Uno de los más grandes referentes de la música regional reflexiona cómo ve la música del litoral en la escena nacional. Lucas está de regreso. Este sábado estará en La Maraña como invitado de Facundo Rodríguez. Además, este mes participa como actor y músico en la obra La radio que lo parió. “Estoy de regreso porque voy a grabar un nuevo disco y lo estoy haciendo en Resistencia”, adelantó. De estos y otros temas, charlamos en esta entrevista.
Por Paulo
Ferreyra
Haces
tres años cuando estábamos saliendo de la pandemia Lucas Monzón se estaba
dedicando a la docencia. Ya lo hacía desde antes pero con la pandemia
profundizó sus métodos y recursos para la enseñanza del acordeón. La docencia
ocupaba gran parte de su trabajo. En algún momento se va a Buenos Aires a
grabar con un saxofonista que es profesor de Historia del Conservatorio
Superior de Música Manuel de Falla. Él le había pasado información de que se
había abierto un concurso para rendir y ser profesor de acordeón en el
prestigioso conservatorio. Lucas se fue con esa mochila de experiencias que
había acumulado en la docencia y concursó. Ganó. A los pocos meses ya estaba
siendo docente en esta alta casas de estudios e instalado en Buenos Aires.
El
contexto postpandemia había sido difícil para todos y la excepción no fue en el
mundo del arte. Para los músicos los espacios para tocar y hacer música en vivo
se habían cerrado y fue un proceso largo volver abrirse. El ese marco Lucas
decidió irse a Buenos Aires y sumergirse de lleno en la docencia sin descuidar
su quehacer artístico. Además, tenía en el horizonte seguir profundizando su
instrumento y buscar nuevos espacios para tocar.
Lucas
Monzón es acordeonista, arreglador y compositor. Es de Hermoso Campo, Chaco. El
acordeón es el instrumento que lo conecta con el mundo, donde plasma su arte y
su sentir desde la infancia. Lleva ya tres producciones discográficas editadas
bajo el sello discográfico “Los Años Luz“, se ha ganado el reconocimiento de la
prensa especializada como Página 12, Billboard.Ar y Diario Clarín, entre otros
medios. Su disco Franco fue
considerado dentro de los destacados discos del año 2018 por la Red de
Periodistas de Música de Iberoamérica, entre otros laudos que lleva consigo.
Hace
unos días hicimos esta entrevista por teléfono. Él estaba muy cómodo en Hermoso
Campo. “Siempre estoy con la música”, advirtió. Luego adelantó que está
grabando un disco nuevo y por ello está viajando seguido entre Buenos Aires y
Resistencia, en el medio visita a su familia en Hermoso Campo.
— Quisiera comenzar por captar tu mirada
ya que están en la gran ciudad. ¿Cómo se ve la música del litoral desde Buenos
Aires?
— Es
un tema complejo. Podrías charlar horas. Pero creo que estamos entrando en una
era donde habría que replantearse o pensar seriamente que está pasando con la
música popular a nivel general. Antes me preocupada un poco más esta cuestión
local pero cuando empiezas a ver la foto más grande los problemas se amplifican
o profundizan. Por eso digo que desde mi punto de vista habría que pensar más
seria mente en la música popular a nivel general.
Por otro lado la música del litoral, hace poco lo hablaba con un amigo y productor en Buenos Aires, Javier Tenenbaum. Él me decía, "la música del litoral se mantiene muy viva. Genera cosas colectivas con los músicos a diferencia del tango que hoy prácticamente se la toca solo para le gente que viene de afuera. También se toca como algo exótico. Ya no produce ese efecto colectivo que tenía antes. El chamamé sí superó esa instancia en el contexto que vivimos hoy, en medio de tanta tecnología”.
En lo
personal en algún momento ya dejó de importarme si la música del litoral está
presente o no está presente en determinados circuitos. Para mí está presente y en mí la música está viva porque lo vivo.
Es mi vida. Soy con la música.
Después
hay que decir que el chamamé en Buenos Aires está muy presente en el conurbano
donde hay muchos músicos chamameceros. Incluso hay más bailantas de las que hay
acá en la región entre Chaco y Corrientes. Hay gente que sigue conservando sus
tradiciones, chicos y jóvenes tocando el acordeón, la guitarra y cantando.
— Hace poco se anunció la grilla del
Festival de Cosquín y la ausencia de músicos del litoral es notable, algo que
se repite ya en los últimos años también en otros festivales.
— Sí.
He tenido oportunidad de ver esa grilla y se repiten los mismos patrones de
siempre. No hay músicos chamameceros. Si hay chamameceros en festivales que no
son chamameceros por ahí de canta en algunos artistas que ya están insertos a
nivel nacional, que pueden ser el Chango Spasiuk, antes era Raúl Barboza que ya
no está más con nosotros y por ahí aparecía Teresa Parodi, semejante artista
popular. Eso me llama la atención. Hay muchos exponentes nuevos del género que
podían estar participando de la grilla y lamentablemente no están.
Hay
que tener en cuenta que es muy difícil entrar. Es muy difícil que te convoquen.
También les pasa a los otros músicos que hacen folclore en el país. A veces no
se entiende que debe pasar para entrar. El público también se comporta de
maneras diferentes. De todos modos, hay músicos o un sector del público que el
parámetro es Cosquín y para otros artistas no lo es. Al mismo tiempo, Cosquín no
deja de ser un festival importante y un festival emblemático en el país. Pienso
que todos quisiéramos ser felices de estar o ser felices de vera a la música del
litoral sobre ese escenario.
“Hago música y ahí soy”
La
charla con Lucas Monzón se profundizó sobre las expectativas de los músicos. Él
reflexionó y explicó que en algún momento se replanteó mucho cuál era mi
expectativa en cuanto a la música. En ese sentido explicó, “hay una parte de la
música y del arte que tiene relación directa a como lo vivís todos los días. Ese
arte cuando te levantas a la mañana, tomas unos mates y agarras el acordeón
para tocar. Ahí tocas y en mi caso toco
el acordeón porque ahí soy. Hago música y ahí soy”.
“Después
viene la otra parte artística que es salir a tocar y mostrar tu música. Esa
parte que es la más profesional si se quiere, de salir a tocar y traer unos
mangos a la casa con la música es más compleja. En mi caso esta relación
profesional con la música la sigo haciendo pero traté siempre de que eso no me
consuma o me queme la cabeza. Sigo
haciendo música porque sigo teniendo ganas, me apasiona y es mi vida. Si
pusiera la expectativa o el objetivo en querer lograr ciertas cosas -
económicas o lo que fuera - tal vez provocaría frustración”.
Lucas
disfruta mucho tocar y juntarse con amigos. Tiene varias composiciones creadas
con amigos, tanto del Chaco como de otros lugares. Le gusta ese lugar primero
de la creación donde muestra a un amigo un tema que no está resuelto, donde a
veces aparece la primera parte o la segunda pero falta la melodía o al revés,
pero siempre un proceso que se completa en el diálogo con otro músico.
“Me
parece extraordinario escuchar opiniones de otras personas. Hablar de música”,
agregó. Así siente la música. Ha obrado así desde los inicios y afirma que esa
es la motivación para hacer música. El nuevo disco – cuyo lanzamiento se
realizará entre noviembre y diciembre, son composiciones nuevas hechas con
amigos. “Me dieron ganas de grabar estos temas para que no queden en el olvido.
Participan músicos que admiro mucho. Además, me parece que siempre es
importante grabar, que quede un registro y dejar un material para siempre”, añadió.
Lo colectivo - la música es eso. La música es una construcción colectiva. Lucas subraya este carácter de la música sin descuidar lo íntimo, “hay un momento de soledad donde uno estudia y donde uno practica con su instrumento íntimamente para conocerlo. Pero después está lo otro vital que es compartir la música. Cuando se da naturalmente ese compartir salen cosas muy lindas”. Como una extensión desde Lucas Monzón a la poeta Circe Maia, ambos sostienen que lo más hondo no es íntimo: está afuera. Hondura de vivir día por día con otros, entre otros.














