Este jueves 29 de mayo, llega a Resistencia Ernesto Romeo al Complejo Cultural Guido Miranda. En esta ocasión se presentará en dúo con Belén Rohde, con quien charlamos sobre su disco Preludio. La velada se abrirá con Bardo, y después el dúo Romeo - Rohde tendrá un condimento especial con la poesía de Desiderio Lorenzo.
En marzo de este año, Belén Rohde lanzó en distintas
plataformas digitales su primer disco, Preludio.
Son seis tracks que se escuchan como si estuviéramos en una hamaca paraguaya,
un extremo atado a la ciudad de Buenos Aires y el otro extremo en el monte, a
orillas del río Negro en Colonia Benítez. El resultado del disco es todo lo que
vive entre esos extremos y el centro.
“La simbiosis entre la naturaleza y la ciudad surgió a
través de algo personal que me tocó vivir”, desliza Belén en esta charla
telefónica. Tras la pandemia la artista dejó Buenos Aires y se fue a vivir al
monte. “Literal”, subraya y desliza una sonrisa. “Me fui a vivir en una casita
a orilla del río. Caía de una punta a otra”.
Después de años trabajo, logró materializar su tránsito en
un disco, con seis tracks que dan cuenta de su proceso interno. Por medio del
piano y los sintetizadores refleja cómo vivió sus pasos y sus cambios. El disco
cuenta, a su manera, la transformación del sonido y la emoción de una punta a
la otra.
A orillas del río Tragadero comenzó su proceso de grabación
de audio. Ese paisaje sonoro lo llevaba a Buenos Aires y lo trabajaba en el
estudio de Ernesto Romeo, en el estudio de La Siesta del Fauno Records. La
naturaleza y los sintetizadores así comenzaron a dialogar.
— ¿Cuál fue el primer
elemento que encontraste en común entre estos dos mundos distintos?
— Mi conclusión, después de que terminó todo este disco y
del recorrido que realicé, es que lo que llamo el centro –para mí el equilibrio–
no depende tanto del entorno donde vivís. Uno puede sentir equilibrio y centro
tanto en Buenos Aires como en la naturaleza más pura, porque también podés
estar en la naturaleza y sentir desequilibrio. El común denominador que
encontré entre la ciudad y el monte es la búsqueda del equilibrio en una misma,
en mi centro.
Silencio
Sintetizadores analógicos, piano, monte, aves surcando los
oídos en estéreo, algo de eso y mucho más se aprecia en Preludio. El silencio y la contemplación. “El silencio
definitivamente es parte de la música. El silencio me parece importante en ese
momento de contemplación para entender dónde estás. También el silencio es la
puerta para escuchar música”, desliza y se vuelve una mueca feliz en una
sonrisa que baña sus ojos.
Belén estudió música en Buenos Aires. En la facultad donde
estudió había un seminario optativo de sintetizadores que lo daba Ernesto Romeo.
No era obligatorio, pero a ella le llamó la atención y comenzó a cursar ese seminario.
Se volvía a repetir todos los cuatrimestres con el mismo contenido y ella
estaba tan fascinada que fue a cuatro seminarios seguidos. El encargado de ese curso
era Romeo, quien después la invitó al estudio de grabación y siguieron
explorando sonidos.
“El transformar energía eléctrica al usar sintetizadores analógicos, parte de cero en la composición del sonido y eso es algo muy hermoso”, explica Belén. “El sintetizar es como un espejo humano. De alguna manera siento que nos desvinculamos de lo que es inorgánico como si no fuera parte de nosotros mismos. Nosotros somos naturaleza y al mismo tiempo creamos y usamos la energía eléctrica. El concepto que trae Ernesto con los sintetizadores es justamente ese, donde lo natural y lo inorgánico conviven, porque quién puede o dónde puede estar una línea que divida estos espacios”.
“Un espacio
de autosanación”
La música le enseñó muchas cosas. Volvemos a las palabras
iniciales donde ella afirma que su primera conclusión en todo este proceso de
crear música fue descubrir que el centro –su equilibrio personal– no dependía
del entorno.
“El sonido es frecuencia y la frecuencia resuena en el
cuerpo. Hay estudios sobre la sonoterapia a través de los cuencos tibetanos. La
autosanación habla de lo que pasa cuando estoy tocando y eso repercute automáticamente
en mi cuerpo, en mi persona y en mis emociones. Es una especie de círculo. En
la música encontré un espacio de autosanación muy profundo, que va más allá de
buscar el virtuosismo, sino encontrar la frecuencia que resuene conmigo en ese
momento”.
La música de Belén Rohde se puede escuchar en distintas
plataformas. Está su disco Preludio, y también grabó con la productora Chaco Suena
Bien, Yhip Chaco. Escucharla es un viaje. Es un viaje que va horadado por la
naturaleza. Aunque podamos escuchar el mismo tema una y otra vez, siempre será
distinto. La música y nosotros ya no somos los mismos.
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