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domingo, 31 de agosto de 2025

Flor Bobadilla Oliva: “La construcción de la ternura es un acto político”




Este lunes 1 de septiembre a las 20 se estrena Las aventuras de la China Iron, una obra protagonizada por Flor junto a La Ferni. El teatro Dumont 4040 de CABA abre sus puertas para esta obra basada en la novela de Gabriela Cabezón Cámara. En la previa hablamos con la cantante y actriz misionera.



Por Paulo Ferreyra



Su voz llega como agua fresca y me saca del ensueño. Esta semana acordamos un horario para dialogar por teléfono. Un rato antes se prepara un mate, lo tiene listo cuando suena el teléfono y las palabras se suceden como si continuáramos una charla iniciada hace tiempo. Por momentos sonreía con los ojos o a lo mejor era eso que imagino cuando la escucho alegre, entusiasta y con la avidez que le genera el estreno de esta obra de teatro.


El libro Las aventuras de la China Iron de Gabriela Cabezón Cámara salió en el 2017. Flor Bobadilla Oliva cuenta que es el libro que más le gustó de Gabriela, de hecho lo leyó varias veces porque había ahí un disfrute que despertaba varias emociones. El libro puede ser un montón de cosas, teatro, canciones y porque no, una película.



La adaptación de esta obra teatral la hicieron Susana Villalba y Hernán Márquez. Hernán además lleva adelanta la dirección general. Hace varios meses atrás se reunió con Flor, mate de por medio y leyeron el texto. 


— Es un guión contundente. Tiene muchos diálogos y es hermoso. El libro es la otra mirada - ya tuvimos la voz de Martín Fierro - ahora vamos a escuchar y conocer qué le pasó a La China. El libro es la otra mirada y otra mirada feminista, con todo lo que eso implica. Pienso que a la historia Argentina le hace falta una otra mirada que no sea solo de las personas que escriben o que han podido escribir. Ahora, podemos conocer la historia de La China.


— En la novela de Gabriela Cabezón Cámara hay amor, disidencia, amorosidad, naturaleza, música, entre otras cuestiones, ¿qué de estas u otras cosas te gustaron más?


— La idea de descubrimiento. Cuando una comienza hacer cosas entra en una lógica muy apremiante de la intelectualidad, de repente la sorpresa es la único que hace que lo que estés haciendo sea nuevo. Creo que pasa por ahí, la idea de sorpresa, el encuentro con lo desconocido.

Me gustaba esa China que inicia el viaje - el paisaje en sí - el paisaje sonoro constante. La idea no nombrada pero latente de la contemplación. Esa sorpresa aparece con la contemplación. Acá hay un viaje y en ese viaje un constante observar las cosas. En esa apertura hacia la escucha se empieza a cambiar la perspectiva. 

Para mi el paisaje sonoro es hermoso y lo que me hace muy feliz de este libro es que el final es abierto, un final utópico, la forma en que muchos deseamos: trabajar cuando haya que trabajar, reforzar el trabajo cuando haya que reforzar, utilizar los recursos sin pasar por encima ni de la naturaleza ni de las personas, el uso y no el abuso de las cosas. Algo del respeto por el otro y el entorno. Ese lugar paradisíaco tiene base en el agua - que simbólicamente es la vida y es nuestro litoral.


 

— ¿Qué de todo esto está presente en la obra teatral?

 

— El juego de la contemplación - el estar buscando nombrar algo con el vértigo que genera nombrar algo. La obra comienza con el recuerdo de ese viaje y es así como se va llevando. Lo que me atrae más de esta obra llevada al teatro tiene que ver con la repetición de la sorpresa y lo que se hace cuerpo, la contemplación - el análisis alrededor de esa contemplación y el encuentro con todo lo que genera sorpresa hacia el cuerpo, la emoción o las posibilidad de la emoción.


Lo erótico que está presente con lo que se ve, con lo que se siente, en lo que se percibe y lo que vive el personaje. Junto a los artista que forma parte de esta apuesta que dirige Hernán Márquez donde tenemos visuales, música en vivo y que nombra ya naturalizado la vida en convivencia con la naturaleza, con la disidencia - mal nombrada disidencia - diría con las otredades.


— ¿Hubo algo que te costó realizar?


— Hay algo del oficio que sigo aprendiendo y que me retira de estar en todas partes. Es aquí donde dejo de tener la mirada de la artista independiente autogestiva. Por momentos digo, acá podía hacer esto o acá hay que poner esto. Es ahí donde me planto y pienso - escuchá lo que tenés que hacer y hacé lo que tenés que hacer. Esta fue una de mis tareas más difíciles. Separarme del estar en todo.


— En la literatura, en el teatro, en el arte en general las palabras tiene un peso importante, aquí entonces las otredades se dice con todas las letras.


— Así como se ha dado por sentado que el género masculino en plural somos todos, todas y todes. Sin embargo, muchas veces ese todos era solo para los varones. Las mujeres teníamos que generar una escucha especial para saber cuándo somos parte de algo o cuando no. Cuando la otredad es o no es tenida en cuenta. Acá está presente la otra mirada. Se nombra desde otro lugar. Esa fue otra sorpresa, que se nombre desde otro lugar y que eso al mismo tiempo se revele como natural. Antes no se hacía pero se puede hacer.



Amor 


Con adaptación de Susana Villalba y de Hernán Márquez quien también asume dirección general, “Las aventuras de la China Iron” de Gabriela Cabezón Cámara llega al teatro. Flor cuenta que hay ambiente sonoro todo el tiempo. Todo el tiempo pasan cosas tímbricas. De a ratos hay canciones. No es un musical. Hay canciones que tratan de contar otras partes del libro que no están narradas en el teatro. 


— La obra trae la amorosidad del texto literario


— Más que amorosidad es amor. La amorosidad lo veo más lejano. Es amor. Lo intelectual suele presentarse como algo amoroso. Aquí en cambio hablamos de amor real. Es el cuerpo puesto ahí dando un abrazo físico, no virtual y ni lejos, sino un abrazo real.

Cuando me convocan para la obra lo primero que quería hacer era leer el texto. Porque un punto esencial que me interesaba era saber cómo se traducía ese amor del libro a la obra de teatro. Lo principal de este libro es la construcción de la ternura. La construcción de la ternura es un acto político para que cualquier cosa pueda suceder después. Lo principal es la contemplación y la ternura, son puntos de partida para todo. Aquí cumple su función el teatro en esto de ser un momento de óseo y momento de pregunta, si es un momento de incomodidad pero es una incomodidad que te incorpora.


— Una ternura necesaria en esto tiempos

 

— Siempre es necesaria la ternura. La ternura es necesaria siempre. Pero sobre todo en estos tiempos porque en las urgencias se va poniendo todo más fálico, por la misma necesidad de nombrar y ordenar una información que sale como falsa o sale como verdadera y hay que ir por sobre la palabra, por sobre los discurso todo por sobre, todo tan rígido y fálico, tan poco tierna y tan poco empática. Por ello aquí el teatro hace su tarea.



sábado, 23 de agosto de 2025

Josefina Licitra: “Crac es una historia de una espera activa”



Ella es periodista, escritora, guionista y una de las más importantes cronistas de nuestro país. Acaba de publicar por primera vez un libro íntimo, Crac. Aquí desentraña una historia personal, la relación con su padre exiliado en la última dictadura militar. En esta charla –porque de alguna manera ella así lo permitió– nos sumergimos en la intimidad del libro.

 

Por Paulo Ferreyra

Edición de texto Patricia Galván 

Fotos de Alejandro Guyot

 

Fragmento

         Ahora llega y se sienta sobre mi cama. Me masajea el pie sano con la misma suavidad con la que décadas atrás me dibujaba la cara.

—Retirar la palabra es una forma de matar a alguien civilmente —dice, cuando termina de escucharme.

 

 

Este año Josefina Licitra publicó el libro Crac. Por primera vez un libro íntimo hasta el hueso.

En 1978 –plena dictadura militar en Argentina– su padre se exilió en España. Su madre y Josefina se quedan en el país. Desde entonces la relación de la autora con su padre fue epistolar. En algún momento esa relación comenzó a diluirse hasta que se extinguió por completo. 

“No hablo de sanar, aspiro a acomodar, escribiendo”, escribió Josefina. Para desentrañar qué estaba pasando en esa distancia que se abrió con su padre publicó en la revista brasileña Piauí el texto O senhor Licitra. Meu pai deixou o país como exilado político, mas também escolheu me abandonar (2018). Fue el primer texto donde indagó sobre por qué se había roto esa relación con su padre. La respuesta de él fue la cancelación directa, en un correo electrónico le escribió: “Mis intimidades, ciertas o falsas, no tienen por qué ser objeto de tratamiento literario, ya sea en Argentina o en la China. Se trató de un misil bajo la línea de flotación en toda regla, que dinamitó lo que quedaba de nuestra relación”. Desde entonces Josefina no pudo volver a escribir.


 

La desobediencia


Pasaron varios años hasta que Josefina volvió a escribir y no ya un artículo sino un libro completo. Aquí, en Crac habla de la relación con su padre, de la escritura, de los militantes de izquierda en los 70 que decidieron tener hijos, de los exiliados, de su familia, de su mamá, de su abuela, entre otros temas.

Hace unos días, gentilmente accedió a charlar por teléfono. Son varias las puertas que abre el libro pero aquí busqué como eje central la escritura. Uno de los puntos fuertes es donde ella desentraña lo que llama “su vocación”. Nos sumergimos así en lo que fue el proceso de llevar sus pulsiones a las palabras y del camino que está haciendo el libro. Claro, también hablamos del señor Licitra.

 

— En el proceso de escritura buscaste desentrañar qué había pasado en la relación con tu padre, ¿qué descubriste?

 

— Descubrí algunas cosas. Por un lado, en un punto central en mi vida que es el origen de la escritura descubrí –de hecho es así el elemento vocacional – que su origen era el pedido familiar de que le escribiera a mi padre. Desde que era chica tenía ese pedido. No tenía como registro eso y al releer sus cartas sobre todo, donde siempre me decía escribime, escribime, escribime sobre lo que sea. Escribime. Esa demanda de escritura fue novedosa porque no la recordaba.

Siempre tuve la sensación de que la vocación llega en una especie de insight. De repente una dice me gustaría hacer tal cosa. En mi caso estaba ligado a una demanda familiar y no tenía registro de eso hasta que escribí el libro.

También me sirvió para entender porque la veda de mi padre que prohibió escribir sobre él me había tomado entera, al punto de haber dejado de escribir. Es justamente la persona que en algún momento me había dicho escribime, escribime, escribime ahora me decía no escribas más. Mi reacción fue obediente y dócil. Eso también lo descubrí revisando nuestro pasado.

 

Supongo que estas cuestiones son las más importantes.

 

Después, para lo que me sirvió escribir es para matizar y entender –hasta donde me fue posible– dado que soy la parte afectada, la hechura de mi padre. Qué es lo que le podía o le puede estar pasando. Además, me sirvió para leer de un modo distinto de qué estaba hecha ciertos militantes de los 70 que tenían puesto como en una primera línea el mundo de los ideales y recién en una segunda línea el mundo de la gente concreta. Trato de no moralizar sobre eso. Me ayudó a matizar una mirada que tenía que se construía de una manera más crítica. Por supuesto que me duele, pero entiendo que haya gente así y el libro me sirvió para entender que hay gente así.


 

— En el libro hay dolor con ese crac que funciona con toda su polisemia. Pero también hay amorosidad. Fernanda Trías dice que escribir nos saca del lugar de víctimas porque nos apropiamos de la historia, ¿sentís que es así?

— Siempre la escritura es un proceso de distanciamiento. De hecho, para que el libro no fuera una catarsis y tuviera un valor literario tuve que trabajar mucho de una manera fría sobre el material. Cosa rara porque es un material que me afecta mucho. La mirada estratégica que uno tiene al momento de editar o trabajar las estructuras de un libro, esa mirada estuvo de una manera adolorida.

La referencia que das está alineada con esto y en el libro hay otra referencia que también habla de lo mismo, de transformar el dolor personal en un dolor narrativo o literario. Creo que sirve, es un distanciamiento que es fundamental al momento de escribir. En lo personal me hizo bien. Si. Me ayudó a mirar todo como si yo no formara parte de eso. Viene con un poco de salud ese procedimiento.

 

— En esto de escribir y volviendo a tú vocación, los recursos del periodismo estuvieron ahí para construir la historia. Por ejemplo, para grabar charlas con tu madre.

 

— Si, me salvó el oficio y el hecho de poder abordar con naturalidad procedimientos como grabar a mi madre, o grabar a Fideo, el último amigo de mi padre en la adolescencia. Me pareció lo más lógico del mundo. En algún momento cuando daba talleres o hacía clínicas de obra, trabajaba con gente que estaba abordando un tema personal y les decía con mucha normalidad - graba. Del otro lado no lo tomaban con esa naturalidad.

 

Me parece que hace falta grabar, por más de una razón, para no perderte nada de lo que dice el otro, para rescatar las formas de habla que tiene ese otro. Desde el periodismo hay infinitas razones por las que el grabador es fundamental. Lo puse a jugar acá porque necesitaba ese recurso. No deja de ser –pensando en la distancia que supone escribir sobre algo doloroso– una ayuda o un recurso que tenemos disponible. El grabador ahí como un elemento propio del oficio periodístico puesto a trabajar en una historia –en la investigación de una historia personal– me hacía bien. Creo que le puede hacer bien a cualquiera. El grabador es nuestro aliado siempre.

 

— También soltar ese registro de las palabras te permite abrir los ojos hacia la observación directa. Hay escenas donde volcaste todo el oficio de cronista.

 

— Hay algo de la crónica que es el uso de los detalles simbólicos, el hecho de poder centrarte en algo muy chico, eventualmente muy chico, si ese elemento arrastra todo un universo de sentido. En una escena que está en el libro hay dos bombones –la escena está articula en torno de eso– que arrastraban la historia familiar de quien se queda adentro y de quien se queda afuera, quien es tenido en cuenta y quién no.

 

Creo que esos bombones, en palabras de Ton Wolf, funcionaron como detalles simbólicos y articularon un montón una sola escena. Además, también ahí me salva mi oficio en el cine, el hecho de estar entrenada en detenerme en cositas que hablan mucho.

 

Todo esto lo digo ahora fríamente. Pero ese fue un hecho absolutamente real, nítido y físico.

 

— …la angustia existió.

 

— Por supuesto. Todo fue real. Hasta te diría que cuando el libro se publicó, o ahora que me preguntás, esos bombones eran un detalle simbólico. Pero lo puedo decir ahora pensando en eso. Pero viví la escena y fue algo verdadero, no hay una sola línea del libro que no sea verdadera y libre de estrategias. Fui construyendo capas y estructuras, pero en el momento esa escena representaba algo que me pesaba, que era real y era angustiante.

 

— En este libro tan íntimo nos acercamos tanto a vos que descubrimos que cocinás, bailás, cantás y escribís, entre otras cosas, ¿todo está conectado?

 

— Absolutamente. En ocasiones cuando me preguntan qué hay que hacer para ser cronista y para mí lo más lógico que hay que hacer es vivir. Conectar con todo lo que se pueda. Ir a recitales, tener amigos, comer, cocinar, buscar otras vías expresivas, leer, mirar cine, enamorarse. Para escribir la vida sirve, solo así se puede mirar desde un lugar complejo, bien alimentado.

 

Me interesa un alimento personal. No creo que exista una división tal como la persona y el escritor, sino que somos todo lo mismo. La persona o el periodista, o la gente que habla de una ética personal y una ética periodística me parece ridícula, somos una misma persona.

 

Esa persona que somos y que cada tanto escribe o que cada tanto hace periodismo, es como la pirámide alimenticia. Hay que meterle un poco de todo porque hace bien. Lo que me genera interés trato de hacerlo o lo ejecuto.

 

— Si bien la columna vertebral del libro es la relación con tu padre, hay un espacio importante dedicado a tu madre. En ese sentido quería ir más allá y preguntarte si te sirvió para mirarte a vos como madre, ¿cómo sos como mamá?

 

— Si, en principio hay modos que tengo como madre que vienen de mi madre. Más allá de que nuestras realidades son distintas. En principio no estoy sola como madre, estoy muy acompañada por mi madre, por mi pareja, por un contexto que no es opresivo. Estamos –más allá de la situación política– en un país democrático. Es otro contexto.

 

Mi madre me crió en una soledad altísima y con un nivel de vulnerabilidad superior. No tengo muy masticado esto pero puedo decirte que me encuentro haciendo cosas que hacía ella aun cuando el contexto social es mucho más amable.

 

Soy bastante expeditiva. No tengo una cuestión pedagógica con la maternidad. Si me pongo a pensar, viene por ahí, podría ser una madre más moderna, pedagógica, dialoguista y en cambio soy de la vieja escuela, bajo línea –esto se hace así y punto. Eso viene de mi madre. A pesar de que mi madre estudiaba psicología y se recibió –esa frase de en casa de herrero cuchillo de palo– en mi casa era así porque todo era expeditivo. Esto es así y punto. A mí me hizo muy bien.


 

— Voy a traer otra frase, hay un poeta, Mario Trejo que dice que "el mejor modo de esperar es ir al encuentro". Con este libro finalmente desobedeciste a tu padre. Volviste a escribir sobre él y este libro de alguna manera dice “papá te espero y mientras tanto voy hacia tu encuentro con un libro bajo el brazo”.

 

— Sí, creo que se pliega bastante. Crac es una historia de una espera. Es una espera activa. Lo que hace al mismo tiempo que sea triste o decepcionante que del otro lado no haya movimiento. Tal como decís, de este lado no es una espera en la quietud sino una espera en el movimiento. Si fuera una espera pasiva - todo se iría diluyendo porque nadie habla y la vida pasa.

En cambio aquí, lo que pude orquestar fue –no sé si abrir el diálogo– pero sí lo que hago es recordar que estoy acá viva y presente. No sé qué va a pasar del otro lado. De todas maneras, queda como resultado de todo esto un libro y de verdad, en un punto me doy por hecha. Además, rompí con algo que me estaba haciendo mal y era esa imposibilidad de escribir. Ahora, poder escribir y hacer este libro mejoró mi calidad de vida. Tengo que poder procesar esto y lo estoy haciendo bastante bien, aunque por supuesto que no deja de ser triste y raro que del otro lado no haya novedades.

Estoy tranquila. Hice todo y es más de lo que imaginaba de mi misma.

 

Amorosidad

 

Josefina Licitra escribió Crac para desentrañar qué había pasado en la relación con su padre. Lo extraña. En algún punto el silencio del padre la enoja pero ese enojo no sobresale en el libro. Es una carta de amor.

“Si hay un estado que atraviesa todo el libro es más amoroso que otra cosa”, agrega. “No quería hacer un libro agresivo. Eso no lo quería para mí. Esta idea de escribir en caliente y editarme en frío primó a lo largo del libro”. Josefina –como decía la poeta Roberta Iannamico– es la carta. Cerró los ojos y se envió.



domingo, 17 de agosto de 2025

Fluyen nuevas obras en el mar de las creaciones de José Mizdraji



El artista
José Mizdraji abre las puertas de su taller y todo rebalsa, florece como si fuera el jardín de las delicias. Tenemos senderos por dónde movernos, las creaciones desde los años 70 hasta la actualidad se elevan por distintos rincones. Charlamos sobre grabado, nidos y arte.



Es una mañana fría. El cielo de a ratos se cubre con nubes blancas muy espesas. El sol junto a la nube juegan a las escondidas. El viento hace más gélida la caminata por las calles de Corrientes. Dentro del taller de José Mizdraji el panorama cambia, el viento se detiene y la luz artificial enciende los colores de cientos y cientos de sus creaciones.



En su taller - lugar donde trabaja de forma constante - sus obras de arte visten todo el ambiente. Se encuentran ahí creaciones desde la década del 70 hasta la actualidad. Grabado, grabados intervenidos, pinturas, todas en diferentes formas. Además, en los últimos años ha incursionado en escultura de pequeño formato. Explora y profundiza ahí su línea de investigación sobre la fauna del Ibera.



— Soy profesor de pintura y grabado. Tengo obras de grabado desde la década del 80. Es una técnica que pocos artistas en la provincia y en la región han cultivado. Existen maestros de esta técnica tanto en Corrientes como en Resistencia. Me gusta además intervenir el grabado sumando otras técnicas o añadiendo colores.



Al ingresar al taller una amplia mesa da cuenta del trabajo del artista. Una hoja inmaculada espera, alrededor le acechan pinceles en diferentes formatos, pinturas listas para usar y potes cerrados, acuarelas, lápices, agua, tijera, una caja pequeña cerrada, todo bañada por una luz blanca y la luminosidad del día que hiende la puerta.



José podría montar su propio museo dada la cantidad de obras con las que cuenta. En varios cuadernos lleva un registro meticuloso de sus creaciones, detalles de medidas, técnicas e incluso información de obras vendidas. Son más de setecientas obras en diferentes formatos. Las dimensiones de las obras son disímiles, muy pocas a la vista, la gran mayoría cubiertas por lienzos y guardadas en algunas cajas. 



—  Me interesa que las obras viajen. Muchas veces hay prejuicios sobre los precios que tiene una obra de arte. Pero para ello es necesario tener en cuenta los materiales y las obras de trabajo de un artista. Además de la técnica empleada para la obra.   


José ha realizado exposiciones en los museos más importantes de la región y del país. Sus obras están en manos de museos, galerías y coleccionistas privados. Ha recibido además varias distinciones. En este taller hay herramientas en diferentes partes. Está creado todo el tiempo y las obras se hacen lugar en este nido, tema que ha ocupado gran parte de su obra. Al respecto hace un tiempo había expresado -


— Para mí el nido es vida. Cuando me casé, comencé a construir con mi esposa y su hermano nuestra casa. Ahí aprendí a utilizar distintas herramientas. En esa oportunidad trabajaba con martillo, clavo, madera, cemento y esos mismos materiales después lo usé en obras de arte. Es decir, el entorno tiene mucho significado y los nidos son vida. Al construir mi casa con mis propias manos, para mí significó algo muy importante. Puedo decir que hice mi propio nido. Construí vida.



Colores


John Berger decía que la obra de arte es una manifestación concreta de lo que denominamos el espíritu del hombre, del artista. A eso sumaría que es una expresión del entorno, donde el artista es un faro de distintos temas y colores. Al respecto José Mizdraji agregó, “sueño con las obras. Busco otra forma de hacer arte todo el tiempo. Permuto los colores. Quiero que cuando alguien mire mi obra encuentre algo distinto”.




viernes, 15 de agosto de 2025

Cecilia Pahl: “La voz y la palabra lo es todo para mí”

 


Este fin de semana se realizará la 2° edición del Festival de Música Lapacho. La cita será el sábado 16 de agosto en el Espacio Mariño en Corrientes. La grilla del festival la conforman Cecilia Pahl junto a Matías Rojas, Germán Kalber, el dúo Hibridus con Osvaldo Burgos y Jorge Castro más los anfitriones, el trío Tajy. En esta ocasión charlamos con la misionera Cecilia, repasamos su camino musical y lo que significa para ella la palabra poética.

 

Por Paulo Ferreyra

 

 

— A los músicos de Tajy tuve la suerte de conocerlos en persona hace un año. Habías compartido un homenaje a Luis Landriscina. En esa ocasión canté acompañada por ellos. En ese concierto hubo varios músicos del litoral. Fue hermoso ese encuentro y conocer a Tajy de esa manera, compartir el canto y sentir ahí una conexión especial. Así nació una linda amistad. Ahora recibir esta invitación para ser parte del Festival Lapacho me puso muy feliz. Es una alegría poder estar en Corrientes y en este Festival.

 

Cecilia Pahl adoptó Misiones como su eje del cual despegar y desarrollar su propuesta musical. Se formó musicalmente entre Posadas y Buenos Aires. Viajó la exterior donde también siguió formándose. En el 2010 grabó su primer disco Corochiré. Luego le siguieron otros materiales discográficos. Ha visitado ya la región e incluso fue parte del Festival de Chamamé de Invierno en el 2017. Después de varios años de ausencia por estas tierras, esta presentación en Corrientes marca su regreso a la región.

 

— En este concierto voy a estar con Matías Rojas en guitarra. En el repertorio haré un recorrido por mis discos. Me gusta hacer alusión a la triple frontera. Busco en el armado de la propuesta musical que haya algo de Paraguay o de Brasil, para que estén así representados nuestro litoral con todas esas fronteras vecinas y próximas.


 

— En tu más reciente disco, Estampas Argentinas, ampliaste el registro de lo que venías haciendo desde la música. ¿Cuál es el criterio que tenés para seleccionar un repertorio?

 

— En ese disco el concepto fue cantar obras de los compositores de la música clásica argentina, puntualmente de la primera mitad del siglo XX. Todos fueron argentinos que se fueron a estudiar a Europa. En el caso más conocido de nuestro país es Alberto Ginastera. Los autores hicieron mucha música para voz y piano. Son temas de aires de folclore con lenguaje académico. Conocía mucho de ese repertorio por haber cantada en coro y lo estudie en el conservatorio.

 

A la hora de pensar en el disco quería acercarme al origen de las canciones. Fui a la raíz en la que ellos se inspiraron. Estas canciones estaban pensadas para piano y voz, pero las llevé a otro registro para cantarla con la voz popular y en lugar de piano el instrumento elegido fue la guitarra, un instrumento también popular.

 

Cuando definí el uso de la guitarra pensé que podían ser dos guitarras para una mayor amplitud de registros. Así fue que convoqué a un compañero de la música que es Matías Arriazu, como arreglador y guitarrista. Además invité a Ernesto Snajer con quien Matías tiene un dúo. Elegimos y nos pusimos de acuerdo en un repertorio. En el disco ahí hay aires de folclore de distintas regiones del país.

 

En los discos anteriores tengo dos dedicados a la obra de Ramón Ayala. El primero disco que lancé fue Corochiré, después fue Camino y Selva con La Big Nant y Litoráneo, donde conté canciones de autores contemporáneas.


 

— Siguiendo esta línea de tus discos se aprecia una conexión entre ese repertorio que elegís ligado a la emoción y al lugar.

 

— Si, totalmente. Me siento misionera y ese es mi lugar de pertenencia. El litoral y la música de la triple frontera para mí tienen un lenguaje común. Es la música que quiero cantar y ese es el lugar que me convoca para decir algo desde la voz y la poesía. Soy intérprete y busco en las composiciones obras ligadas al paisaje, al territorio y a la idiosincrasia de los habitantes de litoral. Por ahí va la búsqueda de mi repertorio.

 

Mi instrumento es la voz - el canto y la palabra - trabajo mucho para elegir un repertorio. Ramón Ayala en este sentido es un gran compositor y un gran poeta, reúne todo. Me siento y me sigo sintiendo identificada con lo que él describe, pinta y cuenta el paisaje del litoral.

 

— Quería pasar por ahí, de las canciones de Ramón que te gusta visitar y que quizás estén en esta presentación en Corrientes, ¿Podés contarnos cuáles son?

 

— Son varias canciones las que me gustan. Pero hay una canción que recorre el litoral, se llama Rumbo a Entre Ríos. La letra dice "vine de Misiones/ pasando por Ivera y en Entre Ríos, me volví camalotal / llenando el corazón de amor". Me gusta esa cuestión de que va recorriendo las provincias. Otra canción que me gusta mucho es Irupé, que es una guarania - canción litoraleña - donde la letra es la narración de la leyendo pero contado de manera poética. Puedo seguir con Retrato de un pescador. Son canciones que me emocionan cantar.

 

Dentro del repertorio tengo siempre a mano canciones que hablan de la flor de Irupé. De distintos autores y con distintas melodías.  

 

— Sigamos esa línea del Irupe, una es de Ramón Ayala y los otros autores, ¿cuáles son?

 

— El otro autor es Coqui Ortiz, que tiene un tema del primer disco que se titula Canoa. La poesía de ese tema es de Germán Correa. La otra es una canción que escribió Ovidio Velazquez, pianista, hijo de paraguayos pero ya nacido en Buenos Aires. Tiene un tema que se llama Irupé.

 

Así voy encontrando ciertos elementos del paisaje y de la vegetación, de la flora y la fauna que se repiten dentro de la región. Hay otra canción, que no habla del Irupé de forma directa, pero la canción se llama La flor del agua, también de Coqui Ortiz.

 

— Lo tenía anotado para hablar y nos quedamos con un autor de la región, has realizado una versión de un tema de Coqui, El Suquipuquero, ¿por qué? ¿Qué te convocó de ese tema?

 

— Lo que me cautivó de esta canción lo primero fue el ritmo. Cuando estaba armando el disco Litoráneo, donde con el título jugué con las palabras. Acá no se dice litoraneo sino litoraleño, pero litoráneo se dice en Brasil. Pero además, quería jugar con Litoral y Neo, es decir, traer canciones del litoral y nuevas. Ese disco fue grabado con canciones del litoral pero canciones nuevas, de autores contemporáneos. En ese momento Coqui todavía no la había grabado.

 

En la letra dice no es duende ni paye, pero suele aparecer cuando el canto pide luz. Es una fuente de inspiración cuando el canto la necesita. Además, la canción empieza con estas palabas “tierra roja / cerro azul”, para mí eso es Misiones. Es linda la poesía de la canción y el ritmo es como un vanerao, tiene esa influencia del gran litoral de esta parte de américa. Aquí las fronteras nos juntan.

 

 

Poesía

 

“La voz y la palabra lo es todo para mí”, afirmó Cecilia Pahl. Al escucharla los ríos y los paisajes del litoral cobran vida. Se despiertan los aromas vegetales y la tierra húmeda. “Todo lo llevo al canto. Me conmueven mucho los cantantes que admiro cuando tienen ese arte de poder transmitir poesías a través de sus creaciones. Asumo que tengo la responsabilidad de la palabra y canto lo que poéticamente me conmueva”.


jueves, 14 de agosto de 2025

Germán Kalber: “La intención es conectar con la gente a través de cada canción”




Este sábado llega la 2° edición del Festival de Música Lapacho. Un espacio que une y encuentra al público con las composiciones de reconocidos artistas. Este año estarán Cecilia Pahl de Misiones, junto con el guitarrista Matías Rojas, el duo Hibridus, con Osvaldo Burgos y Jorge Castro y los anfitriones, el trío Tajy. Desde Chaco llegará a Corrientes Germán Kalber, autor, compositor y docente, con quien charlamos esta semana.



Por Paulo Ferreyra


"En los caminos que van conmigo / son los amigos el sueño de andar, / soy lo que digo cruzo el olvido / tiempo vivido, destino de paz. / Es mi verdad, mi guitarra un destino", así cantan Germán Kalber y Peteco Carabajal en el tema Shunko. El músico acaba de lanzar un nuevo disco. Florecen aquí nuevamente la dupla creativa que viene regando el ambiente con canciones nuevas, letras de Diego Brandán y música de Germán Kalber, entre otras colaboraciones.


Después de mucho tiempo Germán vuelve ahora a Corrientes. “Me ha dado alegría la convocatoria a este festival. Más aún por la invitación de sus anfitriones, el trío Tajy a quienes admiro y quiero. Además hace rato que no toco en Corrientes así que voy con mucha ilusión”, comentó en una charla telefónica. 



El músico charatense, desde su primer lanzamiento en la industria de la música, con el disco Plenilunio, viene profundizando el canto y la raíz de la música del litoral. En esta presentación en el marco del Festival Lapacho adelantó que compartirá canciones nuevas pero también traerá canciones que siempre le gusta cantar en los recitales.


— En el disco compones con otros y además tocas con otros, ¿La forma de concebir la música es con otro? ¿por qué?


— Pienso que compartir la construcción de las canciones nutre y enriquece las ideas de quien hace la letra y las mías, generalmente en la parte melódica. He tenido siempre la suerte de encontrar compañeros para ese mágico camino de la composición. Si bien el camino del artista es una ruta solitaria, siempre es bueno ir acompañado.


— En su momento participaste de un homenaje a Martha Quiles, ¿Qué significó eso para vos?


— Homenajear a Martha Quiles ha sido un honor que me y nos ha confiado su hija Martita. Fue un homenaje necesario por la artista que fue y por el inmenso legado poético que ha dejado a la música del litoral. Trato de repetir ese homenaje en todos los escenarios, aunque sea con una o dos obras de ella, y esta no será la excepción.


— Las regiones tienen un peso importante en el desarrollo de la música de nuestro país, ¿crees que es así? ¿Cuál es tu relación con el chamamé?


— He nacido y crecido en una provincia que está en medio de Corrientes y Santiago del Estero. El Chaco, comparada con estas dos madres provincias, es muy joven y lógicamente -y afortunadamente- es una provincia con una diversidad cultural hermosa. Mi región pertenece más al Chaco santiagueño, sin embargo siempre ha estado muy presente el chamamé, sobre todo en la radio. 


Entonces el chamamé también es un género que me ha formado como músico y cantor. En 2018 publicamos un disco en formato digital llamado Después del Río cantando a dúo con Gonzalo Cejas, músico de Sáenz Peña, hijo de Horacio Cejas del dúo Cejas Solis. El disco tiene canciones propias y algunos clásicos del chamamé, es un material que tuvimos la posibilidad de presentarlo una sola vez en vivo en la Fiesta del Chamamé, pero es uno de los más escuchados por la gente en las plataformas.




Admiraciòn, respeto y amistad


El trío Tajy conformado por Belén Arriola, Alejandro Tato Ramìrez y José Vìctor Piñeiro en conjunto con el Espacio Mariño realizan la 2° edición del Festival de Música Lapacho. Ahora estará Germán donde promete realizar repertorio con canciones de todos sus discos. “Tal vez los más revisitados serán “Después del Río”, “Los Abrazos”, y “El otro mundo”, este último está cumpliendo 10 años, entonces será propicia la ocasión para celebrarlo”, comentó. 


Vuelvo con Germán sobre esta cuestión colaborativa y ese andar acompañado que construye con la música. Mientras nace el mundo es el título del nuevo trabajo discográfico donde están presentes varios artistas locales y nacionales. "Los invitados al disco llegan por admiración, respeto y amistad con cada uno de ellos. Además están vivas las ganas de compartir la música", explica Germán. Además, amplifica algunos detalles: "Con Mario Álvarez Quiroga por ejemplo, ya hemos hecho muchas cosas juntos y él me ha invitado a discos suyos. Hay una amistad de muchos años. Con Nahuel Pennisi nos conocemos hace varios años y siempre estuvimos en contacto. Él me ha invitado a cantar en sus conciertos. Con Peteco no habíamos hecho cosas juntos anteriormente, pero su música siempre fue una gran influencia en la mía y se dio la posibilidad ahora de invitarlo".


Así llegará Germán Kalber a Corrientes, con su voz y su guitarra florecida en amistades y cariños de la música. “Será un concierto íntimo y cálido, voy solo con mi guitarra. La intención es conectar con la gente a través de cada canción”.