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viernes, 1 de agosto de 2025

Paloma Razetto: “Espero poder conservar siempre las ganas de jugar, vestirme de otra”


Hace ya tres años viene girando la obra Guillermina, la batalla eterna. Esta es una obra de teatro escrita y dirigida por Marilyn Granada. Actúan aquí Elcida Villagra -Guillermina Mayor, Mariana Paloma Razetto -Guillermina Joven y Chato Schanton -oficial Romero, periodista, maestro. En esta ocasión charlamos con Paloma sobre teatro, su entrega y su elección por este arte y sobra las herramientas que utiliza en el teatro y en la vida.

 

Por Paulo Ferreyra

 

Las palabras salen de la boca de Paloma con todo su significado cargado y potenciado. Si dice amor el tono es dulce, almibarada con perfumes rojos. Cuando dice que algo explota, la e y la x casi caen juntas como un silbido que antecede lo que está por detonar, algo casi de forma literal p l o t a en el ambiente. En el decir de un poema, su voz enciende.

 

Hace teatro desde el año 87, lo recuerda con la certeza de quien desde entonces comenzó un universo para habitar de cuerpo presente. La mayor parte de su vida la llevó haciendo teatro y ahí es donde prefiere moverse, reír, llorar, emocionarse y conmoverse.

 

Hace un tiempo Paloma forma parte del elenco de Guillermina, la batalla eterna. Una obra escrita y dirigida por Marilyn Granada. En esta obra participan Elcida Villagra -Guillermina Mayor, Paloma Razetto -Guillermina joven y Chato Schanton -oficial Romero, periodista, maestro.

 

La primera reacción que tuvo Paloma cuando la llamaron para esta obra fue mucha felicidad. La alegría de ser tenida en cuenta. “El primer gesto que espera un acto o una actriz es que una director o una directora te llamen. Cuando eso sucede la felicidad es el primer impulso que florece”, expresó con esos gestos de palabras anchas y movimientos de manos que acompañará toda la charla.


 

Ha realizado más de veinte obras de teatro. El universo infantil es donde más se ha movido. Participó de diferentes fiestas de teatro, encuentros y congresos. Recibió como actriz diferentes premios y con algunas obras ha recorrido la provincia y el país. Su biografía es extensa en el campo artístico.

 

Guillermina

 

Esta obra teatral rescata el itinerario vital y el excepcional compromiso de la religiosa Guillermina Hagen Montes de Oca. Ella en la década del 70 realizó su labor de promoción social entre los wichis de Misión Nueva Pompeya, transformando y dignificando su realidad. Fue tan amada como criticada, es un personaje contemporáneo que aún hoy resuena en los corazones de quienes la conocieron y la recuerdan emocionados. El texto de la obra teatral recibió Mención Especial en el Concurso Provincial de Dramaturgia 2022, "Hilda Torres Varela".

 

— En la obra teatral interpretas a Guillermina joven, ¿Cómo fue tomar este papel?

 

— Una vez que leí el proyecto me entusiasmó muchísimo la obra. Es la primera vez que hago un personaje real. Un personaje que existió. Este ha sido un desafío y un trabajo de construcción muy diferente a lo que venía haciendo. Cuando es un personaje que existió hay que tener ciertos lineamientos y parámetros de acuerdo a lo que la directora busca representar.

 

En este caso Marilyn Granada eligió contar una parte de la historia de Guillermina. Ese costado era quizás el más romántico de la historia. Al investigar se pueden ver diferentes miradas de esa misma verdad, entonces tenés la historia de los que te cuentan que era una monja guerrillera, absolutamente política. Después está la otra mirada, la que Marilyn quiso contar que es la gran salvadora de los Wichi, porque peleó por su dignidad. Guillermina luchó para que ellos tengan un lugar y los organizó, entre muchas otras cosas que hizo por ellos.


 

— En la obra interpretar a Guillermina joven y Elcida hace de Guillermina ya grande, ¿hubo ahí también un trabajo especial?

 

— Eso también fue un desafío. Estaba junto a Elcida, una gran actriz y a quien respeto mucho. Con ella de alguna manera teníamos que manejar ciertos registros en común porque yo hacía la joven y ella de Guillermina madura. Teníamos que tener ciertos lineamientos en el registro de la voz y en la corporalidad. Eso nos llevó también a trabajar de otra manera. Aquí era la misma persona en distintos momentos de su vida. Fue un desafío pero es el teatro mismo, un juego y una diversión permanente para aquel que lo hace con la vocación con la que lo hacemos nosotras.

 

El desafió para mí se amplificó al trabajar con actores con los que no había hecho una obra antes. Venía de Sala 88 con un elenco consolidado, siempre éramos los mismos. Cuando tenés códigos en común con tus compañeros es todo más fácil y las cosas fluyen de otra manera. Aquí fue una sorpresa ver cómo fluía este trabajo de manera muy amorosa. Si bien conocía a los actores no habíamos compartido trabajos juntos y el hacerlo fue maravilloso.


 

— Además de traer a la figura de Guillermina, la obra también trae a cuenta el papel de la iglesia en un momento de nuestra historia, ¿Cómo tomaste esto?

 

— A mí me interpeló desde el lugar de tomar conciencia de que a veces damos esperando una retribución. A veces esa retribución no llega.

 

Pero pienso que en algo hay que creer. El tener fe en algo, en creer que algo es superior a uno te da esperanza. Cuando vos vez que acabaste tus recursos, sino crees en algo cualquiera sea tu creencia, no tenés esperanza de que eso se pueda resolver. Para mí la esperanza es el motor de la vida cuando todo se acaba. En esta obra está viva esa creencia en un Dios que a Guillermina la ayudó a seguir luchando.

 

— En la obra hay un reclamo de Guillermina a ese Dios que en algún momento ella sintió que lo abandonaba. Es un juego este donde damos pero esperamos recibir algo.

 

— Ese juego es permanente y es así la vida. En todos los aspectos. La verdad es que ella esperaba esa retribución cuando estaba presa.


 

— Al ver la obra se percibe que no mezquinas nada al personaje, entregas el cuerpo entero, ¿por qué?

 

— La verdad es que me pongo en la piel del personaje. Entonces, se trabaja desde la concepción corporal. Me gusta mucho el método de Konstantín Stanislavski, donde uno crea una historia de personaje - en este caso donde él personaje era real tuve que estudiar bastante sobre ella. Guillermina era una mujer absolutamente culta, manejaba cuatro idiomas e hizo de todo en su vida. Fue una mujer muy fuerte. Era una revolucionaria en su militancia política y religiosa.

 

Era una monja con mucha personalidad, muy fuerte. Estaba acostumbrada a mandar. Había que mezclar estas cosas y que no se perdiera el horizonte de que era una monja desde lo físico. He visto muchas fotos de ella donde notaba cómo se sentaba, cómo estaba de pie y su postura corporal. Tuve acceso a muchos audios y a través del timbre de la voz se puede tener acceso a su personalidad.

 

— Como espectador sentí en ciertos momentos de la obra que la emotividad me tocaba. Más allá de tu trabajo actoral que está puesto ahí, me interesa saber ¿qué te pasa a vos en esos momentos?

 

— Me concentro en el momento. Nosotros los actores somos profesionales de la mentira. Somos profesionales. No quiere decir que somos mentirosos. Pero si somos profesionales de la mentira. Así se produce el convivio teatral con la convención de que estamos jugando a hacer otros. El espectador hace que nos cree.

 

Pero volviendo a la emoción hay muchas maneras de trabajarla. En mi caso no elijo la memoria emotiva, trabajo mucho con imágenes.

 

Cuando una quiere contar una historia y se concentra con la piel del personaje, en la obra soy Guillermina y ahí la emoción surge, es imposible no conmoverse con esta historia. Esto es lo que me pasa a mí pero hay otros actores y actrices que tienen otros recursos para llegar a esos lugares.

 

 

Un juego permanente y colectivo

 

Esta es la primera obra dramática que hace Paloma. Al principio comentó que no sabía si iba a poder lograrlo. Lo consiguió e incluso llegó a lugares de mucha emotividad y dolor. “Los actores buscamos tener muchas vidas distintas. Somos aventureros y por eso elegimos el teatro. El teatro nos permite ser un otra, entrar y salir de esa otra en distintos momentos”, agregó.

 

Suelo recordar en algunas entrevistas la posición del poeta Fabián Casas que dice que “una técnica que te sirve para escribir, te tiene que servir para vivir”. Aquí se aplica con todo su potencial. Esta cuestión del teatro como aventura y el hecho de ser una otra Paloma lo aplica en su vida.

 

“En la vida privada llevo la técnica del teatro. Habrás escuchado esa frase de "el teatro te sana". ¿Qué sana? ¿Qué significa eso? Que cuando te duele la panza haces teatro y te curas, no. No es por ahí. El teatro te sana porque en realidad te ensaña y te ayuda a entrar y salir rápido de distintas situaciones. En este sentido el teatro a mí me enseñó a tratar de no arrastrar los problemas, pudiendo entrar y salir de distintas situaciones”, así lo vive. El teatro exacerba su esencia. El teatro la descubrió y llevó su esencia a la piel.

 

Este arte es una elección permanente para Paloma. Sostiene que lo sigue eligiendo porque es el espacio de juego. Mantiene ahí viva a la niña de doce años que se inició en este campo del arte. “Cuando estoy ahí no me importa qué van a decir de mí, ni como me van a ver, lo único que quiero hacer es jugar y tener la libertad de una niña de 12 años. Espero poder conservar siempre esto y tener estas ganas de jugar, vestirme de otra y de hacer de otra en un momento”, afirmó rozagante, feliz y entusiasmada.

 

El teatro es su elección. El público espera en el teatro una persona cargada de energía que pueda darle lo que está esperando y eso encuentra en los personajes que asume Paloma. Está ahí viva de cuerpo completo, presente. En el decir de Octavio Paz, en su voz, en su voz arden todas las voces y se queman los labios.