La lectura en las distintas etapas madurativas

Desde el nacimiento aparecen los “libros sin página”, como los llama Yolanda Reyes, donde hay una cantidad importante de recuerdos familiares, transmitidos en forma oral, a través de canciones de cuna, arrullos, susurros, rimas, junto a caricias y palabras dichas con afecto. Son palabras mágicas y sonidos que hace que el niño evoque “otros sonidos”, sonidos generalmente rítmicos, que le son familiares desde la etapa prenatal.



Desde el antro materno el niño oye los latidos de su madre y también la voz de su madre y otras voces y sonidos que le llegan, amortiguados, desde el exterior.



A partir de los 4 a 6 meses, cuando el niño comienza a incorporarse y a tomar objetos y sostenerlos, podemos acercarle libros. “Libros-juguetes”, hechos en diferentes materiales resistentes (plástico, tela, cartón duro plastificado), con diferentes texturas. Con imágenes simples, grandes y muy coloridas. A pesar de que su atención es fugaz y que en general no reparan mucho en las imágenes, nosotros podemos ir señalándolas. El libro irá a la boca, será mordido, golpeado, arrojado al suelo, irá a la bañera. Todos los autores y especialistas en desarrollo infantil coinciden que ésta es su forma de leer.



Alrededor del año, los niños comienzan a interesarse fugazmente por las imágenes, que siguen siendo grandes, muy coloridas y brillantes, sin textos. Estos “libros de imágenes” permiten nombrar objetos conocidos y comenzar a contar alguna pequeña historia. Generalmente el tiempo de atención es muy breve y hay que respetarlo. El niño desde pequeño sabe que lo que se cuenta no es real.



Entre el año y los dos años la imagen sigue siendo muy importante y empiezan progresivamente a aparecer algunas palabras escritas. El libro ya es un elemento conocido, lo puede sostener mejor, no es necesario que todas sus páginas sean de cartón grueso. Es muy raro que a esta edad rompan los libros. Progresa su motricidad fina y pueden pasar varias páginas a la vez. Señalan figuras, que representan objetos, animales, situaciones conocidas por el niño. La atención sigue siendo breve, a veces prefieren estar en brazos durante el relato y otras veces se paran y caminan alrededor del lector.



Entre los 2 y 3 años, la imagen sigue siendo importante, aparecen algunas palabras escritas. El niño es capaz de pasar las páginas de a una, transportan los libros con facilidad. Les gusta que le cuenten historias breves y simples de la vida cotidiana. Señalan, nombran figuras. Imitan leyéndoles a los muñecos. Quieren que se les repitan varias veces los mismos relatos.



Entre los 3 y 5 años aparece un poco más de texto escrito. Disfrutan de la “lectura dialogada”, en la que pueden intervenir, preguntar, tratar de relatar la historia, jugar a leer moviendo un dedo de izquierda a derecha. Es la edad de los por qué! En general los temas que más les atraen son los relacionados a situaciones de su propio entorno: la vida cotidiana, mascotas, ir al jardín de infantes, ir al doctor, amigos, nacimiento de hermanos, celos, miedos, rimas, versos, etc. Comienza el interés por el reconocimiento  de las letras.



Al ingreso escolar comienza el aprendizaje formal de la lectoescritura. La ilustración sigue presente, pero ya no ocupa todas las páginas. A medida que el niño va creciendo, aumenta el texto escrito. Irán apareciendo textos más complejos, más extensos relacionados con la edad e intereses del niño. Les interesan las fábulas, los cuentos tradicionales, historias con humor, equivocaciones y absurdo.



Los cuentos populares de hadas y su influencia en el desarrollo emocional.

Bruno Bettelheim en su libro Psicoanálisis de los cuentos de hadas, señala que estas historias plantean, de modo breve y conciso, un problema existencial, enfrentando oportunamente y de manera adecuada al niño con los conflictos humanos básicos. “El mensaje que los cuentos de hadas transmiten a los niños, de diversas maneras es que la lucha contra las serias dificultades de la vida es inevitable, es parte intrínseca de la naturaleza humana; pero si uno no huye, sino que se enfrenta a las privaciones inesperadas y a menudo injustas, llega a dominar todos los obstáculos alzándose, al fin, victorioso”. El bien y el mal están omnipresentes.



Entre los 7 y 10 años, los temas de interés están relacionados con el mundo de las brujas, hadas, duendes y magos, cuentos graciosos, realistas, de intriga, historietas. Entre los 10 y 12 años, las mujeres se interesan por las historias de amor y aventuras, en tanto que los varones prefieren historias de aventuras con realismo verosímil y heroísmo. Ambos se interesan por historietas, poesía, ciencia-ficción, etc.



Durante la etapa de la escuela primaria es recomendable no abandonar la lectura compartida, dialogada, aduciendo que el niño ya sabe leer. En los niños mayores, tal vez no se comparta siempre la lectura, pero sigue siendo recomendable, como forma de valorar sus lecturas, compartir opiniones de lo que están leyendo, ayudarlos a la comprensión de textos, completando lo no dicho, los implícitos. Es fundamental todavía, el protagonismo de los padres, interesándose y compartiendo lecturas con los hijos.



Adolescentes.



Es muy importante respetar sus preferencias. Suelen leer historietas, letras de canciones, revistas de rock, deportes, aventuras, ciencia ficción, cuentos de terror, policiales, etc. También novelas o cuentos que los ayuden a pensar los temas que los preocupan. Los jóvenes están preocupados por temas relacionados con el sexo, el amor, el sentido de la vida, la muerte y encuentran en la lectura literaria respuestas que los alivian, que los hacen crecer. El adolescente desea leer en privado, en solitario, no le gusta que lo interrumpan, que le pregunten que lee. En general se aíslan. “Quizás los padres ya no estén invitados” (Reyes). El libro forma parte de su mundo íntimo y puede convertirse en una ventana valiosa en su búsqueda personal.  Es muy importante también enseñarle progresivamente a elegir sus propios libros.



En estos casos, si el propósito del adulto es que el niño aprenda a elegir, tiene que poder tolerar la mala elección. Después de todo, al igual que con los adultos, el equivocarse forma parte del proceso de aprendizaje y con la orientación del adulto el niño irá mejorando progresivamente sus criterios de selección.



Según las entrevistas realizadas a adolescentes y jóvenes, se pudo comprobar que la experiencia de la lectura no difiere según el nivel social, siempre y cuando uno tenga la suerte de acceder a ella. Lo que sí es diferente son los diversos obstáculos que se interponen –económicos, culturales, psicológicos– para el acceso a la lectura. Una ciudadanía activa no es algo caído del cielo, es algo que se construye. Mediante la difusión práctica de la lectura, se crea un cierto número de condiciones necesarias para acceder a una ciudadanía”. Petit, M.



La lectura es una de las herramientas más poderosas para luchar contra la ignorancia, la pobreza, la violencia y la falta de esperanza. Justamente es en estos espacios desfavorecidos, donde cobra especial sentido la promoción de la lectura.

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