miércoles, 18 de junio de 2025

Ernesto Romeo: “Trabajo con una materia sonora que no excluye a lo que se denomina ruido”

Ernesto Romeo - Fotos gentileza Leandro Gaona

Días atrás el músico estuvo en Resistencia donde realizó una presentación en dúo con Belén Rohde. La velada se abrió con Bardo y después él continuó el dúo Romeo – Rohde, donde también tuvo su momento la palabra, con la presencia poética de Desiderio Lorenzo.  En esta charla con Ernesto, el chamán de la música triza los conceptos de un endeble periodista, fascinado y desnudo ante su música.


Por Paulo Ferreyra

Fotos gentiliza de Leandro Gaona



Fue un concierto de arte sonoro con una raíz profunda que se colaba en la piel de los presentes. Ernesto Romeo cuenta en esta charla que se sintió movilizado, contenido, abrazado y sintonizado con todo lo que sucedió en el escenario. 


“Fue como la sensación de un sueño plácido e intenso, hermoso. Además compartir con Belén y les Bardo, las visuales, el teatro, el piano, la gente que trabaja en el complejo cultural Guido Miranda, la vestuarista, la presencia de Desiderio. Fue todo muy disfrutable”, afirmó Ernesto en diálogo telefónico.

Ernesto Romeo - Fotos gentileza Leandro Gaona


En medio de la platea del Complejo Cultural Guido Miranda una señorita a mi lado se pone en posición del loto. Las manos estaban sobre sus rodillas con las palmas hacia arriba, ella echada con la cabeza hacia atrás y con los ojos cerrados. Alrededor, el resto nos movíamos en la silla, algunos tomaban fotos o hacían filmaciones o, quizás, mandaban mensajes.


En el inicio de la charla Ernesto Romeo cuenta que todo fue compartido en esta presentación. Los textos que recitó Desiderio (en qom y castellano) fueron ajustados a lo que estaba pasando en el momento y a una realidad que tiene una urgencia profunda en la sociedad. “Haber estado musicalizando el mensaje de Desiderio, que fue de alguna forma el encuentro entre la música y la palabra, fue movilizante, hay temas que necesitamos no solo reflexionar sino también tomar conciencia para una reconexión con nuestro entorno”, afirmó Ernesto.

Imágenes del concierto - Fotos gentileza Leandro Gaona



— Nietzsche decía que el oído es el órgano del miedo. Sin embargo es al mismo tiempo la puerta para conectar con la música y la palabra. Como músico, ¿qué es para vos el oído?



— Creo que tenemos una tendencia racionalista a concebir todo desde el punto de vista de la subdivisión. Es como si todo se puede dividir en partes y analizarlas separadas de un entorno. Por ejemplo, lo que sentí cuando Desiderio recitó sus poemas fue que todo está conectado. Me parece que es cierto que el oído es una puerta de entrada para lo sonoro, pero no es la única. Es indudable que percibimos cosas en momentos y en niveles distintos y el mismo fenómeno es percibido por varios órganos también. Tenemos órganos que existen mas específicamente para un cierto tipo de recepciones, pero esas recepciones igual están vivas en diferentes niveles de lo corpóreo. 

Ernesto Romeo - Fotos gentileza Leandro Gaona


Los miedos se alojan en un montón de lugares del cuerpo. Pero de alguna forma, los oídos y sus umbrales forman parte de una cartografía que el cuerpo tiene para recibir diferentes estímulos. Me da la impresión de que esa cuestión de ligar el oído al miedo es una visión cultural visual, donde hay una validación total en lo que se ve en detrimento de lo que se escucha y una sensación que lo sonoro -que nos resulta mas incorpóreo y a veces abstracto- pueda generar en esta sociedad cierta desconfianza. Siento que eso es simplemente una visión de una cultura que está basada en el pensamiento lineal forjado por la escritura y las ideas cronológicas y en los objetos y que tiene desconexión con lo metafórico. 


— Te llevo a otro terreno, ¿Cuánto juega el ruido en lo que haces?


— La mayoría de las cosas que hice el jueves en el concierto no entran dentro del terreno que se llamarían “notas musicales”. La mayor parte de los sonidos que fui haciendo con los sintetizadores tenían que ver con lo que se denomina ruido. Este terreno es bastante ambiguo. 

Fotos gentileza Leandro Gaona


Desde que comencé a interesarme por hacer música y vincularme a la electrónica lo que me moviliza es trabajar una materia sonora que no excluya al ruido, que no excluya a aquello que no es convencionalmente notas, armonías, melodías, ritmos o formas definidas. 


El hecho de trabajar con sintetizadores y dispositivos electrónicos me resulta fascinante por su amplitud, porque se puede generar infinidad de elementos eléctricos de ciertas cualidades que después pueden transformarse en sonido a través de parlantes. 


Hablábamos al comienzo de la charla de la forma de la escucha y de como la sensibilidad del cuerpo juega también aquí con la integración entre lo que es el aspecto musical y el ruido, el paisaje sonoro, los sonidos que se vinculan con otros aspectos de la naturaleza que van más allá de la música.

Imágenes del cierre del concierto- Fotos gentileza Leandro Gaona


En la propuesta que desarrollamos con Belén ella durante gran parte del concierto aportó sonidos claramente musicales con el piano (el increíble Bösendorfer Imperial de 97 notas del teatro Miranda), pero también grabaciones de sonidos tomados del monte y eso ingresaba a mis sintetizadores modulares y yo los procesaba, y se generaba, con los sintetizadores y teclados, otro tipo de sonido, híbrido, más ligado a lo paisajístico. Muchas veces durante el concierto yo tocaba desde el teclado sonidos que no tenían afinación definida, otras veces transformaba esos sonidos en algo más melódico y armónico. La idea fue jugar sutilmente con todos esos recursos.



Los sintetizadores son espejos de la naturaleza



Hace unos días entrevisté a Belén Rohe. Ella había dicho que Ernesto le transmitió que un sintetizador es un posible espejo humano de la naturaleza. Ahora vienen a la hoja en blanco las palabras del lingüista Teun Van Dijk quien hablaba del discurso infinito, quien destacaba la importancia de la interacción del discurso y el entorno.


Ahora en la charla con Ernesto él refiere que su concepto viene de hacer cuerpo las palabras de Vangelis, compositor griego, quien de alguna manera fue su inspiración para convertirse en músico. Cuando Ernesto escuchó la música de Vangelis a los 15 años la experiencia le resultó reveladora. 


“La música de Vangelis me hizo sentir una identificación que nunca había vivenciado y me hizo querer ser músico”, afirmó Ernesto. “En la formación para poder hacer arte sonoro con los sintetizadores fui identificando qué cosas me generaban empatía con las distintas formas de hacer música. Así me fui dando cuenta de que estar trabajando con una materia que no es sonido propiamente dicho sino que es trabajar con señales electroacústicas y eso implicaba el ir esculpiendo la materia eléctrica para que suene, lo que e resultaba más orgánico otras formas de hacer música, a través de instrumentos acústicos, que muchas veces están muy predeterminados por ciertos lenguajes musicales mas acotados”. 

Belén Rohde - Ernesto Romeo - Fotos gentileza Leandro Gaona


Ernesto Romeo con los sintetizadores hace cosas intuitivas. El jueves en el concierto los sintetizadores emitían señales que iban evolucionando en el tiempo o se tornaban parte del sonido del piano de Belén. “La sociedad occidental globalizada se ha ido alejando de la naturaleza”, desliza Ernesto, “a medida que la civilización fue forjando esta sociedad individualista y racionalista -y con la idea del ser humano como un ser superior a otros seres- todo fue cambiando muy dramáticamente en la relación del ser humano con el entorno. Este camino de trabajar con sintetizadores -que son dispositivos que van mas allá de los instrumentos musicales, que son dispositivos que pueden tener control sobre sí mismos y actuar como organismos electroacústicos autogenerativos- creo que en nuestra urbanidad son un espejo de la naturaleza y sus paisajes sonoros integrales y no son solo un artificio eléctrico más.


— Pensando un poco en la escucha y en la integración del cuerpo, en que podemos escuchar más allá de los oídos, ¿quizás no es necesario hacer silencio para escuchar? 


— Es raro esto porque no tengo claro qué sería el silencio dentro de nuestras vidas. O qué sería el silencio dentro de nuestra existencia. Todo el tiempo hay movimiento de alguna forma. Quizás la eternidad es un continuo silencio. No sé dónde situarme para pensarlo. Siento que lo que llamamos silencio es una actitud en los seres humanos, una predisposición a percibir las cosas con un cierto grado de atención o con un cierto grado de autopreparación para poder sintonizar con cosas que en otros estados nos perdemos. 


— Me gusta esto porque aquí se borran casi todos los límites, ¿eso lo trabajas o se fue dando?


— Lo que me pasó primero en relación a eso fue el vivenciar la sensación de una conexión trascendental, el descubrir cierta música que me desarmó. Era un momento donde yo tenía una percepción más racionalista de las cosas, una creencia de que todo era explicable en términos científicos. Siempre tenía la típica idea de que la mente tenía el dominio de las situaciones cognitivas. Con el paso del tiempo y al ir metiéndome en esta práctica artística, que de alguna forma es una práctica espiritual, entendí que todo está más integrado, relacionado y vinculado y que el racionalismo a ultranza incluso nos generaba un cierto desequilibrio.

Belén - Ernesto - Fotos gentileza Leandro Gaona


Esta cosa que vos mencionas como ruptura de límites -que también me ocurrió cuando me plantee hacer música- tiene que ver con la intención de integrar un montón de elementos musicales y sonoros que me conmueven o con los que me sentía representado. La idea de la ruptura de límites no es una idea consciente, me parece algo natural para poder encontrar una integración y una potenciación de la música. Cada ser humano tiene un camino propio. En ese marco sentí que era importante disolver los límites para que ciertas músicas puedan fluir natural y holgadamente. Nunca me interesó hacer un género musical específico, ni encontrar una etiqueta para lo que hago. No siento que lo que hago yo lo esté haciendo yo solo…, el jueves toda la gente que estuvo en el escenario, atrás del escenario, abajo del escenario, todo el espacio contribuyó para el concierto. Todo lo que sucedió fue un acto colectivo.



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