un silencio. El reloj marca más de las 23 del martes y en Córdoba hace frío. Él sale afuera para hablar más tranquilo, o para poder hablar, y no despertar a la pequeña reina del hogar que apenas tiene tres meses. Arami, nombre en guaraní que traducido al castellano sería algo así como "pedazo de cielo". "Eso es. Ella es un pedazo de cielo que se rubrica en sus ojos, en sus gestos, en sus manos", cuenta.

El motivo de la charla son los 20 años de Pochosky. El gran festejo será el próximo domingo 9 de julio en el Paseo de los Artesanos.


¿Cómo empezó todo?


En un verano del año ‘95 me fui de vacaciones con unos amigos a la costa argentina. En esa oportunidad vi un espectáculo callejero y me gustó. Cuando volvimos del viaje comencé a escupir fuego y a copiar las cosas que había visto. Me gustó desde un principio esa vida, mostrar el arte y después pasar la gorra. Con el tiempo me fui animando hacer un poco más.

Al poco tiempo llegó una nueva edición del certamen de Esculturas de Resistencia. Por aquellos años se hacía en la plaza 25 de mayo. En mi casa busqué y me puse el traje que había usado mi viejo cuando se casó con mamá. Me puse una peluca. Llevé una antorcha para escupir fuego con querosene, unas pelotitas de tenis decoradas con cinta aisladora y me fui a la calle. Así comencé a mostrar lo que sabía hacer y a pasar la gorra.

¿Así arrancó?


Así. No sé cómo había llegado a mis manos un libro que se llamaba juguemos a los payasos, ahí tenía skech, diferentes tipos de payasos y algunas otras cositas. Eso me sirvió mucho en ese momento. En la primera incursión callejera me fue bien y me gustó.

Con el tiempo fui consiguiendo más material que sirven para hacer malabares. Hacía malabares como payaso y con la plata. Por aquel tiempo había encontrado una oferta en Casa Tía que salía 13 con 90 un set de juegos de malabares que venían con clavas, diábolo y otras cositas. Eso me compré y así me fui haciendo mis primeras herramientas.




El bautismo de Pochosky


A él le gusta el calor, la comida chatarra acompañada de la bebida internacional de letras blancas y fondo rojo o letras rojas sobre fondo blanco. Recorrió gran parte del país y de Sudamérica. Junto a Joselo Schuap viajó a Europa y llevó también por allá su arte y la gorra. Aunque ahora vive en Córdoba dice que si tuviera que elegir un lugar para vivir en el país sería Misiones, "me encanta Misiones", desliza con entusiasmo y la sonrisa blanca le cubre la cara.

A lo largo de estos años vivió diferentes experiencias. Se acercó a una escuela de teatro. Como payaso además de las intervenciones callejeras comenzó animando cumpleaños. "Me iba ganando unos pesos y esa era una gran motivación para seguir adelante", cuenta.

También iba tomando contacto con artistas callejeros donde sumaba experiencia y buscaba ir pulir su arte. "Hice talleres, conocí mucha gente que me abrió la cabeza, al principio y aún hoy sigo absorbiendo todo. Antes había que tomar contacto con la gente, con los pares, viajar y hacer talleres. Hoy podes ver quizás un tutorial en internet y aprendes cosas. Antes no teníamos estas cosas", explica.



A fines de 1990 y principio del año 2000 viajó por todo el litoral con una compañía de circo. Ahí conoció varios pueblos del interior del litoral. En esa gira Arturo Belsagui lo bautizó Pochosky. "Yo miraba todo. Íbamos con el circo de pueblo en pueblo. Llegábamos a un baldío y nos instalábamos. Los chicos iban a la escuela y los demás nos encargábamos del circo. Era una movida muy importante. Aprendí ahí cosas de payaso pero también aprendí cosas que me sirvieron como ser humano para toda la vida. Lo bueno y lo malo. Ahí Arturo Belsegui me bautizó Pochosky".


Ese es un gran un dato. ¿Cómo se llamaba el presentador del circo?
Arturo Belsegui. A él le debo mi nombre. Estando a su lado aprendí muchas cosas y muchas de esas cosas me sirvieron después para la vida ambulante con Joselo Schuap.

¿Qué te producía ser payaso?

Entre las cosas que me gustan hasta el día de hoy es el trato que uno tiene con la gente. El hecho de que la gente te salude bien. Un payaso puede educar a los chicos. En un momento puede concentrar la mirada del chico y el mensaje es poderoso. Un payaso puede dar muchas cosas.

Hace unos días atrás fuimos acá en Córdoba al Archivo. El Archivo fue un lugar de detención clandestina en la última dictadura militar. El payaso aquí intenta poner otra mirada en ese lugar del horror. Creo que se asemeja mucho a lo que hacían los bufones ante el rey. Un bufón se jugaba la vida en cada chiste porque los chistes eran sobre el mismo rey o sobre su reinado. Si al rey no le gustaba lo mandaba a decapitar. El payaso arriesgaba todo por un momento.




La última gota sin contaminar del universo

Pochosky siguió creciendo. Viajando. Conociendo gente por todos lados hasta llegar al Brasil donde comenzó a tener temporadas fuertes en Rio de Janeiro. "Después de la temporada hacía siempre el mismo recorrido, una parada en Iguazú donde hacía intervenciones en la calle y después Posadas. Un domingo de marzo llegué a Posadas. Voy a la costanera de la ciudad para hacer un espectáculo callejero. Ahí veo el colectivo de Joselo Schuap y me acerco. Ese día me cambié en el colectivo y cuando terminé mi intervención Joselo Schuap me dice:

- che eso que hacés con la bola parece la última gota de agua sin contaminar del universo.


A mí me sorprendió pero yo me quería ir. Ya había pasado la gorra y tenía la plata para ir a Resistencia. Entonces seguimos charlando hasta que Joselo me propone unirme a su gira y recorrer el país.

- puede ser. Cuándo sería eso.
- Mañana arrancamos la gira.

"Mañana arrancamos la gira me contesta Joselo y así fue. Todo lo que vino después fue un gran regalo. Recorrimos Sudamérica y llegamos a Europa", resalta.

De este escena pintada por el propio Pochosky ya pasaron 12 años. Joselo con un chamamé afilado como un buen machete sigue recorriendo el universo y en cada oportunidad en que sus vidas se pueden cruzar caminan juntos. "Estoy muy agradecido a todo lo que me ha dado este lazo con Joselo. Soy muy agradecido con eso. Nosotros dejamos nuestra vida por andar en el Dino, el colectivo de Joselo Schuap. Nosotros estuvimos en 15 países, en Europa, en fiestas grandes como Cosquín y la Fiesta Nacional del Chamame, hicimos tres películas y la lista sigue", resalta y hace un silencio para tomar aire. "Hicimos muchas cosas", vuelve exaltado.




- ¿Te tatuaste el Dino?


Si. En el antebrazo. Hay una puja larga por la herencia del Dino. Seguramente estará Jesús ahí en el medio pero yo no me rindo. Estamos cabeza a cabeza.

- Volviendo a esta celebración. Chaplín decía que su vida era su traje. ¿Qué significa para vos tu personaje y el traje que llevas siempre?

Mi vida pasa el traje. Esto se fue dando solo y hoy estoy en un momento que no podía cambiarme o vestirme de otra forma. Mi traje también es hoy mi identidad. Siempre voy de blanco y negro, la cara como un mimo pintado de blanco. El personaje se fue y se va dando con la gente. No tengo libreto. Sé que hay dos o tres cosas que puedo hacer si o sí pero después me dejo llevar por la gente.

Lo bueno que me pasa es que siempre no sé qué va a suceder. Cuando estoy por entrar en escena me agarra una ansiedad y una energía que corre por adentro que no puedo describir. Creo que si todo eso no pasara no haría lo que hago.

- Soñaste algunas vez con estos 20 años y que lo ibas celebrar rodeado de amigos y familiares.


Si, totalmente. Creo que vengo festejando desde el año 5. Yo soy un laburador de mi empresa, si no me vendo nadie me va a vender. Siempre hacía a fin de año el evento - "Pochosky y sus amigos despiden el año". En toda mi vida puse en valor los amigos y buscaba una excusa para celebrar.

-¿Qué habrá de especial en esa tarde noche del 9 de julio en Resistencia?


Será una tarde diferente. Quizás para mí lo más importante es que estará mi hija de cuatro meses. Ella estará ahí en primera fila. Estará mi familia y mi hermosa compañera de la vida. No puedo pedir nada más. Además habrá muchos músicos invitados. Haremos sorteos con premios y haremos actividades con los chicos. Uf, habrá muchas cosas.

- Por último, ¿qué significa para vos el Paseo de los Artesanos?


En el paseo de los artesanos tuve muchas etapas. La principal fue sobrevivir. Había etapa donde sólo laburaba los domingos. Cuando pasaba la gorra la gente se desprendía de los bonos quebrachos y me los empaquetaba todos. Igual me dio muchas cosas. Al Paseo de los Artesanos lo quiero mucho porque me dio de comer, pude crear y sentirme cómodo haciendo de payaso ahí en ese lugar. Para hacer arte uno tiene que estar cómodo y en ese lugar siempre me sentí cómodo.